
Europa ese ese alumno que lee, lee y lee, memoriza. Dicta la lección de corrido, pero no entiende lo que está aprendiendo. Ve el mundo y se sabe la teoría, pero no la interpreta. Y ahí está el verdadero problema. A veces saca buenas notas, tiene aciertos… pero si se resume el 2025 de la Unión Europea hay más fracasos que éxitos, por duras y extremas que puedan sonar ambas palabras. Ha entrado en la era de la simplificación burocrática, ha mantenido el apoyo a Ucrania, se ha lanzado a hablar de ampliación y quiere cerrar, parece que por fin, el acuerdo con Mercosur, además de seguir implementando sus fuertes políticas de competencia.
Pero el contexto ha estado más marcado por un mal acuerdo comercial con EEUU, la falta de ímpetu en despegarse de Washington, su ausencia en las negociaciones de paz con Rusia o una matización quizá excesiva de sus políticas climáticas, además de su inacción con Gaza. El balance del año para la UE, con sus cosas positivas, es más bien negativo.

¿En qué posición ha quedado la Unión en los últimos doce meses?
Ucrania, más agilidad y un mercado único fuerte
Ucrania ha sido el eje sobre el que han girado los aciertos de la UE este año. En 2025, la Unión Europea destinó 30.600 millones de euros en apoyo presupuestario a Ucrania, de los cuales 12.500 millones provinieron del llamado Ukraine Facility y 18.100 millones de la iniciativa G7 ERA basada en ingresos extraordinarios de activos rusos inmovilizados; este paquete formó parte del esfuerzo más amplio de la UE para sostener la estabilidad financiera de Ucrania, garantizar el funcionamiento del Estado y apoyar su resistencia y futura reconstrucción en plena guerra. El objetivo final es que Kiev tenga “la posición más fuerte posible” en la mesa de negociaciones. Además, parece que se ha dado un impulso importante para la adhesión al bloque, aunque el país sigue con una alargada sombra respecto a la corrupción.
También se ha tomado en serio Bruselas el reclamo de simplificarse a sí misma. Bruselas ha empezado a utilizar paquetes legislativos omnibus para reformar y simplificar grandes áreas normativas sin tener que tramitar decenas de propuestas por separado. Entre las características principales de estos paquetes destaca su alcance integral, ya que unifican múltiples normas en una sola propuesta amplia; su objetivo de simplificación, especialmente beneficioso para las pymes; y su vocación de impulsar la competitividad y el crecimiento, fomentando la innovación y la creación de empleo. Además, suelen adoptar un enfoque proporcional: se racionalizan las obligaciones para las grandes empresas y, cuando es posible, se reduce o elimina la carga regulatoria para las más pequeñas, asegurando que las reglas sean coherentes con el impacto real de cada compañía. Eso sí, las voces más críticas avisan de que se puede caer en la desregulación.
El mercado único sigue basando su fortaleza en las normas de competencia, pero quiere también dar espacio a la defensa. Las multas a X o Google, las investigaciones a marcas como Temu o Shein, marcan territorio para la UE: mi casa, mis normas. Pero ese especio también va ahora de armas, y uno de los buques insignia ahí pasa por la movilidad militar. Así, Bruselas ha propuesto este 2025 el Schengen militar, basado en el intercambio de capacidades en cuestión de días en tiempos de paz y de horas si hay una crisis. En total, Bruselas maneja unos 500 proyectos que tienen como objetivo mejorar esa movilidad militar con una inversión de 100.000 millones de euros, de tal manera que la asistencia mutua se convierta en algo que va más allá de los Tratados.
Pero el uso es dual; esos progresos miran hacia los ejércitos, pero también los usos civiles. El Ejecutivo comunitario insiste, en este sentido, que no se trata de construir infraestructura nueva sino que lo más relevante pasa por mejorar la que ya existe. Es decir, hay infraestructura, pero falta que la coordinación entre los ejércitos y las industrias de cada país sea más efectiva. De hecho, introduce las primeras normas armonizadas a escala de la UE en materia de movilidad militar y establece normas y procedimientos claros para los movimientos militares transfronterizos, recalca la Comisión.
A falta del sí de los Estados miembros, el acuerdo con Mercosur también ve la luz. El pacto político sigue en la mesa a la espera de la unanimidad, históricamente bloqueada por Francia; pero en tiempos de tensiones comerciales con EEUU la UE marca territorio en lo que se sigue considerando una potencia. Además, más tímidamente se están dando ciertos acercamientos a China, que, no obstante, no todo el mundo ve con buenos ojos. Si sale adelante el acuerdo UE-Mercosur se dará lugar al espacio de libre comercio más grande del mundo.
Trump mete en problemas a UE lenta o desaparecida
Pero Trump ha metido a la UE en muchos problemas, empezando por el acuerdo comercial. La amenaza de una guerra comercial metió tanto miedo a Europa que Bruselas acabó firmando el que para muchos es un mal pacto, y que ha dejado a la Unión en una posición de debilidad respecto a Estados Unidos, de quien sigue dependiendo por ejemplo en materia militar: Washington ha dicho que ya no se hará más cargo de la seguridad de Europa, ni siquiera en el marco de la OTAN, pero su presión al bloque comunitario ha empezado con aranceles que, pese al acuerdo, todavía se mantienen en el acero y en el aluminio.
La irrelevancia de la Unión también se ha visto respecto a Gaza. Tarde y sin efectos: esa ha sido la dinámica de la UE. Cuando la Comisión Europea propuso medidas contra Israel estas ya no tuvieron efecto -se han aparcado del todo- porque de nuevo EEUU alcanzó un acuerdo de paz. Von der Leyen propuso la ruptura parcial del acuerdo comercial con Israel, la suspensión de la financiación bilateral o sanciones a ministros del Gobierno de Netanyahu, pero nada se llevó a cabo, bien porque ‘no hizo falta’ tras el alto el fuego o bien porque no hubo consenso entre los 27, como pasó con el acuerdo comercial.
Con las negociaciones de paz en Ucrania está pasando algo parecido, aunque salvando ciertas distancias. Ahora mismo Europa está pendiente de que Trump tenga éxito. Las conversaciones avanzan, con mayor o menor ritmo, pero están en un momento que no se ha visto desde el inicio del conflicto y los aliados de Kiev simplemente esperan que Washington tenga audacia y capacidad de hacer cambiar de opinión a Putin o de conseguir que Zelenski ceda de alguna manera. En definitiva, Europa se resigna.
Y eso plantea dos dilemas para la UE: el primero, seguirá delegando su seguridad en Estados Unidos, como ha hecho hasta ahora a través de la Alianza, pero esta vez con una Administración en la Casa Blanca que aplica la doctrina MAGA (hacer América grande otra vez) pero no se preocupa de lo que pueda hacer o deshacer su continente hasta ahora aliado, ahora simplemente socio… o ni eso. De ese modo, la tan ansiada autonomía estratégica de la UE seguirá muy lejos. El segundo es que Ucrania no es relevante para Washington, pero sí lo es para Europa. Trump quiere apagar este ‘problema’ desde la prisa, para poder centrarse en otros focos, como es el caso de Venezuela.
Otro error de la Unión sigue siendo la falta de liderazgos fuertes. Ursula von der Leyen ha quedado desdibujada y bunkerizada, con un Parlamento que le exige mucho más que en su primer mandato y que le pide más acción; Kaja Kallas, por su parte, ha sido muy criticada en los últimos tiempos por ser ‘blanda’ con la deriva de Estados Unidos, y en el nivel nacional ni Macron, ni Merz, ni Sánchez están en su mejor momento. Solo Giorgia Meloni y Donald Tusk destacan, pero ni una ni el otro son capaces de capitanear a la UE.
La Unión Europea suele moverse con lentitud porque cada decisión requiere el acuerdo de múltiples países con intereses y sistemas legales muy distintos. Por ejemplo, en 1992, con la firma del Tratado de Maastricht, se estableció que la Unión “se basará en una economía de mercado abierta y competitiva, pero con respeto a la cohesión social”. Esa frase refleja el equilibrio constante que debe mantener la UE: fomentar la integración y la eficiencia sin sacrificar la diversidad de sus miembros, lo que convierte cada reforma o política en un proceso largo y minucioso, a veces teñido de acuerdos complejos, a veces de ineficacia. 2025, dentro y fuera, ha sido la prueba de ello.



