Redacción.– La creencia de que los adultos deben dormir obligatoriamente ocho horas continuas cada noche está siendo cada vez más cuestionada por investigaciones científicas y estudios desde la biología evolutiva, que apuntan a que el rango óptimo de sueño para muchos adultos sanos se sitúa alrededor de las siete horas.
Diversas evidencias muestran que los riesgos para la salud aumentan tanto por dormir menos como por dormir más de ese promedio, siguiendo un patrón conocido como curva en forma de U, donde el menor riesgo se registra en torno a las siete horas de descanso nocturno.
El biólogo evolutivo de la Universidad de Harvard, Daniel E. Lieberman, ha calificado como un “disparate” la rígida regla de las ocho horas, a la que atribuye un origen cultural más que biológico, vinculado a la Revolución Industrial. Según explica, estudios de comunidades sin acceso a electricidad moderna revelan que las personas suelen dormir entre seis y siete horas por noche, sin recurrir a siestas, y mantienen buenos indicadores de salud.
Lieberman sostiene que grandes cohortes poblacionales muestran menor riesgo de mortalidad alrededor de las siete horas de sueño, no de ocho, y que la duración ideal del descanso varía según la edad, el estado de salud y las condiciones individuales.
En la misma línea, la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño y la Sociedad de Investigación del Sueño recomiendan que los adultos duerman siete o más horas por noche, evitando fijar un número rígido. Las directrices de la Clínica Mayo coinciden en que siete horas suelen ser suficientes para la mayoría, aunque reconocen variaciones según factores como el embarazo, la deuda de sueño previa o el envejecimiento.
Datos recientes indican que más de un tercio de los adultos en Estados Unidos duerme menos de siete horas, lo que refuerza la importancia de priorizar la constancia y la calidad del sueño por encima de cumplir con una cifra específica.
Los investigadores advierten que dormir de forma crónica menos de siete horas o más de nueve puede estar asociado a mayores riesgos cardiovasculares y de mortalidad, por lo que recomiendan consultar a un especialista si se requiere un tiempo de sueño excesivamente prolongado de manera habitual.
Finalmente, los expertos coinciden en que mejorar la higiene del sueño —mantener horarios regulares, reducir la exposición a pantallas antes de dormir, limitar la cafeína y el alcohol, y dormir en ambientes adecuados— resulta más beneficioso que obsesionarse con alcanzar las tradicionales ocho horas.


