#Mundo:el mapa de las tradiciones navideñas en Europa #FVDigital

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Hay una frase sobre la Navidad del expresidente de Estados Unidos Calvin Coolidge que sirve para ilustrar el mapa de las tradiciones más clásicas, surrealistas y llamativas que se dan en estas fechas a lo largo y ancho de la Unión Europea. “La Navidad no es un momento ni una estación, sino un estado de la mente”, dijo en su día quien por primera vez elevó un árbol navideño en la historia reciente. Los países han ido incorporando, manteniendo o descubriendo nuevas dinámicas y hábitos que hacen que estas semanas sean -y sepan- distintas dependiendo de en qué punto de Europa nos encontremos.

España no sorprende tanto a quienes asumimos ya muchas de sus costumbres, como las doce uvas en fin de año, el caga Tio en Cataluña -literalmente una figura con forma de tronco que caga regalos-, el roscón de Reyes (el país celebra la entrega de regalos el 6 de enero en lugar del 24 de diciembre, aunque el segundo día ya se va imponiendo). En el Mediterráneo, además, se saltan olas en el mar con motivo del año que entra, asociando ese nuevo ‘capítulo’ vital con una serie de deseos. Portugal también se suma a algo parecido con la gente sentada en familia alrededor de grandes hogueras en el llamado Madeiro.

En general, las navidades en la Unión Europea conforman un mosaico fascinante de tradiciones que mezclan rituales paganos, costumbres religiosas y curiosidades modernas. Desde criaturas aterradoras que recorren las calles hasta postres cargados de simbolismo, el continente vive diciembre con una intensidad cultural que varía de región en región. En muchos países, la temporada comienza incluso antes de diciembre, marcada por mercados centenarios, procesiones de luz y visitas de personajes legendarios.

Las luces de Navidad son también un reclamo -no solo en ciudades como Vigo, también en grandes capitales europeas– y cada vez se ponen más de moda; pero los reyes en esto son los países de Europa central, convertidos en escenarios de cuento: es el caso de Alemania y Austria, pero también de Bélgica, Luxemburgo y Países Bajos. En las plazas, el aroma del Glühwein (el vino caliente) y del pan de jengibre acompaña a los visitantes mientras compran artesanías tradicionales. Pero no todo es dulce: en Austria aparece el Krampus, un ser diabólico que participa en ruidosos desfiles para asustar a los niños traviesos: todo se convierte en un espectáculo de luces, leyendas y ambientes dignos de ser recordados.

Por otro lado, Francia e Italia, celebran la Navidad con mesas exuberantes y un profundo sentido de convivencia; dignas escenas del sur de la UE en torno a la gastronomía y no tanto a costumbres de índole religiosa. El Réveillon francés combina ostras, foie gras y champán antes del emblemático Bûche de Noël, mientras que en Italia la tradición culmina con la llegada de la Befana, una bruja buena que reparte dulces el 6 de enero, como los Reyes en España. Además, las uvas se cambian por lentejas como plato típico en la última noche de año. En pueblos del sur, los presepi viventi recrean escenas del nacimiento con actores locales, dotando a las fiestas de un aire teatral y comunitario.

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No es esa foto muy distinta a la que se da en algunos países del Este. Por ejemplo, Polonia y la República Checa mantienen tradiciones que tienen también un fuerte simbolismo familiar. En Polonia, la cena de Wigilia no comienza hasta que aparece la primera estrella del cielo, y siempre se deja un plato extra por si hay “un viajero inesperado”. En la República Checa, mandan las llamadas a la suerte y la pedida de deseos: desde cortar manzanas para prever la suerte hasta lanzar zapatos que supuestamente anuncian bodas futuras. Además, mantienen la costumbre de tener una carpa viva para las cenas familiares; esa carpa, de hecho, se mantiene en buen estado en la bañera de las casas, en las que también se visualizan como elemento decorativo.

No se libran los nórdicos de tantas tradiciones particulares. Suecia inaugura su temporada festiva con la procesión de Santa Lucía, donde niñas vestidas de blanco portan coronas de velas que simbolizan la llegada de la claridad en pleno invierno. Encontramos también el llamado Julbock, la gigantesca cabra de paja que cada año se convierte en protagonista porque los intentos de ser quemada son parte de esta tradición ligada a la mitología; de nuevo el paganismo por encima de la religión.

Finlandia tiene una mención especial: cuando llega diciembre refuerza su condición de residencia oficial de Papá Noel en la localiad de Rovaniemi, convertida en una verdadera atracción turística. Pero este ‘postureo’ convive todavía con una costumbre muy arraigada: ir a la sauna en Nochebuena para purificarse antes de la celebración. En Dinamarca, por su lado, el protagonismo recae en el hygge, un ambiente de velas y mantas largas en Nochebuena en torno a las que degustar el risalamande, un arroz con leche que esconde una almendra a modo de regalo o sorpresa, como el haba o la figura en el roscón de Reyes.

Hay tantas Europas como europeos y tantas formas de celebrar la Navidad como países: desde el arraigo religioso hasta los deseos de buenaventuras en el futuro que viene, pasando por degustaciones inolvidables, costumbres arraigadas o seres que aparecen para alimentar mitologías. La Navidad en la UE, en realidad, es un viaje por formas de ser, de vivir y de recordar.



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