#Mundo:ni pacto del Mercosur, ni acuerdo para usar los activos rusos… y la calle en llamas #FVDigital

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Ha sido la semana de los bloqueos en la Unión Europea, y eso no es una buena noticia. Ha habido dos patadas hacia adelante y bloqueo que, de hecho, fue físico, literal. Los líderes de los 27 tenían dos grandes temas en agenda: la ratificación del acuerdo con Mercosur y el uso de los activos rusos congelados para ayudar a Ucrania; y ni una cosa ni la otra. Y mientras, fuera del cónclave político, un sector primario movilizado en las principales calles de la capital comunitaria, con cargas policiales, petardos, gases lacrimógenos y pancartas en contra de “las políticas suicidas”, dicen, de la UE para el campo.

Empezando por Mercosur, que es el cuento de nunca acabar. La negociación del acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur comenzó en 1999 y aunque esas conversaciones llegaron a buen puerto, el proceso va camino de eternizarse un poco más, a la vista de los acontecimientos. El objetivo principal fue facilitar el comercio entre ambos bloques y crear una gran zona de libre comercio. Sin embargo, las conversaciones avanzaron lentamente porque existían muchas diferencias, sobre todo en temas como la agricultura, la protección de industrias locales y las desigualdades económicas entre Europa y los países sudamericanos.

En 2019 se anunció un acuerdo político, considerado histórico por su tamaño e importancia internacional. A pesar de ello, el acuerdo todavía genera debates y dificultades para ser aprobado como se vio este mismo jueves en Bruselas. En Europa hay preocupaciones sobre el cuidado del medio ambiente, los derechos laborales y el impacto en los agricultores, habiéndose convertido este último punto en quizá el de más fricción para cerrar el pacto. Aun con estos obstáculos, el acuerdo UE-Mercosur representa un intento importante de fortalecer las relaciones entre ambas regiones y de impulsar la cooperación económica a largo plazo en un momento además de muchísima incertidumbre global.

¿Por qué se ha dado una patada hacia delante otra vez? Primero por el eterno ‘no’ a este pacto, el de Francia, que sigue haciendo de las suyas. “No hay un cheque en blanco”, avisó Emmanuel Macron en Bruselas ante los planes de firmar el pacto por fin este mismo fin de semana; París lleva días queriendo posponer la firma, y lo ha terminado logrando porque el texto político no le gusta y el acuerdo en sí tampoco, pero ahora la UE dispone de la opción de la mayoría cualificada. Los galos, con el paso del tiempo, han ido sumando a su bando a países como Polonia o Hungría, pero cada vez les salen menos las cuentas para bloquear.

Y entonces a Francia le ha salido un aliado: Italia ahora también recela… para sorpresa del Mercosur, que no se esperaba este giro de Giorgia Meloni. Roma quiere asegurarse de que la parte técnica está atada y bien atada y al mismo tiempo dar garantía a sus agricultores, que a la larga son un sector que a nivel electoral tiene mucha importancia. En realidad, Italia solo ha pedido tiempo y en las últimas horas fuentes diplomáticas han insistido en que el compromiso es que se firme en el mes de enero. De hecho, Meloni buscó ese margen con una llamada sobre el asunto con el presidente brasileño, Luis Inacio Lula da Silva.

“Si no está listo no puedo hacer nada”, se resignó precisamente Lula, que ha pasado a tener algo más de paciencia después de avisar que esto sería un “ahora o nunca”. Brasil dispone todavía de la presidencia rotatoria del Mercosur, y enero parece que será ya sí la fecha definitiva. “Si hemos esperado 25 años, podemos esperar 25 años y un día”, asumió por su parte el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que es uno de los grandes defensores del pacto: “Este acuerdo debe ser el primero de muchos”, dijo, destacando que la UE tiene que reforzar su potencia comercial.

La realidad es que el Parlamento Europeo y el Consejo han pactado las salvaguardias del acuerdo. La negociación ajustó el margen de incremento de importaciones o de caída de precios de una serie de productos sensibles importados desde el Mercosur que darían lugar a una investigación y posibles medidas por parte de la Comisión Europea: Bruselas y los gobiernos querían que fuera un 10% y la Eurocámara apostaba inicialmente por un margen más estricto, del 5%. Finalmente será del 8%, lo cual implica que el Ejecutivo comunitario tendría que investigar cuando se produzca un aumento en las importaciones de estos productos del 8% en comparación con la media de los tres años anteriores o si, por otro lado, el precio de dichas importaciones es al menos un 8% inferior al del producto europeo comparable.

Eso llevó a la rebelión del campo

El bloqueo también fue, de hecho, físico, en buena parte de la ciudad. La rebelión del campo confirmó este jueves con una gran marcha en Bruselas -con más de 7.300 agricultores de toda Europa, según la Policía belga- que el sector está contra el acuerdo… y contra los políticos que lo negocian. Los agricultores denuncian que el pacto les deja “en desigualdad de condiciones” respecto a América Latina, y piden que no haya “importaciones sin control”. 

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Para los agricultores, Europa y los políticos están ejerciendo “un complot contra el campo” y repiten el mensaje de que estas políticas van a perjudicar a las generaciones que vengan. Desde ASAJA, por ejemplo, recuerdan que “la agricultura siempre ha estado en el centro del proyecto europeo”, pero eso ahora ha cambiado. En su manifiesto critican “la paradoja” que se da ahora mismo: “La Comisión Europea habla de defender la agricultura pero las palabras no van acompañadas con hechos”. En ese punto, avisan: “Sin reciprocidad y sin salvaguardias efectivas no puede haber acuerdo”.

La UE se juega su sitio y su credibilidad

Lo cierto es que el texto del acuerdo político lleva 365 días cerrado después de 25 años y de ‘perderse’ una oportunidad en 2019. La UE estima que el pacto UE-Mercosur permitirá el ahorro de unos 4.000 millones de euros en aranceles al año. Esa ausencia de tasas, además de un aumento de las inversiones, intercambio de información y homologación de las condiciones son algunos de los puntos.

Pero debería cerrarse, ya sí, porque la UE se juega su credibilidad y su lugar en el mundo. El comercio se ha convertido en un arma política más, y a la Unión ya llegan muchos avisos: el espacio que deje si no refrenda el acuerdo con el Mercosur lo llenará China o incluso Rusia. Además, después de medio siglo no puede no haber acuerdo, porque como se repitió estos días en Bruselas no pactar supondría haber estado engañando a la contraparte durante muchísimo tiempo. De momento, enero dirá.

El otro gran tema: los activos rusos congelados

Esa alarma pospuesta sobre Mercosur coincidió en el tiempo otro de los grandes temas… y bloqueos de los últimos tiempos en Bruselas: el uso de los activos rusos congelados. Y lo cierto es que la UE tuvo que recurrir en la cumbre del Consejo Europeo a la opción B: los líderes de los 27, tras más de 15 horas reunidos, aprobaron dar un préstamo “sin intereses” mediante deuda común, para el corto plazo, que permita reforzar el apoyo a Ucrania mientras se busca el encaje definitivo de esos fondos congelados a Moscú, que sigue siendo la ‘madre’ de todos los debates. Esta ‘tercera’ vía supone una mezcla entre las dos que había propuesto Bruselas y aplaca los recelos de Bélgica (que alberga el 62% de esos activos, que ascienden a 210.000 millones) de un lado y de los países que tienen dudas en cuanto a las garantías que se puedan dar al recurrir a los fondos de Moscú confiscados en territorio europeo.

Fuentes comunitarias confirmaron que entre los jefes de Estado y de Gobierno hubo un largo debate sobre cómo cumplir el compromiso de cubrir las necesidades financieras de Ucrania para los próximos dos años, con una cantidad de alrededor de 90.000 millones de euros. El llamado préstamo de reparaciones, añadieron las fuentes, necesita más trabajo para que los gobiernos puedan examinar los detalles (aunque el debate sobre el tema lleva en marcha ya varias semanas); por eso se ha optado por una opción, en parte impulsada por Hungría, Eslovaquia y República Checa, que ha contentado a todos. Se trata, en realidad, de una financiación ‘puente’ para Kiev hasta que se pueda concretar un instrumento histórico como el planteado a través de los activos rusos.

Así, la UE ha encontrado una opción momentánea, algo más sencilla, mientras, dicen, se intentará progresar en la más compleja de la mano de la Comisión Europea. Eso sí, esa emisión de deuda guarda una cláusula para recurrir al artículo 20 de la llamada cooperación reforzada que permitiría que precisamente Hungría, Eslovaquia y República Checa pudieran quedarse fuera de esa fórmula.

“Hemos cumplido”, repitieron los líderes de las instituciones europeas, pero lo cierto es que, a la larga, en ambos temas se dio una patada hacia adelante: con Mercosur para ganar algo de tiempo, y con los activos rusos congelados y la deuda común para evitar que el bloqueo se eternizase. Esa es la razón de ser de la UE, ver como una victoria la opción que, de primeras, casi todo el mundo descartaba. La clave, otra vez, estuvo en la gestión de las expectativas.



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