#Mundo:”No poníamos la calefacción ni comíamos fuera de casa” #FVDigital

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Katie Donegan tenía solo 35 años cuando decidió dejar de trabajar para siempre. Su marido, Alan, cinco años mayor, tomó la misma decisión casi al mismo tiempo. Ahora, con 40 y 45 años, esta pareja británica posee una fortuna de dos millones de libras (unos 2.277.180 euros) y se dedican a viajar por el mundo y ofrecer cursos sobre cómo lograr la independencia financiera, recoge Daily Mail. Su historia se ha convertido en un ejemplo del movimiento FIRE (Financial Independence, Retire Early), que promueve la jubilación temprana gracias a un ahorro extremo y a la inversión a largo plazo.

La pareja se conoció en 2005 durante un proyecto de voluntariado en Costa Rica. Desde el principio, ambos compartieron una visión prudente del dinero. Tras comenzar a salir, tomaron una decisión poco habitual: mudarse con la madre de Alan para acumular lo suficiente para la entrada de una vivienda. Durante cuatro años ahorraron bastante y en 2010 lograron reunir 42.000 libras para dar la entrada de un comprar un piso de dos dormitorios.

Tres años después se casaron en una boda DIY (Do It Yourself), que costó 12.000 libras —una cifra muy inferior al presupuesto medio británico— y con la que pudieron celebrar su día con 180 invitados sin comprometer sus cuentas. Ese estilo de vida austero fue el punto de partida de una filosofía financiera que, con los años, se volvería mucho más ambiciosa.

Katie recibía un salario anual de 58.000 libras y Alan tenía ingresos de 63.000 libras. Pero no se conformaron con sus sueldos. Para maximizar sus ingresos, Alan montó su propio negocio en 2008 y Katie dio el salto a ser autónoma, lo que terminó multiplicando lo que ganaba. Esa decisión, arriesgada pero calculada, resultó clave: meses después de dejar su empleo, sus ingresos habían aumentado de forma significativa.

Cuando ya contaban con 291.000 libras ahorradas, decidieron acelerar el proceso con medidas de ahorro extremo: “No encendíamos la calefacción, ni comíamos fuera de casa, y utilizábamos cupones para las compras”. “Nos enfocamos en aumentar al máximo la diferencia entre lo que ganábamos y lo que gastábamos”, resume Katie.

El gran punto de inflexión llegó en 2015, cuando descubrieron el movimiento FIRE. Inspirados por sus principios, se propusieron una meta: alcanzar un millón de libras invertidas en solo tres años. Un objetivo que, aunque parecía desmesurado incluso para ellos, empezó a tomar forma gracias a una combinación de recortes drásticos y una estrategia agresiva de generación de ingresos.

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El método que siguieron para llegar a ese punto se basa en los pilares clásicos del FIRE: aumentar el margen entre ingresos y gastos; invertir ese margen en fondos baratos y globales; y centrarse en alcanzar un objetivo de patrimonio —no en una edad— para poder dejar de trabajar. 

En 2018 la pareja había acumulado 898.000 libras y decidió invertirlo todo en fondos indexados globales de bajo coste, principalmente de Vanguard. La total complicidad entre ambos fue fundamental. “Por las tardes dábamos largos paseos hablando de impuestos, inversiones e independencia financiera”, recuerda Katie.

La pareja dividió su estrategia en varias etapas. Primero, estabilizarse con un fondo de emergencia y evitar deudas de alto interés. Luego, crear de un margen entre ingresos y gastos: anotaban cada libra gastada y analizaban si aportaba valor real. Pequeños gestos sostenidos en el tiempo tuvieron un enorme impacto: solo al llevarse el almuerzo al trabajo y evitar comer fuera, lograron generar 40.000 libras de beneficio durante diez años, gracias a invertir ese ahorro.

Así, en abril de 2019 alcanzaron la cifra mágica: ingresos 25 veces su gasto anual. Ese es el umbral que muchos seguidores del FIRE consideran suficiente para retirarse, basándose en la llamada “regla del 4%”, que afirma que es posible vivir de forma indefinida retirando ese porcentaje de la inversión.



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