P. Profesor, ¿cómo calificar la tragedia del Río Tireo, donde murió Francisco Ortiz Báez?
R. Crimen de “lesa natura”, porque se trata de un doble asesinato contra la naturaleza: se mata al río y al “Hijo de Dios” que lo defendía… ¡Qué pena!
La naturaleza es un todo y fuera de ella no existe nada. La vida es el valor que se erige sobre todas sus bondades, donde el ser humano es la única de sus criaturas dotada de conciencia plena, que puede diferenciar lo bueno de lo malo, lo que procede o no, porque posee el don del discernimiento.
Ella, “mamá natura”, es un libro abierto, donde todas sus creaturas, todas sus especies, toda manifestación biológica, aprende las lecciones de vida, a todo lo largo de la existencia, porque si no lo hace, ahí mismo termina su historia, se para su reloj biológico y deja de girar la rueda de la evolución, el carruaje que a todos nos lleva hasta el único destino cierto: “la vida”.
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De ahí que nadie debe atentar contra la vida, porque nadie puede crearla, pues todas sus expresiones, tienen un mismo origen, parten de un mismo punto y a él tienen que regresar: “el vientre de la naturaleza”.
De todas las especies, solo la humana representa un peligro real contra las demás, mata sin necesidad y a voluntad. ¿Cómo se puede explicar aquello desde la esfera de la racionalidad? “¡Solo nosotros tenemos la capacidad de amar y odiar, sentimos “egoísmo” y por ello somos capaces hasta de “matar”!
Ayer fue Sixto Ramírez quien entregó su vida en la defensa del Río Nizao, hoy lo hace Francisco Ortiz por el río Tireo. Y nosotros ¿qué hacemos…? ¡Seguir indiferentes hasta que mueran todos los ríos! ¡Permitir que el agua, la sangre del planeta, también desaparezca!