#Salud: 3 síntomas que las mujeres mayores de 50 no deben ignorar (especialmente en la menopausia)

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Durante la menopausia muchas molestias se atribuyen a los cambios hormonales o al simple paso del tiempo, lo que hace fácil pasar por alto señales serias. El páncreas es un órgano pequeño escondido detrás del estómago que ayuda a digerir los alimentos y a regular el azúcar en sangre, y cuando aparece un tumor en esta zona suele detectarse tarde porque los síntomas son poco claros.

Por qué el cáncer de páncreas preocupa más a partir de los 50 y en la menopausia

A partir de los cincuenta años el riesgo de cáncer de páncreas aumenta, y en mujeres en menopausia este riesgo se suma a otros cambios en el metabolismo y en el peso. Actualmente, los registros siguen mostrando una supervivencia baja a cinco años, cercana solo a una de cada diez mujeres, sobre todo porque el tumor se descubre cuando ya está avanzado. Entre los factores de riesgo más frecuentes se encuentran el tabaquismo, la obesidad, la diabetes reciente o mal controlada, los antecedentes familiares de cáncer de páncreas, la pancreatitis crónica y un estilo de vida sedentario. La menopausia por sí sola no causa este cáncer, pero puede acompañarse de aumento de peso, cambios en la glucosa y alteraciones en las grasas de la sangre que refuerzan ese terreno de riesgo.

Ictericia: cuando la piel y los ojos amarillos son una señal de alarma

La ictericia aparece cuando la piel y la parte blanca de los ojos se vuelven de un color amarillo uniforme, a menudo acompañado de orina muy oscura, heces muy claras y picor intenso en todo el cuerpo. Algunas mujeres en menopausia piensan al principio que se trata de una piel apagada por el sol o por la edad, pero el tono de la ictericia es diferente, más marcado y evidente incluso en la luz natural. Este signo suele aparecer cuando el tumor del páncreas bloquea la vía biliar, que es el conducto por el que sale la bilis del hígado hacia el intestino. Ante cualquier cambio de coloración de este tipo, especialmente si aparece de forma rápida, es importante buscar una valoración médica lo antes posible.

Foto Freepik

Dolor abdominal y de espalda que no cede: una molestia que no hay que normalizar

El dolor típico relacionado con el cáncer de páncreas se localiza en la parte alta del abdomen, por detrás del estómago, y a veces se describe como dolor que se irradia a la espalda, en la zona lumbar media. Muchas mujeres lo confunden con problemas de columna, gases, úlcera o simples “dolores de la edad”, y toman analgésicos sin dar mayor importancia al síntoma. El dolor que debe preocupar es un dolor persistente, constante, que no mejora con los tratamientos habituales, que interrumpe el sueño o que aumenta al comer o al tumbarse boca arriba. Cuando el cuerpo repite ese mismo mensaje día tras día, conviene escucharlo y no restarle valor.

Pérdida de peso y falta de apetito sin motivo: un cambio que el cuerpo avisa

La pérdida de peso relacionada con el cáncer de páncreas suele ser rápida o progresiva pero sin buscarla, sin dieta ni aumento de ejercicio, y a menudo viene acompañada de falta de apetito y sensación de llenarse con muy poca comida. Muchas mujeres después de los cincuenta luchan contra el aumento de peso y pueden sentirse aliviadas al ver que adelgazan sin esfuerzo, aunque en este contexto ese “regalo” del cuerpo puede ser una señal de alarma. También es frecuente notar cansancio fácil, menos fuerza para las tareas diarias y cierta aversión a comidas grasas o muy condimentadas. En algunas mujeres aparece una diabetes reciente o una diabetes ya conocida se descontrola de forma brusca, pese a mantener la misma alimentación y el mismo tratamiento, lo que merece siempre una consulta médica.

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Cuándo acudir al médico y cómo hablar de estos síntomas sin miedo

Cuando una mujer mayor de cincuenta años nota ictericia, dolor abdominal con irradiación a la espalda o pérdida de peso y de apetito sin explicación durante varias semanas, es aconsejable pedir cita médica sin retraso. No todos estos síntomas significan cáncer de páncreas, pueden deberse a muchas otras causas, pero la única forma de saberlo es revisarlos a tiempo y, si hace falta, realizar pruebas de imagen y análisis de sangre. Ayuda mucho llegar a la consulta con una pequeña descripción escrita de los síntomas, cuándo empezaron, qué los mejora o empeora y cómo afectan al día a día, porque esa información orienta al profesional. También es útil anotar si ha aparecido una diabetes nueva, si el azúcar se descontrola o si hay antecedentes familiares de tumores digestivos. Hablar con claridad, expresar los miedos y no minimizar lo que se siente permite una atención más completa y da al equipo de salud la oportunidad de actuar antes.

Escuchar el propio cuerpo, sobre todo en la menopausia, significa aceptar que no todo es culpa de la edad y que algunos cambios merecen una mirada más atenta, sin pánico pero sin dejarlos pasar durante meses, confiando en que una consulta a tiempo puede marcar la diferencia en la salud futura.

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