#Salud: Si tienes estos síntomas, tu vitamina D podría estar peligrosamente baja

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¿Te sientes cansado todo el día, te duele la espalda y estás más triste de lo normal? Podría ser estrés, pero también puede tener que ver con tu vitamina D.

Síntomas clave que pueden avisar de una vitamina D peligrosamente baja

Cada cuerpo reacciona de forma distinta, pero cuando la vitamina D está muy baja suelen repetirse ciertos síntomas. Muchas veces aparecen varios al mismo tiempo y de forma suave, por eso se mezclan con el cansancio diario o con una mala racha.

Cansancio extremo y debilidad muscular que no se explican

No es solo estar perezoso, es sentir que el cuerpo pesa el doble. Por ejemplo, subir unas escaleras se hace cuesta arriba, cargar bolsas parece un esfuerzo enorme y hasta levantarte del sofá te agota.

La vitamina D ayuda a que el músculo funcione bien, por eso cuando falta aparece esa sensación de flojera general, como si no tuvieras fuerza en las piernas o en los brazos.

Dolor de huesos y espalda que se confunde con “dolor de siempre”

Otra señal típica es un dolor sordo y profundo en las piernas, las caderas, la espalda baja o las costillas. No es un pinchazo agudo, sino una molestia que acompaña todo el día y que se nota más al final de la jornada.

Mucha gente lo atribuye a la postura, al trabajo o a la edad, pero una deficiencia de vitamina D afecta al calcio en los huesos y, con el tiempo, puede aumentar el riesgo de fracturas, sobre todo en personas mayores.

Ánimo bajo, irritabilidad y dificultad para concentrarse

La cabeza también nota la falta de vitamina D. Varios estudios han visto que los niveles muy bajos se relacionan con más tristeza, más ansiedad y cambios de humor sin una razón clara.

Puedes sentirte apagado, sin ganas de hacer cosas que antes disfrutabas, o notar que te cuesta concentrarte en tareas sencillas, como leer o seguir una conversación larga.

Foto Freepik

Más resfriados y defensas bajas sin una causa clara

La vitamina D participa en el buen funcionamiento del sistema inmune. Cuando falta, es más fácil que “todo te pille”: resfriados encadenados, gripes cada invierno, infecciones que tardan en irse.

Esto, por sí solo, no prueba nada, pero si se suma a cansancio, dolores y ánimo bajo, se convierte en una pieza más del puzzle que conviene comentar con el médico.

Quién tiene más riesgo de tener la vitamina D muy baja sin saberlo

No todas las personas tienen el mismo riesgo de deficiencia. Existen grupos en los que los niveles bajos son mucho más frecuentes, incluso aunque se sientan “más o menos bien”.

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Poca exposición al sol, piel oscura y edad avanzada

La principal fuente de vitamina D es la luz del sol sobre la piel. Quienes casi no salen al exterior, trabajan siempre en interiores, viven en residencias o usan mucha ropa por motivos culturales producen mucha menos vitamina D.

Las personas con piel oscura necesitan más tiempo de sol para generar la misma cantidad y las personas mayores tienen una piel que fabrica menos vitamina D con la misma luz.

Dieta pobre en pescado, huevos y lácteos enriquecidos

La comida aporta menos vitamina D que el sol, pero también cuenta. Una alimentación con muy poco pescado azul, casi ningún huevo y lácteos o cereales no enriquecidos aumenta el riesgo.

Cuando esta dieta pobre se junta con poca exposición solar, la probabilidad de tener una deficiencia importante crece de forma clara.

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Qué hacer si crees que tu vitamina D está peligrosamente baja

Si reconoces varios de estos signos y llevan semanas contigo, lo más prudente es pedir cita. El médico escuchará tus síntomas, revisará tus antecedentes y tus hábitos de vida y valorará si tiene sentido pedir un análisis de sangre.

En esa analítica se miden los niveles de vitamina D y se ve si están dentro del rango adecuado o si están bajos. A partir de ahí, el profesional decide si necesitas tratamiento y de qué tipo.

Cómo subir la vitamina D con sol, alimentos y suplementos seguros

En general, hay tres vías que suelen combinarse. Una es aumentar la exposición moderada al sol, unos minutos al día en cara y brazos, sin quemarte y con sentido común. Otra es cuidar la alimentación e introducir más alimentos ricos en vitamina D, como pescado azul, huevos y lácteos o productos enriquecidos.

La tercera son los suplementos, que solo deben tomarse cuando un profesional lo indica. Demasiada vitamina D también puede ser peligrosa, por eso la clave está en seguir las pautas y mantener hábitos a largo plazo, no buscar soluciones rápidas.

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