Luis Miguel De Camps destaca liderazgo estudiantil en Modelo Internacional de Naciones Unidas

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Por Kelvin Ortiz Faña

En un contexto político a menudo marcado por confrontaciones, resulta necesario reconocer los esfuerzos que apuntan a formar ciudadanos capaces, críticos y conscientes. La participación del ministro de Educación, Luis Miguel De Camps, en la décimosexta edición del Modelo Internacional de Naciones Unidas (MINUME) envía un mensaje claro sobre el tipo de país que se aspira construir.

De Camps no se limitó a observar desde la distancia. Se sumergió en los comités, preguntó, debatió, escuchó y validó la voz de los jóvenes del sistema público. En un país donde los estudiantes de escuelas públicas a menudo se sienten relegados, verlos asumir roles diplomáticos, defender posiciones y argumentar con madurez es una señal alentadora. El mérito del MINUME y del acompañamiento institucional radica en abrir espacios donde la juventud es el centro.

Estuve presente y pude palpar la importancia de este evento. Cuando De Camps afirma que los jóvenes “no son solo el futuro, sino el presente”, no recurre a una frase hecha. Lo demostró al juramentar a 450 delegados como “Agentes al 100”, una estrategia que busca vincular liderazgo estudiantil, ciudadanía y compromiso social. La educación no se agota entre cuatro paredes; se completa cuando los estudiantes debaten, dudan, cuestionan y proponen.

En una sociedad que demanda disciplina, pensamiento crítico, empatía y criterio, estos modelos educativos dejan de ser un lujo académico para convertirse en una necesidad nacional. El Modelo Internacional de Naciones Unidas no es un simple evento estudiantil: es, como dijo el ministro, un “laboratorio de pensamiento”. En ese espacio se afinan habilidades que el país necesita urgentemente: diplomacia, negociación, análisis y resolución de conflictos.

De Camps acierta al reconocer que la escuela, la familia y la comunidad deben funcionar como una tríada. Los estudiantes no pueden cargar solos con la misión de transformar el país. El liderazgo se acompaña, se orienta y se modela desde el ejemplo.

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Este tipo de iniciativas no pueden ser episodios aislados. La escuela pública necesita más modelos, más debates y más oportunidades que conecten a los estudiantes con el mundo real. Cada experiencia como MINUME es una chispa que puede convertirse en liderazgo colectivo. El testimonio de estudiantes como Perla Durán lo confirma: el liderazgo no se aprende memorizando, se construye participando.

El país se encamina hacia retos educativos, tecnológicos y sociales cada vez más complejos. ¿Se apostará por una generación que debate, piensa y lidera, o se seguirá administrando el sistema educativo como un simple trámite burocrático? El gesto de Luis Miguel De Camps parece apostar por lo primero. Aunque queda mucho camino por recorrer, reconocer lo que avanza también forma parte del compromiso con la verdad.

Porque si hay algo que la educación dominicana necesita hoy más que nunca es liderazgo. No solo en las aulas, sino también en las instituciones que deben impulsarla.

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**REDACCIÓN FV MEDIOS**