#Salud: Esta es la razón por la que los bebés no deben usar zapatos antes de cumplir 1 año

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Cuando el bebé empieza a ponerse de pie, muchos familiares tienen la misma idea: comprarle sus primeros zapatos bonitos. Pero la mayoría de podólogos, osteópatas y pediatras coinciden en algo claro, durante el primer año, los pies del bebé necesitan estar descalzos o casi descalzos la mayor parte del tiempo. Sus pies son muy delicados, están en pleno desarrollo y piden libertad, contacto con el suelo y movimiento, no estructuras rígidas.

Cómo se desarrollan los pies del bebé y por qué necesitan estar libres

El pie del bebé no es una versión pequeña del pie adulto, que tiene mucho cartílago, es blando, redondeado y ocupa más espacio del que parece por la grasa del bebé. Esa suavidad hace que el pie del bebé sea muy moldeable, por eso cualquier presión mantenida puede deformarlo con facilidad.

Además, en los pies hay muchas terminaciones nerviosas que envían información constante al cerebro. Cuando el bebé está en una manta, en tu regazo o sobre el suelo, sus pies se doblan, agarran, se apoyan y se separan, como si fueran pequeñas manos. Así descubre dónde está su cuerpo y qué puede hacer con él.

Ese contacto directo con el suelo fortalece músculos, ligamentos y huesos. También ayuda a que el bebé mejore su equilibrio y su coordinación, porque aprende a ajustar cada apoyo. En cambio, los zapatos rígidos pueden frenar su crecimiento natural, limitar el movimiento de los dedos y reducir las sensaciones tan valiosas de esta etapa.

Pies descalzos, desarrollo sensorial y equilibrio

Cuando el pie toca distintas superficies, el bebé recibe mucha información: textura, temperatura, suavidad o rugosidad, incluso pequeñas irregularidades. Esa información viaja al cerebro y le ayuda a orientarse en el espacio y a preparar la futura marcha.

En la etapa en la que se agarra a los muebles y se pone de pie, el bebé necesita sentir bien el suelo para corregir su postura. Si la suela es gruesa o dura, pierde parte de esas señales y le cuesta más ajustar sus apoyos. Descalzo, o con una protección muy fina, su cuerpo aprende solo qué apoyo es más seguro.

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Cuándo evitar los zapatos y qué ponerle al bebé en su lugar

Antes de los primeros pasos autónomos, el bebé no necesita zapatos. Lo ideal es que esté descalzo siempre que el entorno sea seguro y la temperatura agradable. En casa, sobre una alfombra limpia o suelo liso, los pies libres son la mejor opción.

Cuando hace frío, se puede proteger con prendas suaves que solo aporten abrigo. El problema aparece cuando se usan zapatos rígidos y pesados, ya que pueden desequilibrar al bebé, cambiar su postura e incluso hacer que camine de forma rara para compensar el peso extra.

Calcetines, patucos y suelas blandas para proteger sin dañar

Para el día a día, unos calcetines normales bastan para abrigar. Si el bebé gatea o se pone de pie en superficies muy lisas, los calcetines antideslizantes ayudan a evitar resbalones sin bloquear el movimiento del pie. En la calle, cuando va en carro o en brazos, unos patucos muy suaves son suficientes.

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Estas opciones no aprietan, no cortan la circulación y no limitan la movilidad. El pie puede doblarse, abrir los dedos y apoyar como necesita. Por eso se repite tanto que el bebé no necesita zapatos de “mini adulto” durante el primer año, lo que necesita es calor, libertad y seguridad.

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Cuándo sí poner zapatos al bebé y cómo elegir el modelo adecuado

Los zapatos se vuelven necesarios cuando el niño camina solo en el exterior, en superficies irregulares como la acera, el parque o el campo. La edad suele estar entre los 10 y los 18 meses, pero lo importante no es el calendario, sino su nivel de autonomía al andar.

En ese momento, el zapato ideal tiene suela fina y muy flexible, es ligero y de material transpirable, como piel blanda o lona. Debe sujetar el pie sin apretar el tobillo, dejar algo de espacio delante de los dedos y acompañar el movimiento natural, no dirigirlo. Conviene revisar la talla con frecuencia porque el pie crece rápido y el zapato que hoy parece bien, en pocas semanas puede quedar justo.

No es buena idea heredar zapatos ya muy usados. Cada pie desgasta el calzado de forma distinta y esa forma marcada puede obligar al nuevo niño a apoyar mal. Mejor reservar la herencia para ropa o patucos blandos.

Errores frecuentes al comprar zapatos para bebés

Un fallo muy típico es elegir zapatillas tipo adulto solo por estética, con suelas gruesas y rígidas que pesan mucho para un pie tan pequeño. Otros adultos optan por botas muy altas que bloquean el tobillo, pensando que así el bebé va “más sujeto”, cuando en realidad le cuesta más doblar la pierna y ajustar el paso.

Los zapatos demasiado duros pueden hacer que el niño camine como un robot, mirar al suelo todo el tiempo y tropezar más. También alargan la fase de marcha insegura, porque el pie no recibe la información que necesita para aprender. Además, reutilizar zapatos del hermano o la prima favorece malos apoyos, ya que esa suela está adaptada a otro pie. La salud del pie es más importante que las fotos bonitas, por muy adorables que sean los zapatitos.

Las familias pueden relajarse, no hace falta correr a la zapatería en cuanto el bebé se pone de pie. Mejor observar cómo explora el mundo con sus pies, disfrutar de esa etapa y, cuando llegue el momento adecuado, elegir con calma un calzado ligero y flexible que acompañe todo lo que ya ha aprendido descalzo.

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