
Qatar debía ser un vía crucis para Williams. Carlos Sainz llegó al paddock el jueves con pocas dudas: este podría ser el peor fin de semana del año. El equipo llevaba días advirtiendo que Losail, un circuito de curvas rápidas y de apoyo constante, era justo el punto débil del FW47. Pero la Fórmula 1 tiene estas cosas: a veces, cuando esperas la tormenta, aparece el oasis.
El viernes dejó una imagen contundente: Williams es fuerte en Qatar. Muy fuerte. Tanto, que puede ser perfectamente la cuarta fuerza del fin de semana, por delante de una Ferrari que ha naufragado desde la primera vuelta de Libres 1. La clasificación sprint lo terminó de confirmar.

Sainz firmó un octavo puesto que sabe a más, porque estuvo a solo una décima de la quinta posición. Y lo realmente significativo no es solo su rendimiento —ya una tendencia clara en este final de temporada, donde el español está superando de forma constante a un Albon más irregular— sino que los dos coches entraron en la SQ3, algo que Williams no veía desde hace mucho.
“Éramos más rápidos de lo esperado desde el principio de los Libres 1. Me da esperanzas ver que el coche rinda a buen nivel este fin de semana“, explicaba un Sainz visiblemente satisfecho. “Esperábamos estar fuera de la SQ1 y hemos llegado con ambos coches a la SQ3 por primera vez en bastante tiempo, así que esperanzador”.
La clave: una configuración que jamás habrían montado
El punto más sorprendente del viernes no fue el resultado… sino cómo Williams lo consiguió.
A la pregunta de por qué rinde tan bien el coche, Sainz soltó la revelación: “Hemos experimentado con la configuración del coche y hemos optado por una configuración que nunca hubiéramos puesto. Y nos hemos adaptado a este estilo de curva y parece que el coche está funcionando”.
Williams llegó a Qatar sabiendo que, si no arriesgaban, se hundirían en la zona media. Y arriesgaron. Mucho. Una configuración radical, casi un “todo o nada”, que en cualquier otro fin de semana habrían descartado. Y el tiro ha salido perfecto.
“Estoy contento de que el equipo siga experimentando, de que sigamos empujando. Cuando probamos configuraciones radicales, creo que aprendo mucho del coche y del equipo, y este fin de semana está siendo un experimento positivo“, añadía.
El arma secreta: el neumático duro
El rendimiento del FW47 sigue un patrón que ya es familiar: cuanto más duro es el neumático, más competitivo es el coche. Y Qatar lo ha amplificado.
“Con el neumático duro era casi primero en los Libres 1, entre los cinco mejores con los medios… y con los blandos en la Q3 los demás han encontrado más tiempo de vuelta“, resumía Sainz. Esa desventaja con el blando explica que solo fuese octavo, pero también abre la puerta a algo mayor: Williams tiene ritmo de equipos top con el duro.
Eso significa que tanto la sprint como la carrera del domingo —donde los medios y duros serán protagonistas— se convierten en una oportunidad real para sumar puntos con ambos coches.
Y a eso se suma el contexto: Williams tiene virtualmente asegurada la quinta posición del Mundial de Constructores, un resultado impensable a comienzos de año. El objetivo ahora es cerrar 2025 con un último golpe encima de la mesa y mirar a 2026 —donde cambia el reglamento— con un impulso moral enorme.
De “será nuestro peor fin de semana” a un viernes que ilusiona
En unas pocas horas, Williams ha pasado de esperar un desastre a permitirse soñar.
“He acabado octavo a solo una décima del quinto y es una pena, porque nos podría haber dado una mejor posición para la carrera de mañana“, lamentaba Sainz. Pero la sensación general es positiva. Mucho.
Si mañana confirman el ritmo, si la estrategia acompaña y si ese coche “de configuración loca” sigue funcionando, Williams puede convertir un fin de semana que parecía condenado al fracaso en uno de los mejores cierres de temporada de su historia reciente.
Y Sainz, otra vez, al frente de la revolución azul.
Las mejores fotos de la qualy sprint del viernes en Qatar
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