#Salud: este dolor por la noche podría revelar una deficiencia de vitamina D

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Muchas personas se acuestan con dolor en las piernas o la espalda y piensan que es solo estrés, mala postura o un día largo de trabajo. Sin embargo, cuando esos calambres nocturnos se repiten y llegan a despertar en plena noche, con sensación de tirón o de rigidez, a menudo detrás hay algo más que cansancio.

En varios países occidentales, los estudios muestran que una gran parte de la población presenta deficiencia de vitamina D durante el otoño y el invierno, cuando el sol es escaso y se pasa más tiempo en interiores. Esto tiene un impacto directo en músculos, huesos y defensas. El objetivo de este texto es ayudar al lector a reconocer las señales, entender por qué aparecen y qué cambios sencillos pueden apoyar un mejor equilibrio.

Dolor nocturno, calambres y cansancio: cuando pueden ser falta de vitamina D

Cuando el organismo tiene poca vitamina D, el dolor suele llegar en silencio al final del día. Son frecuentes los calambres que despiertan de madrugada, las molestias musculares en pantorrillas, muslos o espalda baja y una sensación de pesadez en las piernas al acostarse. También puede aparecer un dolor sordo en caderas o columna que se nota más al estar en reposo.

Muchas personas atribuyen estos signos a una silla incómoda, a un colchón viejo o al estrés emocional, lo que retrasa la consulta médica. A estos síntomas se suman con frecuencia fatiga persistente, infecciones respiratorias repetidas, debilidad al cargar bolsas o subir escaleras y cambios en el estado de ánimo, con más irritabilidad o apatía.

Por qué la falta de vitamina D afecta más por la noche

La vitamina D ayuda a que el cuerpo utilice el calcio y el fósforo de forma correcta, lo que mantiene firmes los huesos y favorece el tono muscular. Cuando falta, los músculos se vuelven más sensibles, aparecen espasmos y tirones, y los huesos pueden doler, sobre todo en la zona lumbar, caderas y piernas.

El dolor muchas veces se nota más al acostarse, porque el cuerpo ya no está distraído con las tareas del día y la persona percibe cada molestia con más claridad. Investigaciones recientes relacionan además la vitamina D con la regulación del sueño y con la producción de melatonina, la hormona que marca el ciclo sueño vigilia, lo que ayuda a explicar esos despertares nocturnos con dolor y sueño poco reparador.

Vitamina D, la vitamina del sol: causas de la deficiencia y señales de alarma

La llamada vitamina del sol participa en la salud ósea, en la fuerza muscular, en el sistema inmunitario y tiene un papel en el equilibrio del ánimo. La principal fuente no está en los alimentos, sino en la piel, que fabrica vitamina D cuando se expone a la luz solar. El problema es que la vida actual se desarrolla casi siempre bajo techo, con trabajo de oficina, pantallas y desplazamientos en coche.

En otoño e invierno, la radiación solar es más débil y muchas personas apenas reciben luz directa. En algunos países europeos se ha descrito que hasta ocho de cada diez adultos no alcanzan niveles adecuados de vitamina D en los meses fríos. Una simple analítica de sangre permite conocer la cifra y valorar si hay déficit.

Foto Freepik

Hábitos diarios que bajan los niveles de vitamina D

Corren más riesgo quienes pasan casi todo el día en interiores, viven en zonas con poco sol, usan ropa muy cubierta, tienen piel muy oscura o son personas de edad avanzada. También influyen algunos problemas digestivos que dificultan la absorción de grasas. La dieta ayuda, pero solo aporta una parte del total necesario.

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Conviene recordar que alimentos como el salmón, la sardina, el atún, el hígado, el huevo y los lácteos o cereales enriquecidos son buenos aliados para sumar vitamina D, aunque por sí solos rara vez compensan la falta de sol en pleno invierno.

Otros síntomas discretos que acompañan al dolor nocturno

Además del dolor nocturno, la deficiencia puede acompañarse de infecciones de garganta o bronquios más frecuentes, sensación de falta de energía desde primera hora, dificultad para levantarse de una silla sin impulso con las manos y mayor tendencia a la tristeza o desánimo.

Varios trabajos científicos relacionan los niveles bajos de vitamina D con dolor musculoesquelético crónico y peor calidad de sueño. Por eso se recomienda no ignorar la combinación de calambres nocturnos, cansancio injustificado y ánimo bajo, y comentar este patrón con el profesional de salud de referencia.

Qué hacer si aparece dolor por la noche: exposición al sol, alimentación y suplementos

Ante la sospecha de falta de vitamina D, el primer paso razonable es solicitar una valoración médica y una analítica. A partir de ahí, las medidas suelen apoyarse en tres pilares: más contacto sensato con el sol, mejor elección de alimentos y, cuando corresponde, suplementos de vitamina D.

La exposición solar debe ser moderada, con unos minutos diarios sobre cara y brazos según el tipo de piel y la estación, y siempre con prudencia para proteger la piel. Los suplementos, a menudo en forma de vitamina D3 en aceite, se reservan para situaciones en que el médico lo considera útil, sobre todo en personas mayores, individuos con poca exposición solar o con enfermedades que limitan la absorción. El abuso sin control puede elevar en exceso el calcio en sangre y dañar los riñones, de modo que la automedicación no es una buena idea.

Pequeños cambios que pueden marcar la diferencia

Pequeños gestos diarios pueden aliviar los calambres nocturnos y apoyar un sueño más profundo. Pasar un rato al aire libre cada día, incluir más pescado azul, huevos y productos enriquecidos en el menú y seguir las pautas de suplementación indicadas por el profesional permiten, con el tiempo, mejorar el tono muscular y reducir ese dolor que aparece al apagar la luz. Prestar atención a estos síntomas discretos y cuidar los niveles de vitamina D forma parte de una forma de vida más consciente, en la que el descanso nocturno deja de ser un problema y se convierte de nuevo en una fuente real de energía.

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