Una mujer de 24 años denunció un presunto manejo clínico inadecuado ocurrido en un centro de salud durante septiembre pasado. Según su testimonio, una cesárea realizada el 5 de septiembre por “preeclampsia leve” derivó en complicaciones que incluyeron afectación intestinal e infección en la cavidad abdominal.
La paciente afirma que sus señales de alarma fueron minimizadas y que una segunda intervención quirúrgica, realizada dos días después, dejó una abertura extensa sin la atención posterior adecuada. También describe un entorno con fallas en la limpieza, restricciones para comunicarse con su familia y procedimientos realizados sin su autorización, incluido uno de carácter definitivo que asegura no haber aprobado.

De acuerdo con su relato, tras recibir el alta al día siguiente de la cesárea, experimentó molestias abdominales, distensión y dificultad para acostarse. La mujer señala que envió mensajes a la profesional tratante solicitando una sonografía porque “la barriga se me está hinchando”, sin obtener una respuesta efectiva. El centro médico atribuyó las molestias a falta de evacuación.
El 8 de septiembre regresó al hospital, donde las primeras imágenes médicas indicaron presencia de “líquido amniótico”, diagnóstico que posteriormente no coincidió con los hallazgos. Esa misma madrugada fue intervenida nuevamente. Según un informe que cita, el equipo médico encontró áreas intestinales con daño y desechos en la cavidad abdominal. El hospital atribuyó el cuadro a una apendicitis que “se rompió”, pero ella insiste en que no presentó señales previas compatibles con esta condición.
La paciente sostiene que el 19 de septiembre recibió el alta directamente desde la unidad de cuidados intensivos, sin pasar por una sala de recuperación y con la abertura abdominal comprometida. Describe condiciones de higiene insuficiente, cambios de sábanas irregulares, manipulación de drenajes sin claridad y momentos de sedación durante las horas de visita familiar.
Ese mismo día, sus familiares la trasladaron a un centro privado donde una sonografía sugirió acumulación de pus y un hemograma reflejó valores elevados de glóbulos blancos. Fue ingresada nuevamente a cuidados intensivos y recibió tratamiento antibiótico intensivo durante aproximadamente doce días.
Al revisar su expediente médico días después, la mujer encontró una firma atribuida a ella para autorizar un procedimiento definitivo que asegura nunca haber aprobado. Señala que la firma no coincide con su caligrafía y que falta la rúbrica obligatoria de un familiar.
Actualmente mantiene una abertura que continúa cerrándose desde septiembre, con limitaciones físicas y dificultades para retomar su actividad laboral. Afirma que no ha recibido respuestas claras del centro de salud, incluso después de enviar fotografías de la lesión al director. La paciente ha contratado representación legal y planea avanzar con acciones formales. Concluye solicitando a las autoridades una investigación independiente que permita aclarar los hechos y garantizar un proceso transparente.
**REDACCIÓN FV MEDIOS**


