
España y otros 35 países se han plantado en contra del segundo y último borrador que ha presentado este viernes Brasil como Presidencia de la Cumbre del Clima que hoy debía clausurarse en la ciudad amazónica de Belém y que no incluye una “hoja de ruta” para una transición “ordenada y equitativa” hacia el final de los combustibles fósiles. Organizaciones ecologistas como Greenpeace o el medio centenar de asociaciones europeas agrupadas en la Red Internacional de Acción Climática(CAN) también han rechazado unos textos que “no logran aumentar la ambición, proteger los bosques ni garantizar la financiación necesaria” para ayudar a los países vulnerables a adaptarse a los estragos climáticos.

“Vinimos con el objetivo claro de que el objetivo del 1,5ºC [de calentamiento global máximo] siguiera siendo alcanzable y estuviera alineado con la ciencia. Hoy estamos en una situación difícil, hemos visto el texto y no es suficiente y tenemos tiempo para mejorarlo. Necesitamos asegurar que de esta COP sale un plan claro para cerrar la brecha de implementación que hemos visto en las últimas décadas”, ha afirmado la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, en la rueda de prensa que han dado este viernes los ministros de los países firmantes de una declaración que ha rechazado la última propuesta de la Presidencia brasileña de la Cumbre del Clima de Belém porque no servirá para evitar el calentamiento global.
En una carta remitida a Brasil, 16 de los 27 países de la UE, entre ellos España, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras y México y Panamá de América Latina y también países que directamente están el riesgo de desaparición como las islas del Pacífico Tuvalu y Vanuatu han manifestado su “profunda preocupación” por una propuesta que plantea un mayor compromiso para reducir emisiones para mitigar el cambio climático como una cuestión de “tómalo o déjalo” y en el que no aparece “una hoja de ruta para poner en marcha una transición justa, ordenada y equitativa hacia el fin de los combustibles fósiles”. Esto es lo que desde hace días lleva reclamando en la COP30 una iniciativa llamada “Beyond Oil and Gas”, promovida por Colombia y a la que se sumó España la semana pasada y que, fuentes de la Cumbre, aseguraban en días pasado que se habían adherido hasta 80 países, 44 más de los que este viernes han rechazado el texto de conclusiones de la Cumbre del Clima de Belém y entre los que no figuran tampoco ni Estados Unidos, ni China ni la India y por supuesto tampoco, países productores.
“En su forma actual, la propuesta no cumple las condiciones mínimas que se requieren para un resultado creíble de la COP“, han advertido los países firmantes.
Incendio y cita en Colombia
Después de la tarde de este jueves difícil, así como de la noche que la siguió, en la que las delegaciones tuvieron que ser evacuadas de las instalaciones de la COP a causa de un incendio, los países ha recibido a primera hora de este viernes un nuevo borrador de conclusiones elaborado por Brasil en el que, frente a la pretensión de España y otros países, de establecer medidas y un calendario claro para aplicar el compromiso que se alcanzó hace dos años para abandonar el uso de combustibles fósiles, lo que aparecen son iniciativas “voluntarias” de los países. Se podrán sumar si quieren reforzar sus compromisos para reducir emisiones en sus planes nacionales, sobre los que en esta Cumbre del Clima también ha quedado claro que existe una gran “brecha” entre lo que unos y otros están dispuestos a hacer para no superar el 1,5ºC de calentamiento de la atmósfera con respecto a niveles preindustriales que se acordó en París hace ahora justo 10 años.
Como alternativa, Colombia ha anunciado la convocatoria de una “conferencia internacional” que se celebrará en abril del año que viene en Santa Marta y a la que están convocado los países dispuestos a comprometerse a un abandono de los combustibles fósiles, ha dicho en la rueda de prensa su ministra de Medio Ambiente, Lena Estrada. En su intervención poco después, Aagesen ha confirmado su asistencia. “Estaremos en Santa Marta y espero que todos podamos tener una historia de éxito que contar para futuras generaciones”, ha dicho.
Acelerón voluntario contra el calentamiento global
En línea con las ideas que estos días previos había ido lanzando sobre la “coalición de los dispuestos”, Brasil plantea “lanzar” un “Acelerador Mundial de Implementación”, una “iniciativa voluntaria” para “acelerar” el cumplimiento del Acuerdo de París, impulsar la cooperación internacional entre todos los actores para mantener el 1,5ºC al alcance y apoyar a los países a aplicar sus planes nacionales”.
Sin rastro tampoco de medidas concretas, vinculantes y generales, también plantea otro “lanzamiento”, de “La Misión Belém al 1,5” para “habilitar la ambición y aplicación de los planes nacionales” para reducir emisiones, que, según el propio borrador de conclusiones, solo han presentado 122 de los casi 200 países de la ONU mientras que 80 de ellos tienen planes a largo plazo para recudir las emisiones de gases efecto invernadero.
El grupo de países que rechazan el texto, entre ellos España, también lo consideran “insuficiente” por lo que respecta a “resultados concretos sobre financiación, tecnología y desarrollo de capacidades”. También y a pesar de tratarse de una Cumbre del Clima celebrada en plena Amazonía y presidida por un países como Brasil, que defendía antes de empezar un acuerdo contra la deforestación, también señalan que es “profundamente preocupante” la “exclusión de una hoja de ruta para afrontar la interdependencia entre el clima y la naturaleza, particularmente para detener la deforestación”. “No reflejarlo es una señal de que incluso los asuntos menos controvertidos pueden acordarse”, señalan en los compases finales de una COP30 que se ha celebrado en un contexto muy poco propicio para el multilateralismo y en el que el negacionismo climático gana enteros.
Al igual que el grupo de 36 países del que forma España, las organizaciones ecologistas que participan en las negociaciones de la COP también han rechazado el texto. “Los actuales objetivos de reducción de emisiones para 2035 están muy lejos de lo necesario y este texto de Mutirão tampoco ayuda a aumentar la ambición, ya que contribuye muy poco a salvar la brecha de ambición del 1,5 °C o a impulsar a los países a acelerar la acción. No hay otra opción: los países deben rechazarlo y devolverlo a la Presidencia para su revisión”, ha declarado Tracy Carty, experta en política climática de Greenpeace Internacional, que ha indicado que, dado el “apoyo creciente” que había suscitado días atrás la iniciativa para poner medidas y un calendario concreto para ir abandonando el petróleo y el gas, “el resultado de Belém debe incluirla”.
Ayuda a adaptación
Por lo que respecta a la financiación de la adaptación al cambio climático, que de lo que se trataba era de establecer cómo gobiernos y sector privado debían contribuir al fondo de 1.300 millones anuales acordado para los países en desarrollo tampoco satisface a los países firmantes de esta carta, que ven poca ambición a la hora de ponerlo en práctica, y a las organizaciones ecologistas.
El texto reconoce que los países desarrollados deben destinar recursos financieros para ayudar a los países en desarrollo y mantiene el status quo de hacer que la contribución de países como China e India, que antes eran economías en desarrollo pero que hoy son gigantes, siga siendo “voluntaria”. También se reafirma en “escalar” la contribución, para que sea de 1.300 millones de dólares al año en 2035. Sin embargo, no hay mención a cómo se hará esta contribución.
“Las finanzas también son una víctima en este último texto. Las propuestas de triplicar la financiación para la adaptación y establecer un programa de trabajo sobre la financiación climática no son lo suficientemente sólidas. Una vez más, los países vulnerables se ven obligados a hacer frente a los crecientes impactos del cambio climático sin planes que garanticen la financiación pública que necesitan”, ha apuntado otra representante de Greenpeace, Rebecca Newsom, de una organización que planteaba nuevos impuestos a las compañías más emisoras y a los superricos para ello.


