Una encuesta nacional realizada por la Asociación Sindical Independiente de Cuba (ASIC) expuso con crudeza la precariedad en que viven los adultos mayores en la isla: el 99 % de los jubilados no logra cubrir sus necesidades básicas de alimentación, vivienda y medicamentos.
El estudio aplicado entre septiembre y octubre a 506 personas mayores de 60 años en provincias como La Habana, Matanzas, Cienfuegos, Artemisa y Sancti Spíritus— revela un panorama de pobreza estructural, abandono estatal y deterioro social que golpea al grupo poblacional más vulnerable del país.

De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), la pensión media en Cuba asciende a 2,192 pesos cubanos (CUP), mientras que la mínima —tras un aumento reciente— se ubica en 4,000 CUP, equivalentes a menos de 9 dólares al cambio informal.
Esa cantidad apenas cubre un tercio del costo de la canasta básica alimentaria, estimada por la propia ONEI en 12,000 CUP por persona en La Habana.
La consecuencia es dramática: la mayoría de los jubilados sobrevive gracias a las remesas o a la ayuda de familiares, mientras otros recurren a trabajos informales para poder comer.
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El 97.8 % de los encuestados dijo haber tenido que buscar ingresos adicionales mediante oficios domésticos, venta ambulante o labores de custodia nocturna.
A su vez, nueve de cada diez jubilados continúan trabajando después de su retiro oficial, lo que contradice el sentido mismo de la jubilación como etapa de descanso.
Colapso del sistema de salud
El 95.7 % de los entrevistados reportó dificultades para acceder a medicamentos o servicios médicos básicos. Muchos racionan sus tratamientos, comparten pastillas o recurren a remedios caseros.
El 96.4 % considera que los hospitales y hogares de ancianos no ofrecen condiciones dignas, y describe la atención sanitaria como “un desastre”. Los jubilados denuncian la falta de personal, la carencia de medicamentos, los apagones en los hospitales y el deterioro de la infraestructura.
“No hay medicinas ni calidad de vida”,
expresa uno de los testimonios citados en el informe, que califica la situación de colapso moral y técnico del sistema de salud cubano.
Viviendas deterioradas y aislamiento social
La mayoría de los jubilados vive en casas con filtraciones, humedad o riesgo de derrumbe, sin acceso a materiales de construcción ni permisos para repararlas.
El 69 % no tiene conexión a internet, lo que agrava la exclusión digital y el aislamiento social, dificultando el contacto con familiares emigrados y el acceso a trámites o información.
“El hambre y la soledad se han vuelto rutina”, concluye el estudio, que también advierte que la tercera edad en Cuba transita sin respaldo institucional ni esperanza palpable.
Un país que envejece y empobrece
Cuba es el país más envejecido de América Latina, con más del 24 % de su población mayor de 60 años, y las proyecciones indican que superará el 30 % en 2030.
El éxodo masivo de jóvenes hacia Estados Unidos y otros países ha dejado a millones de ancianos solos, enfermos y sin recursos.
Las políticas sociales destinadas a este sector son prácticamente inexistentes, y la mayoría percibe que sus pensiones no reflejan los años trabajados: el 99.4 % considera injusto el monto recibido y el 98.2 % exige que las pensiones se ajusten automáticamente al costo de vida.
El informe de la ASIC describe una crisis humanitaria silenciosa: los jubilados cubanos enfrentan el envejecimiento sin comida suficiente, con viviendas deterioradas, sin medicinas y con pensiones que no alcanzan ni para sobrevivir.
Un país que alguna vez se proclamó ejemplo de justicia social, hoy abandona a sus mayores entre la pobreza, el olvido y la desesperanza.
Infobae


