Cada 24 de octubre, el mundo conmemora el Día Internacional contra el Cambio Climático, una fecha que busca recordar que este fenómeno no es una teoría conspirativa ni una exageración mediática, sino una amenaza comprobada científicamente. Se trata de un cambio medible en el equilibrio climático del planeta causado por la acción humana, especialmente por la quema de combustibles fósiles, la deforestación y la sobreexplotación de recursos naturales.
Durante décadas, el término “cambio climático” se confundió con “calentamiento global”. En realidad, este último es solo una de sus manifestaciones. El planeta no solo se calienta: también cambia su régimen de lluvias, su equilibrio marino y sus patrones de viento. El clima del mundo está mutando a un ritmo sin precedentes.
**Por qué ocurre**
El uso masivo de petróleo, carbón y gas libera cantidades inmensas de CO₂, mientras que la deforestación elimina los árboles que ayudan a absorberlo. Ese exceso de gases forma una capa que atrapa el calor y eleva la temperatura promedio del planeta, lo que se conoce como efecto invernadero intensificado.
Según la ONU, desde finales del siglo XIX, la temperatura global ha aumentado más de 1.2 °C, y los últimos ocho años han sido los más cálidos registrados en la historia humana.
**Los efectos que ya estamos sufriendo**

El cambio climático ya está afectando nuestras vidas:
• **Eventos extremos más frecuentes:** huracanes más intensos, sequías más prolongadas, lluvias torrenciales e inundaciones repentinas.
• **Escasez de agua:** los glaciares se derriten y los acuíferos se agotan más rápido de lo que se reponen.
• **Pérdida de biodiversidad:** miles de especies están desapareciendo o migrando fuera de sus hábitats naturales.
• **Impacto en la salud:** aumento de enfermedades respiratorias, golpes de calor y expansión de vectores como el dengue o el zika.
• **Crisis alimentaria:** los cambios en los patrones de lluvia afectan la agricultura, alterando precios y disponibilidad de alimentos.
**El peor escenario**
Los científicos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) advierten que si el aumento de temperatura global supera los 2 °C respecto a la era preindustrial, los efectos serían catastróficos:
• Inundaciones masivas en ciudades costeras.
• Desplazamientos humanos por falta de agua o tierras fértiles.
• Colapso de ecosistemas enteros como los arrecifes de coral.
• Escasez de alimentos y conflictos geopolíticos por recursos naturales.
En ese escenario, el Caribe sería una de las regiones más vulnerables del planeta.
**República Dominicana: la vulnerabilidad en primera fila**
La República Dominicana, por su ubicación geográfica y su condición insular, está entre los países más vulnerables al cambio climático, según la ONU.
Ya lo estamos sintiendo:
• Las temperaturas promedio aumentan cada año.
• Las lluvias son más irregulares y las sequías, más prolongadas.
• Los huracanes llegan con mayor intensidad y frecuencia.
• Las costas retroceden: el mar Caribe gana terreno en zonas como Nagua, Boca Chica y Barahona.
• Los arrecifes, que actúan como murallas naturales, se están blanqueando por el calentamiento del agua.
La agricultura —de la que dependen miles de familias en nuestros campos— sufre el impacto directo. Los cultivos de café, arroz y banano enfrentan plagas, estrés hídrico y pérdida de rendimiento. Y en las ciudades, los apagones y el calor extremo son síntomas del mismo problema: un sistema energético todavía dependiente de combustibles fósiles.
**El papel del Estado y de los ciudadanos**
El Estado tiene la responsabilidad de liderar la transición hacia un modelo sostenible:
• **Fortalecer la reforestación y protección de cuencas hidrográficas.**
• **Invertir en energías renovables** (solar, eólica y geotérmica).
• **Mejorar la gestión de residuos** y promover transporte limpio.
• **Adaptar la infraestructura** a los nuevos riesgos climáticos.
Pero también hay una dimensión ciudadana que no puede ignorarse. Cada persona puede ser parte del cambio con acciones simples pero acumulativamente poderosas:
• Reducir el uso de plásticos y preferir materiales reutilizables.
• Desconectar los aparatos eléctricos que no se usan.
• Optar por el transporte público, compartir viajes o caminar más.
• Consumir productos locales para reducir huella de carbono.
• Plantar árboles y cuidar los espacios verdes.
• Evitar el desperdicio de agua y alimentos.
El cambio climático no se combate solo desde los grandes despachos: también se libra en cada hogar, cada escuela y cada decisión diaria.
No se trata de alarmismo, sino de responsabilidad. El cambio climático no es un pronóstico, es un proceso en marcha.
Y aunque la ciencia no puede prometer que el daño sea completamente reversible, sí ha demostrado algo esperanzador: todavía estamos a tiempo de evitar lo peor.
El futuro no está escrito, pero dependerá —literalmente— de cuánto calor podamos soportar y de cuánto compromiso asumamos hoy, como humanidad y como nación. República Dominicana no puede cambiar el clima del planeta, pero sí puede ser ejemplo de cómo un país pequeño puede actuar con grandeza ante el desafío más grande de nuestro tiempo.
**REDACCIÓN FV MEDIOS**


