Colombia.– El 14 de octubre de 1995, la capital del Atlántico fue escenario de uno de los episodios más insólitos en la historia musical de América Latina: Soda Stereo, el trío argentino más emblemático del rock en español, fue telonero del grupo de merengue Rikarena en un concierto realizado en el parqueadero del estadio Romelio Martínez.

Aquel evento, que con el tiempo se convirtió en una anécdota legendaria, mezcló el auge del merengue tropical con la madurez artística de la banda de Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti, que por entonces presentaba su exitoso álbum Sueño Stereo.
En 1995, Rikarena dominaba las emisoras latinas con su disco ¡Sacúdelo que tiene arena!, mientras Soda Stereo recorría el continente con un repertorio que incluía clásicos como Zoom y Ella usó mi cabeza como un revólver.
Sin embargo, en una Barranquilla donde el merengue era más popular que el rock, los organizadores decidieron que Rikarena cerraría el espectáculo y que Soda Stereo actuaría como telonero, una decisión que sorprendió tanto a los fanáticos como a la prensa.
El concierto enfrentó múltiples contratiempos. La Alcaldía de Barranquilla negó los permisos para el uso del estadio Romelio Martínez, lo que obligó a trasladar el evento al parqueadero del recinto deportivo apenas dos días antes.
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Además, las bandas que debían abrir —Non Sancta y Poligamia (grupo liderado entonces por un joven Andrés Cepeda)— no pudieron presentarse debido a los problemas logísticos, lo que retrasó la actuación de Soda hasta pasada la medianoche.
El público, que en su mayoría esperaba a Rikarena, recibió con impaciencia a Soda Stereo, lanzando objetos y abucheos cuando el grupo subió al escenario. Según relató Iván Rosero, uno de los asistentes que grabó parte del concierto, “fue una batalla simbólica entre rockeros y merengueros”.
Entre los asistentes VIP se encontraban los miembros de Poligamia y una joven Shakira, quien por entonces comenzaba a triunfar con Estoy Aquí. Tras el show, los artistas se encontraron en una fiesta en la discoteca Kilymandiaro, en Puerto Colombia, donde se dio el primer encuentro entre Cerati y Shakira, marcando el inicio de una admiración mutua que años más tarde derivaría en colaboraciones y una amistad duradera.
Durante la celebración, el DJ del lugar puso música de Soda Stereo, pero Cerati pidió que sonaran temas colombianos. Esa noche, entre risas y tragos de ron blanco, Cerati y varios músicos cantaron “Disco Eterno” en la playa, acompañados de una guitarra acústica.
Una madrugada barranquillera
Según testigos, el amanecer encontró a Cerati y Zeta Bosio caminando por las calles de Barranquilla, comiendo fritos en un puesto ambulante y deteniéndose en la carretera para aliviarse, antes de ser espantados por perros callejeros. Poco después, regresaron al hotel donde se hospedaban, cerrando una noche que quedaría en la memoria de quienes la vivieron.
Esa jornada dejó un registro único: un fragmento en audio del concierto, grabado por Iván Rosero, que circula entre los coleccionistas y se considera uno de los pocos testimonios de la visita de Soda Stereo a Barranquilla.
Hoy, tres décadas después, aquella noche sigue siendo recordada como una de las historias más extravagantes y mágicas del rock latinoamericano: cuando el poder del merengue y la poética del rock se cruzaron bajo el cielo caliente de “La Arenosa”.


