Una transformación social silenciosa pero profunda se está gestando en República Dominicana: la revolución del cuidado. Durante décadas, el trabajo de cuidar a niños, enfermos, personas mayores o con discapacidad fue considerado como un acto natural, femenino y gratuito, carente del reconocimiento social que merece.
Actualmente, esta realidad comienza a cambiar significativamente. Con el Piloto de Comunidades de Cuidado, iniciado en 2022 por el programa Supérate, el país construye las bases sólidas de un Sistema Nacional de Cuidados, una política pública innovadora que combina empleo digno, justicia de género y desarrollo humano.

En apenas tres años, más de 2,000 personas han sido formadas en programas de cuidado y atención, y 273 ya están habilitadas oficialmente por el CONAPE. Aunque la mayoría son mujeres, cada vez más hombres se suman a esta profesión. Estas personas han alcanzado independencia económica y reconocimiento profesional, con salarios justos y beneficios laborales.
El proceso ha sido coordinado estratégicamente por la Mesa Intersectorial de Cuidados, que reúne a once instituciones estatales bajo la visión compartida de reconocer el cuidado como derecho humano fundamental y motor del desarrollo. En Azua y Santo Domingo Este ya operan activamente redes locales de cuidado, planes municipales, centros de día y servicios domiciliarios que benefician a cientos de familias.
La reciente graduación de la segunda cohorte de cuidadoras, con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo, demostró concretamente que la economía del cuidado genera empleo formal e ingresos estables. El Primer Diálogo Internacional sobre Políticas de Cuidado y Equidad, con la participación destacada de Marisol Touraine, exministra de Salud de Francia, posicionó al país en el mapa regional como pionero en esta materia.
Cada hora que una mujer dedica al cuidado no remunerado representa una pérdida significativa en productividad para el país. Por ello, la profesionalización del cuidado constituye una política de Estado estratégica con retorno económico y social comprobado.
El desafío actual consiste en consolidar el sistema, garantizar su sostenibilidad más allá de los ciclos políticos y expandirlo a todo el territorio nacional. Esto requiere presupuesto estable, participación municipal activa y comprensión social sobre el cuidado como tarea compartida y no delegada.
República Dominicana avanza firmemente en este proceso de transformación que reconoce el cuidado como medida esencial de nuestra humanidad y mecanismo efectivo para reducir desigualdades estructurales.
**REDACCIÓN FV MEDIOS**


