Aunque el país ha avanzado en algunos indicadores, miles de niñas dominicanas siguen atrapadas entre la desigualdad, la maternidad temprana y la falta de oportunidades reales.
Por Abril Peña |
Cada 11 de octubre el mundo conmemora el Día Internacional de la Niña, instaurado por la ONU para reconocer sus derechos y promover su empoderamiento. Sin embargo, más allá de los discursos, la fecha obliga a mirar con seriedad la situación de las niñas dominicanas, muchas de las cuales siguen creciendo en contextos de pobreza, exclusión y violencia.

Una infancia marcada por la desigualdad
Ser niña en República Dominicana todavía implica desafíos profundos. De acuerdo con datos de UNICEF, una de cada cinco adolescentes entre 15 y 19 años ha estado embarazada o ya es madre, una de las tasas más altas de América Latina y el Caribe.
A esto se suma que más del 25 % de las mujeres dominicanas se unió antes de cumplir los 18 años, pese a que el matrimonio infantil fue prohibido por ley en 2021. Es decir, las uniones tempranas no desaparecieron: simplemente cambiaron de nombre, pero no de práctica.
Estas realidades impactan directamente el acceso a la educación. Muchas niñas abandonan la escuela cuando se embarazan o asumen responsabilidades domésticas. Otras nunca vuelven al aula porque deben cuidar a sus hijos o trabajar para sobrevivir. Así se perpetúa un ciclo silencioso de pobreza y desigualdad.
Las niñas invisibles del sistema
Aunque la niñez es una prioridad en el discurso oficial, las cifras revelan una brecha dolorosa.
El trabajo doméstico infantil, la violencia intrafamiliar y la falta de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva siguen afectando con mayor fuerza a las niñas que viven en comunidades rurales o en zonas marginadas de las grandes ciudades.
Y mientras el mundo habla de inteligencia artificial, innovación y tecnología, la brecha digital de género mantiene a miles de niñas fuera de los espacios donde se construye el futuro. Según UNICEF, el acceso a internet y dispositivos sigue siendo limitado en muchos hogares dominicanos, especialmente entre familias encabezadas por mujeres.
Educación, salud y protección: tres deudas pendientes
No se puede hablar de igualdad mientras las niñas sigan siendo víctimas de abuso, de acoso o de explotación sexual, y mientras el embarazo adolescente siga siendo visto como una “situación normal”.
Tampoco puede hablarse de equidad si los servicios de salud no están diseñados para atender las necesidades específicas de la adolescencia femenina o si el sistema educativo no logra retenerlas y protegerlas.
Invertir en las niñas es invertir en el país
Las niñas dominicanas necesitan algo más que campañas simbólicas. Necesitan políticas públicas sostenidas, presupuestos con enfoque de género y oportunidades reales para formarse, decidir y liderar.
Invertir en ellas no es un gasto: es una inversión en el futuro productivo, social y humano de la nación.
Un compromiso que debe ser permanente
El Día Internacional de la Niña no es solo una fecha conmemorativa, es una llamada a la acción:
A los padres, para educar sin prejuicios.
A las escuelas, para acompañar sin excluir.
A las autoridades, para actuar sin improvisar.
Y a los medios, para dar voz a esas niñas que aún no pueden contar su historia.
Porque cuando una niña rompe el ciclo de pobreza, no solo transforma su vida: transforma la del país entero.


