Después de dos carreras sufriendo en circuitos poco propicios para el MCL39, Singapur se presentaba como la oportunidad ideal para que McLaren volviera a estar delante y ahuyentara la amenaza de Max Verstappen. En comparación con Monza y Bakú, de hecho, Marina Bay debería haber puesto de manifiesto las mejores cualidades del coche de Woking.
Cualidades que, la temporada pasada, le permitieron dominar en Singapur hasta el punto de imponerse con un margen de más de veinte segundos sobre sus rivales, y que, a la luz de la tendencia del campeonato, deberían haberle garantizado la victoria también este año.
Temperaturas generalmente elevadas, neumáticos blandos que requieren un manejo cuidadoso debido a la gran degradación térmica y curvas que exigen un tren delantero preciso para hacer girar el coche: todos ellos elementos que parecían ajustarse a las características del MCL39. No en vano, el propio Andrea Stella, director del equipo, señaló Marina Bay como una oportunidad para redimirse.

Sin embargo, este año no llegaron los mismos resultados y, aunque en carrera el MCL39 confirmó su habitual superioridad en la gestión de los neumáticos, la falta de ritmo en clasificación deja un regusto amargo en la noche que le coronó, con todo merecimiento, campeón del mundo de constructores. Pero entonces, ¿qué faltaba?
Para entender la verdadera anomalía detrás de la falta de dominio en Singapur, hay que remontarse al viernes, a las palabras de Lando Norris tras la FP2: reconoció que no tenía el feeling adecuado con el coche, sobre todo con los neumáticos más blandos, y que había perdido la sensación que le había permitido dominar tanto en clasificación como en carrera, es decir, perdió la confianza.
“Lando habló de las dificultades para notar el tren delantero. El año pasado, nuestros pilotos se sentían mucho más cómodos en Singapur, mientras que este año, ya desde la FP1, notaron un comportamiento anormal de los neumáticos delanteros. Ese fenómeno se manifestó menos con el duro y el medio, pero fue definitivamente perceptible con los blandos”, dijo Stella.
Lando Norris, McLaren
Foto de: Steven Tee / LAT Images vía Getty Images
Este es un punto clave para entender lo que realmente le faltó al MCL39 durante el fin de semana: no tanto en ritmo de carrera, sino más bien en la clasificación y en el manejo general del gran premio.
Analizando el trazado de Marina Bay, es cierto que la pista está dominada por secciones de frenada y tracción condicionadas por los numerosos baches típicos de un coche urbano, pero muchas de las curvas no son tan secas como las de Bakú, donde se frena con el coche recto.
Por el contrario, la sucesión de curvas cerradas y los virajes no siempre a 90° hacen que la precisión del tren delantero sea un factor decisivo: no sólo porque a menudo se frena en combinación, es decir, ya en la fase de giro, sino también para preparar mejor la salida y la tracción posterior.
Es cierto que en curvas más cortas el McLaren tiende a ganar menos, porque puede explotar menos esta cualidad, pero la precisión del tren delantero sigue siendo un elemento que, en otros circuitos donde los equipos se ven obligados a hacer concesiones, ha sido uno de los puntos fuertes del MCL39.
Sin embargo, en Singapur, especialmente con el compuesto blando, se perdió esta ventaja. Un análisis de los datos de la clasificación muestra cómo Piastri y Norris perdieron tiempo en las mismas secciones del Sector 2, es decir, precisamente donde es necesario no sólo llegar con velocidad al centro de la curva, sino también ser capaz de cerrarla y prepararse para la siguiente fase de tracción, donde Mercedes realmente sentó las bases para la pole.
Lando Norris, McLaren
Foto de: Steven Tee / LAT Images vía Getty Images
En cuanto a la velocidad mínima por vuelta, los dos pilotos de McLaren trataron de marcar la diferencia. Un hecho que confirma las palabras de Andrea Stella, según las cuales a mitad de curva el MCL39 aún era capaz de ganar a sus rivales, pero no por el margen habitual.
El límite surgió en la última fase del giro, fundamental en la preparación de la salida: Norris y Piastri fueron incapaces de forzar y cerrar la curva, penalizados por la falta de feeling con el tren delantero.
El problema de fondo era que, con el compuesto más blando, eran incapaces de explotar el agarre extra: lo que sobre el papel debía ser un punto fuerte se convertía en una limitación, sobre todo porque era como si al neumático le costara mantenerse en rango. La estrecha ventana de uso y un mayor movimiento del neumático blando en las curvas, que genera calor, pusieron al MCL39 contra las cuerdas, mientras que con el medio y el duro, más estables, el monoplaza recuperó equilibrio y eficacia, sobre todo en carrera. El propio Norris confirmó que se sentía mucho más cómodo con los duros.
“Los medios me daban más agarre en la parte delantera, lo que se adapta mejor a mi estilo. Puedo hacer un mejor tiempo por vuelta con ellos. Me recuerdan más al coche del año pasado y a las sensaciones que busco. Luego cuando ponemos los neumáticos blandos vuelvo a sufrir. Persisten esas sensaciones de un coche que no rinde como debería. Los problemas que he tenido este año, relacionados con el tren delantero, volvieron a aparecer este fin de semana”, dijo el piloto británico.
Singapur mostró la otra cara de la moneda de un McLaren que, a pesar de haber tenido la madurez técnica para ganar el título de constructores con mucha antelación, en algunas situaciones, incluso en circuitos favorables, se encuentra con dificultades para hacer que el MCL39 funcione al máximo, especialmente teniendo en cuenta cuándo se diluye el margen sobre sus rivales.
Un recordatorio de que, incluso en una temporada de dominio, ciertos detalles marcan la diferencia.
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