#Salud: el ‘superalimento’ que supera su proteína y cuida tu corazón

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¿Qué
es la espirulina y cómo supera la proteína del huevo?

La espirulina es una cianobacteria comestible con larga historia
en dietas tradicionales y, hoy, en planes de alimentación
saludables. Se comercializa en polvo y
tabletas, se disuelve bien en líquidos, y su sabor
a mar se suaviza con frutas o cítricos. Su mayor fortaleza está en
el perfil nutricional.

En términos de proteína, la comparación es directa. La
espirulina ofrece entre 57 y 70 gramos de proteína por 100
gramos
, mientras que el huevo aporta cerca de 12 a
13 gramos por 100 gramos
. La diferencia es grande en
cantidad, pero también relevante en calidad vegetal. La espirulina
aporta aminoácidos esenciales, es altamente digerible y, a
diferencia del huevo, no añade colesterol dietético. Ese detalle
importa para quienes buscan proteger arterias y mantener un perfil
lipídico en buen estado.

Junto con su proteína, la espirulina entrega vitaminas
del grupo B
, hierro y
antioxidantes que apoyan el metabolismo energético
y el sistema inmune. Por origen y huella ambiental, también encaja
con objetivos de alimentación sostenible, algo
clave para vegetarianos, veganos o quienes solo desean reducir
proteína animal sin perder calidad nutricional.

Nutrientes clave
que la hacen superior

Más allá de la proteína, la espirulina destaca por su
densidad nutricional por caloría. Aporta hierro de
buena biodisponibilidad, un extra valioso para mantener la energía
diaria y evitar la fatiga. Suma provitamina A en
forma de carotenoides que ayuda a la inmunidad y al cuidado de la
visión. Incluye ácidos grasos omega-3 en pequeñas
cantidades que apoyan procesos antiinflamatorios y el equilibrio
general.

Todo esto llega con muy poca grasa saturada si
se compara con alimentos
animales, incluido el huevo. El resultado es un paquete compacto de
nutrientes, con foco en energía constante, menor carga de
colesterol y antioxidantes que protegen frente al desgaste
celular.

Beneficios
de la espirulina para cuidar tu corazón

La salud cardiovascular se juega en el largo plazo. La
espirulina ayuda en varios frentes, y los datos apuntan a un efecto
positivo en el perfil de grasas en sangre. Diversos informes y
revisiones señalan reducciones del colesterol LDL
(el llamado colesterol malo) y de los
triglicéridos con su consumo regular. También se
ha observado un aumento del HDL, el colesterol considerado
protector.

Una pieza importante en ese efecto es la
ficocianina, un pigmento antioxidante que modula
la inflamación y combate la
oxidación de lípidos, dos procesos relacionados
con la formación de placas en las arterias. Ese mismo mecanismo se
asocia a mejoras en la presión arterial cuando se
acompaña de hábitos saludables, como más actividad física y menos
ultraprocesados.

En paralelo, vale aclarar el papel del huevo. Según entidades
médicas, como Mayo Clinic y la American Heart Association, el
consumo moderado de huevo encaja en dietas equilibradas, aunque
algunas personas pueden experimentar aumento del LDL si lo consumen
en exceso o en contextos dietéticos ricos en grasas saturadas. Aquí
la espirulina ofrece un atajo: suma proteína y micronutrientes sin
colesterol dietético y con una carga antioxidante que favorece al
corazón.

La pauta práctica para empezar es 1 a 3 gramos al
día
de espirulina en polvo o tabletas. Es una dosis fácil
de mantener y suficiente para notar beneficios cuando se combina
con un patrón alimentario rico en verduras, legumbres, frutas y
granos integrales.

Foto Freepik

Estudios
que respaldan su poder cardioprotector

La evidencia disponible respalda el uso de la espirulina como
apoyo del perfil lipídico. Reportes divulgativos basados en
investigaciones, como los recogidos por medios de salud y
nutrición, informan reducciones del LDL en torno al 10 a 15
por ciento
con su consumo diario durante varias semanas.
También se describen descensos de triglicéridos y mejoras del
HDL.

En el terreno del estrés oxidativo, varias publicaciones
destacan la capacidad de la espirulina para disminuir la
oxidación de lípidos
y mejorar marcadores inflamatorios,
un punto clave para preservar la elasticidad de las arterias. A eso
se suman datos sobre resistencia física y mejor
recuperación en esfuerzos aeróbicos, algo que ayuda de forma
indirecta a la salud cardíaca, porque facilita realizar más
actividad con menos fatiga.

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En conjunto, estas líneas de evidencia apuntan a un papel
realista: la espirulina no sustituye tratamientos médicos, pero
complementa una dieta cardioprotectora y entrega beneficios
medibles en pocos meses.

Cómo
incluir la espirulina en tu rutina diaria

Sumarla a la dieta es sencillo. El formato
polvo se mezcla bien en smoothies, yogur natural,
cremas frías o sopas templadas. Conviene empezar con media
cucharadita
para acostumbrar el paladar, ya que su sabor
recuerda al mar, y avanzar hasta 1 cucharadita o más según
tolerancia y objetivos. En ensaladas, funciona al espolvorearla
justo antes de comer, mezclada con jugo de limón y aceite de oliva
para suavizar el gusto.

El uso diario en desayunos ayuda a reemplazar parte de la
proteína de los huevos sin perder saciedad. Un batido verde con
frutas y espirulina puede aportar proteína
completa
, antioxidantes y fibra si se combina con bebidas
vegetales ricas en proteína, como la de soja, o con un puñado de
frutos secos. Una porción bien armada puede cubrir entre 20
y 30 por ciento
de las necesidades proteicas de un adulto,
según el resto de ingredientes y el nivel de actividad.

Existen precauciones simples. Es clave elegir productos
de calidad
, preferentemente con certificación orgánica y
pruebas de pureza para evitar contaminantes. Quienes tienen
trastornos tiroideos, toman
anticoagulantes o padecen enfermedades autoinmunes
deben consultar con su médico antes de iniciar el consumo. En
embarazo y lactancia, la recomendación también pasa por pedir
asesoría profesional.

Recetas fáciles para
principiantes

El batido matutino con espirulina, banana y bebida vegetal es el
punto de partida perfecto. Se prepara en cinco minutos, se digiere
bien y rinde energía por la combinación de carbohidratos simples,
proteína y grasas saludables. Una versión equilibrada incluye
bebida de soja, una banana madura, media cucharadita de espirulina,
un puñado de espinaca y dos cucharadas de mantequilla de maní o
semillas. Con esta base, el vaso final puede acercarse a los
15 gramos de proteína, y el sabor marino se atenúa
con la fruta y la crema del maní.

La segunda idea funciona como almuerzo rápido. Una ensalada de
hojas verdes, garbanzos cocidos, tomate y pepino, aliñada con
aceite de oliva, limón y una pizca de espirulina, ofrece una
comida completa con proteína, fibra y
micronutrientes. El toque cítrico reduce el sabor marino y eleva el
frescor. Si se suma aguacate o un grano integral cocido, como
quinoa o arroz integral, el plato gana saciedad y equilibrio.

Para mejorar la experiencia, conviene hidratar
primero
el polvo de espirulina en un poco de líquido y
mezclarlo con ingredientes de sabor marcado, como cacao, piña,
mango o jengibre. Ese simple truco ayuda a integrar color, textura
y aroma sin que domine la preparación.

La espirulina
no compite con el huevo por tradición o gusto, sino que abre otra
vía. Permite subir la calidad proteica diaria,
reducir el colesterol dietético y sumar
antioxidantes de forma accesible. Un cambio tan
simple como un batido verde en la mañana puede marcar la diferencia
en energía, saciedad y cuidado del corazón. Quien quiera dar el
primer paso puede probar una receta esta semana y evaluar cómo se
siente.

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