Los invisibles que nos sostienen

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Por Dr. Carlos Amin Báez Rondón.

¿Quién sostiene el mundo mientras tu vives el tuyo?

Todos los días, mientras cruzas la puerta de tu edificio, te sientas a tomar un café o te subes a un taxi, alguien con unahistoria que desconocemos está ahí. No los miras dos veces, porque estamos sumergidos en la forma humoral de nuestra propia existencia.

Nos saludan con gentileza, nos sirven con amabilidad y noshacen el día más empático y ligero. Ellos son los porteros, los camareros, las dependientes de un colmado y los taxistas.

Personas reales, con nombres, historias, fracasos, anhelos y sueños rotos. Personas con rostros de adversidad que nuncaesperan que les preguntes:

¿Cómo amaneció, don Fulano?

Y sin embargo, muchos los ven desde arriba, con una sonrisa  forzada y trato condescendiente. Es lo que podríamos llamar el síndrome de Doña Florinda: esa actitud clasista que nace cuando alguien, al mejorar su situación social, olvida de dónde viene y empieza a despreciar a los que siguen en la lucha. 

Como aquel personaje que llamaba “chusma” a su vecino Don Ramón, lo agredía con desprecio, consentía a su hijo con arrogancia y se mostraba siempre más cercana al rico condescendiente que al pobre solidario.

¿Alguna vez nos hemos preguntado qué hacen cuando desaparecemos de su escenario?

¿A dónde se dirigen después dedecirles gracias?

¿Qué sienten al ver que a personas que no merecen mucho, les sobra tanto?

Su vida no es más que una coreografía diaria de esfuerzomal remunerado. Y, sin embargo, nuestras vidas sin ellos colapsarían, porque son el Atlas silencioso de la sociedadantigua, moderna y futura: hombres y mujeres que cargan sobre sus hombros responsabilidades que no les pertenecen.

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Este artículo no es para leerlo con indiferencia. Porque la desigualdad social no es solo un flagelo económico: es un eclipse moral que arrastramos como país. No podemos seguir caminando entre las nubes mientras personas tan cercanas a nosotros lo hacen con los pies anclados de manera eterna a la tierra.

Desde el quehacer político, la reducción de esta brecha no es solo posible: es inevitable. Pero requiere algo más que discursos. Se necesita voluntad, enfoque, coherencia y juventud. Esta última, para agotar el tiempo que sea necesario e invertir el esfuerzo que las generaciones pretéritas ya no pueden dar, aunque lo anhelen.

Por eso, acentuemos y pongamos en negritas los pilares fundamentales para erradicar este problema de raíz:

1. Una reforma estructural del salario mínimo, que garantice condiciones laborales dignas. Nadie que trabaje a tiempo completo merece vivir en el ciclo sin fin de pobreza y explotación.

2. Acceso a crédito e inclusión financiera, porque ningúnsueño debe morir por falta de aval.

3. Desarrollo rural y agrícola, con inversión sostenida ydignificación del trabajo campesino.

Además, debemos cultivar el sentido de pertenencia, ese que caracterizó al ciudadano dominicano en los años 80 yprincipios de los 90: una época en la que aún creíamos que todos merecíamos unlugar justo bajo el sol.

Reducir esta brecha no significa empobrecer al que tiene, sino levantar a los que han sido históricamente olvidados.

Porque a los invisibles que nos sostienen, les debemos algomás que propina: les debemos respeto, derechos y dignidad.







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