#Salud: El emotivo abrazo de una niña con leucemia a su hermano tras 9 días en el hospital

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Abby, una niña de ocho años con una mascarilla
rosa cubriendo su rostro y los brazos abiertos de par en par,
espera en el pasillo del hospital. Su hermanito
Connor
, aferrando sus juguetes favoritos, se lanza hacia
ella sin dudarlo y se abrazan durante largos segundos mientras
Jennifer, la madre, graba la escena con las manos temblorosas y
lágrimas en los ojos. Ese instante, sencillo pero poderoso, se
volvió viral y tocó millones de corazones.

En los últimos años, la medicina ha dado grandes pasos y la tasa
de supervivencia a cinco años para niños con leucemia
linfoblástica aguda
supera el 90 por ciento, una realidad
llena de esperanza para miles de familias. Sin embargo, cifras
frías poco tienen que ver con lo que sienten los padres y hermanos
durante la hospitalización. La historia de Abby y Connor es un
recordatorio honesto de la fortaleza familiar que va de la mano con
los avances médicos.

El diagnóstico

El camino de Abby comenzó con la noticia inesperada de que tenía
leucemia linfoblástica aguda de células B, el tipo
más común de cáncer infantil. Este diagnóstico, aunque devastador
al principio, llega en un momento en que la medicina ofrece más
posibilidades de tratamiento y recuperación que nunca. Tras recibir
quimioterapia intensiva, sus niveles de
neutrófilos
cayeron a menos de 500 células por milímetro
cúbico, lo que la obligó a aislarse completamente del mundo
exterior durante nueve días para evitar infecciones.

La madre de Abby, Jennifer, compartió que el dolor más grande
provenía de la separación familiar. Dormían lejos, sin abrazos, ni
juegos; solo videollamadas y promesas de un reencuentro pronto. Aun
así, el aislamiento es una parte esencial del tratamiento,
protegiendo el cuerpo frágil del niño aunque cueste en lo
emocional. Muchos padres conocen este sacrificio, aún más quienes
han tenido que buscar donantes de médula ósea. Según organizaciones
como Be The Match, los donantes son una esperanza
indispensable para quienes recaen o no responden totalmente a los
tratamientos estándar.

¿Qué es la leucemia linfoblástica aguda?

La leucemia linfoblástica aguda, conocida por sus siglas en
inglés como B-ALL, afecta sobre todo a niños entre dos y cinco
años. Se trata de un cáncer de la sangre donde las
células blancas inmaduras se multiplican sin control, desplazando a
las células normales. Entre los primeros signos están la fatiga,
los moretones inexplicables o infecciones frecuentes. Los
tratamientos principales incluyen ciclos sucesivos de quimioterapia
y, más recientemente, medicamentos personalizados que se adaptan al
perfil genético del tumor. Gracias a estos progresos, la
supervivencia infantil en 2025 supera el 90 por ciento
. No
obstante, después del tratamiento, el aislamiento para proteger al
niño sigue siendo un desafío inmenso para todos, especialmente
cuando implica estar lejos de hermanos y amigos.

Aislamiento en la familia

El aislamiento de Abby fue estricto, porque ni
sus padres ni Connor podían entrar en la habitación, apenas podían
hablar por teléfono o asomarse desde el pasillo. Jennifer recuerda
cómo Abby, entre sollozos, pedía ver a su hermano cada día. Por su
parte Connor, a sus seis años, trataba de sobrellevar la ausencia
llevando dibujos y juguetes a la puerta, esperando algún mensaje o
caricia a la distancia. En tan pocos días, la casa se volvió
demasiado silenciosa y el hospital, más grande y solitario. Esa
distancia, al final, terminó fortaleciendo el lazo entre los niños,
mostrándonos cuánta resiliencia y sensibilidad puede surgir incluso
en los más pequeños.

El reencuentro emocionante en el hospital

Apenas levantaron el aislamiento en el Hospital Infantil de
Katy, Texas, Jennifer recibió permiso para reunir a sus hijos. Sacó
el móvil, temblando de emoción, Abby salió al pasillo, diminuta
tras la mascarilla, y extendió los brazos al ver a Connor. Él
corrió hacia ella, sin soltar su peluche, y se abrazaron como si no
quisieran volver a soltarse jamás. Fueron solo treinta segundos
pero ese momento sanó nueve días de distancia y vacío.

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Justo después del abrazo, ambos saltaron juntos a la camilla y
compartieron un libro de dinosaurios. Las
enfermeras, testigos del momento, no pudieron evitar aplaudir y
llorar. Jennifer confesó que ver ese reencuentro le hizo entender
cuán fuerte puede ser el vínculo entre hermanos, incluso cuando
todo parece difícil. Connor solo tenía un objetivo: hacer reír a su
hermana de nuevo.

Lo más tierno fue escuchar la voz de Abby, tan suave pero firme:
Ven aquí” le dijo a Connor, abriendo los brazos.
Al fundirse en un abrazo, todo el hospital pareció detenerse. Para
los niños, fue volver a la normalidad, aunque apenas unos minutos
juntos, ese encuentro les devolvió la confianza y la alegría
necesarias para continuar el tratamiento. Fue como si, en ese
instante, la enfermedad pasara a un segundo plano y solo importara
el amor compartido sobre la camilla.

Momentos como este nos recuerdan que la ternura y la solidaridad
siguen siendo los mejores aliados en la lucha contra el cáncer
infantil.

 

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