Señales físicas que pueden alertar sobre la falta de
magnesio
El cuerpo muestra diferentes formas de advertir una
deficiencia de
magnesio. Los problemas musculares son de los primeros
en aparecer: los calambres o
espasmos en las piernas, pies e incluso párpados
suelen presentarse por las noches o después de realizar actividad
física. Esta sensación incómoda puede llegar acompañada por
debilidad general, falta de energía y fatiga que
parece no ceder ni con descanso.
Otros síntomas afectan el sistema nervioso. Muchas personas
experimentan temblores, hormigueo
o un molesto entumecimiento en manos, pies y otras
áreas del cuerpo. Las migrañas y dolores de cabeza
frecuentes también se asocian con bajos niveles de magnesio.

El corazón tampoco queda fuera. Cambios en el ritmo
cardíaco, como palpitaciones o sensaciones de latido
irregular, pueden deberse a desequilibrios en este mineral. El
sistema digestivo puede reaccionar con náuseas,
estreñimiento e incluso pérdida de apetito.
Vale la pena subrayar que estos síntomas no siempre aparecen al
mismo tiempo ni en todas las personas. Suelen ser intermitentes,
predominando durante la noche o en fases de mucho cansancio. Ante
la duda, la observación de estos cambios físicos puede ser la
primera pista para indagar en los niveles de magnesio.

Factores y hábitos que influyen en la deficiencia de
magnesio
No todos los casos de déficit de magnesio
tienen el mismo origen. Hay factores que predisponen y hábitos que
aceleran la pérdida de este mineral. Una dieta pobre en
verduras de hoja verde, frutos secos y semillas reduce de
entrada el aporte diario. El consumo regular de alimentos
ultraprocesados, que suelen sustituir a preparaciones frescas y
naturales, empeora el panorama nutricional.
El abuso de alcohol disminuye la absorción de
magnesio y aumenta su eliminación por el riñón. Algunas
enfermedades digestivas, como celiaquía o Crohn, afectan la
capacidad del cuerpo para captar y retener magnesio, al igual que
cuadros de diarrea crónica o pancreatitis.
El estrés crónico es un enemigo silencioso.
Bajo presión constante, el cuerpo excreta más magnesio,
contribuyendo a su déficit. Ciertos medicamentos,
como los diuréticos, antibióticos aminoglucósidos y los inhibidores
de la bomba de protones (usados para problemas gástricos),
favorecen la pérdida de este mineral. Las personas con
insuficiencia renal también pueden presentar trastornos en el
equilibrio de magnesio. Finalmente, quienes sudan en exceso por
actividad física intensa o altas temperaturas pierden este mineral
a través del sudor.
Cada situación tiene sus características, pero todos estos
factores pueden sumarse e incrementar el riesgo de falta de
magnesio, incluso en personas que intentan comer bien.
Cómo cuidar y recuperar los niveles de magnesio
Cuidar los niveles de magnesio no es complicado
si se priorizan algunos cambios sencillos pero efectivos. La base
está en una alimentación variada y rica en
alimentos donde abunda este mineral. Las
legumbres, como garbanzos y lentejas, junto con
nueces, semillas, cereales integrales, verduras de
hoja verde (espinaca, acelga, kale), chocolate
negro y varios tipos de pescado tienen una concentración
significativa de magnesio.
Evitar en la medida de lo posible los
ultraprocesados ayuda a que el cuerpo reciba no
solo más magnesio, sino otros nutrientes que favorecen su
absorción. El exceso de café y alcohol conviene limitarlo, ya que
aumentan la excreción de magnesio por la orina y dificultan
mantenerlo estable.
Mantenerse hidratado, manejar el estrés con técnicas sencillas
como la respiración profunda, y cuidar la calidad del sueño,
repercute de forma positiva en el equilibrio mineral.
En algunos casos, cuando hay síntomas persistentes, condiciones
médicas previas o sospecha de déficit, el profesional médico podría
sugerir un análisis de sangre y orina para confirmar los niveles de
magnesio.
Si bien los suplementos están disponibles, no son una solución
automática ni universal. Solo un especialista
puede indicar la dosis adecuada, evaluando riesgos y beneficios, y
controlando posibles interacciones con otros medicamentos.
Cuidar el magnesio es cuidar el equilibrio del cuerpo.
Incorporar hábitos saludables y prestar atención a las señales
físicas permite detectar a tiempo esta carencia y actuar en favor
de una salud más completa.



