#Salud: Mujer pierde la audición durante un vuelo y descubre un tumor cerebral del tamaño de un aguacate

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Sentada en la ventanilla de un avión, Nicole
Cutler
había aprendido a disfrutar esos vuelos entre
ciudades, hasta que en uno de ellos ocurrió lo inesperado. De
repente, perdió la audición de un oído sin ninguna explicación.

Todo inició con esa sensación extraña durante el vuelo, donde
notó que su oído izquierdo dejó de responder. Pensó en un
taponamiento típico o algo sencillo. Sin embargo, al aterrizar, el
síntoma seguía igual y la inquietud creció, por lo que decidió
buscar ayuda médica, convencida de que algo no estaba bien.

Al principio, los especialistas descartaron problemas evidentes.
Consultas con médicos generales y otorrinolaringólogos abrieron la
puerta a más pruebas. Los audiologistas tampoco
encontraron respuesta clara hasta que, por precaución, recomendaron
una resonancia magnética. Allí, como una sombra inesperada,
apareció el verdadero culpable: un tumor del tamaño de un
aguacate escondido en el cerebro.

Nadie podría imaginar convivir tanto tiempo con algo tan grande
y peligroso sin síntomas más evidentes. Nicole había sentido
dolores de cabeza y algo de zumbido en el oído, pero nunca pensó
que su vida estaba en riesgo. Su caso muestra la importancia de
prestar atención a esos pequeños avisos del cuerpo; lo que parece
menor a veces señala algo mucho mayor.

Cirugías, complicaciones y rehabilitación

La noticia del tumor trajo consigo una carrera contra el tiempo.
El tamaño y la ubicación complicaban la operación, ya que estaba
muy cerca del nervio facial y el equipo médico
explicó que cualquier movimiento en esa zona podría dejar secuelas,
como la parálisis en parte del rostro.

Tras la primera operación, logró salir adelante, pero no sin
consecuencias. Su sonrisa, antes amplia y franca, quedó dañada; los
músculos de media cara no respondían bien y las palabras también
salieron afectadas. Aun así, el tumor solo pudo quitarse
parcialmente. El periodo que siguió se llenó de terapias, desde
ejercicios para el rostro hasta apoyo en el habla, cada avance
pequeño era motivo de celebración.

Foto Freepik

El camino no terminó allí, ya que una segunda cirugía fue
necesaria meses después, junto con un injerto de
nervio extraído de la pierna, con la esperanza de
reconstruir la sonrisa de Nicole. Enfrentar el espejo cada mañana
era difícil, pero ella decidió no dejar que el dolor apagara su
luz. El esfuerzo, la constancia y el apoyo médico abrieron la
puerta a una lenta pero firme mejoría.

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Resiliencia, maratones y activismo

La experiencia marcó el destino de Nicole, llevándola a buscar
un propósito más grande que su propia recuperación. Decidida a dar
voz y visibilidad a quienes enfrentan tumores cerebrales, empezó a
correr maratones en ciudades como Nueva York,
Londres y Chicago. Cada paso en la carrera era un homenaje a la
lucha silenciosa de miles de pacientes, una forma de transformar el
dolor en esperanza.

Encontró en estas carreras una comunidad que la apoyó y la
motivó a seguir adelante. Participó en campañas de recaudación de
fondos para investigación médica y habló públicamente sobre la
importancia de escuchar al cuerpo, de no restar importancia a
síntomas raros. Las palabras de aliento que recibió y la conexión
con otros pacientes y familias construyeron una red fuerte, un
refugio emocional en los días más difíciles.

Pocas experiencias unen tanto como compartir la batalla contra
una enfermedad invisible. Para Nicole, la unión y empatía de otros
sobrevivientes le dieron fuerza cuando más lo necesitaba. Repetía
con frecuencia que, aunque su rostro nunca volvió a ser igual y su
audición no regresó, encontró un sentido profundo en ayudar a otros
a no rendirse.

Escuchar al cuerpo es un acto de amor propio. También lo es
apoyar a quienes enfrentan batallas que no siempre se ven a simple
vista.

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