#Salud: 5 cosas que una nutricionista recomienda antes de empezar a tomar suplementos alimenticios

0
228


Los suplementos alimenticios invaden las redes sociales, las
estanterías de farmacias y los anuncios online, presentándose como
aliados infalibles para la salud y el bienestar. Muchas personas
los ven como atajos para solucionar problemas modernos: falta de
energía, defensas bajas o dificultades para dormir. Sin embargo,
aunque el mercado prometa maravillas, la diferencia entre la
ciencia y la publicidad es esencial antes de tomar cualquier
decisión.

Antes de pensar en suplementos: la dieta como base

La verdadera fuente de salud está en los alimentos completos y
variados. Los alimentos naturales ofrecen mucho más que vitaminas
aisladas: contienen minerales, fibra, proteínas y compuestos
beneficiosos que trabajan juntos en el cuerpo de manera que los

suplementos
no pueden imitar. Por ejemplo, el pescado graso
como el salmón no solo otorga omega-3, sino también vitamina D,
selenio y proteínas; comerlo aporta diferentes nutrientes que se
complementan entre sí.

La mayor parte de las personas obtiene los nutrientes que
necesita llevando una dieta equilibrada y rica en alimentos
frescos, integrales y variados. Los suplementos, según normas
internacionales, están diseñados para corregir carencias
comprobadas
, mantener una ingesta adecuada en situaciones
especiales o apoyar funciones fisiológicas concretas. No son una
alternativa para una alimentación deficiente.

Hay casos donde sí resultan imprescindibles: el ácido
fólico
es fundamental antes y durante el embarazo para
prevenir malformaciones del feto, la vitamina D se
recomienda en regiones y estaciones con poca exposición solar, y la
B12 es esencial para quienes no consumen productos
animales. Más allá de estas situaciones probadas, gastar dinero en
suplementos no mejora la salud si la dieta ya es adecuada.

Riesgos invisibles y el impacto del exceso

El riesgo de excederse con suplementos es mucho mayor que con
los alimentos. Mientras que el cuerpo regula naturalmente cuánta
vitamina o mineral absorbe de la comida, es fácil sobrepasar los
límites seguros con pastillas, polvos o gomitas, sobre todo si se
consumen durante meses o años sin seguimiento profesional.

Las vitaminas liposolubles (A, D, E, K) se
acumulan en el cuerpo y los excesos pueden provocar problemas
graves. Una dosis alta de vitamina D puede
acumular calcio y dañar riñones y corazón. Demasiada
vitamina A puede afectar el hígado, incrementar el
riesgo de defectos congénitos si se consume en el embarazo y
debilitar los huesos. Incluso con vitaminas
hidrosolubles, como la B6, el exceso sostenido
puede dañar los nervios.

Muchos ignoran estos riesgos porque no miden sus niveles en
sangre ni siguen recomendaciones basadas en análisis. El uso
prolongado sin supervisión multiplica las probabilidades de efectos
adversos, y los síntomas pueden aparecer solo cuando el daño ya ha
ocurrido. Por eso, los exámenes médicos y el acompañamiento
profesional son indispensables
antes de prolongar
cualquier régimen con suplementos.

Te podría interesar:
Foto Freepik

Publicidad engañosa, consejos dudosos y la importancia de la
consulta profesional

La industria de los suplementos responde a intereses
comerciales, invirtiendo millones en publicidad y creando un
lenguaje que seduce más que informa. Palabras como “natural”,
“reforzador de defensas” o “detoxificante” suenan confiables, pero
en realidad carecen de definición científica y buscan convencer, no
educar.

El auge de los influenciadores y esquemas multinivel agrava el
problema. Muchos vendedores carecen de formación en salud y se
apoyan en testimonios personales, promoviendo productos con
promesas que la ciencia no respalda. El control regulatorio es
débil, ya que la legislación suele centrarse en la calidad del
etiquetado y no en la eficacia ni inocuidad real del producto.

La realidad es que ningún suplemento debería ser
iniciado sin orientación de un profesional calificado
. Las
interacciones con medicamentos, como la interferencia de la
vitamina K con anticoagulantes, la hierba de San Juan con
antidepresivos o el hierro con antibióticos, pueden poner en riesgo
la salud. En el embarazo, la lactancia y ante patologías previas,
los cuidados deben ser aún más estrictos, ya que hay nutrientes o
dosis peligrosas en estas situaciones.

Pedir consejo a un médico, farmaceuta o nutricionista es la
garantía más sólida para elegir solo lo necesario y evitar efectos
no deseados. Ninguna fama en redes justifica poner en riesgo el
bienestar por moda. Las recomendaciones de profesionales son
personalizadas, consideran necesidades individuales y se apoyan en
lo que realmente se sabe a partir de la evidencia.

Elegir cómo cuidar la salud debe basarse en información clara y
contrastada, evitando atajos que prometen mucho y aseguran poco. La
prioridad siempre debe ser una alimentación sana y
variada
, recurriendo a
suplementos
solo en los casos comprobados y con respaldo
profesional. Desconfiar de anuncios milagrosos y buscar siempre el
consejo de especialistas es la mejor inversión para la salud a
largo plazo.

¿Le resultó útil este artículo?



Source link