#Salud: ¿Por qué vemos relámpagos antes de oír truenos?

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En cada tormenta eléctrica presenciar relámpagos y escuchar
truenos es parte de un mismo espectáculo natural. Casi todos han
notado cómo el relámpago surca el cielo y, unos segundos después,
llega el rugido del trueno. Este fenómeno es tan común que muchas
personas, desde niñas, cuentan segundos entre el destello y
el sonido por pura curiosidad
o para saber qué tan cerca
está el peligro. Lo curioso es que este retraso no es casualidad,
sino la consecuencia direta de cómo percibe el ser humano dos
fenómenos distintos: la luz viajando veloz y el sonido avanzando
mucho más lento. Entender la diferencia entre la velocidad de la
luz y la velocidad del sonido puede ayudarnos a entender mejor
nuestra propia percepción y a mejorar nuestra seguridad en una
tormenta.

Diferencias entre
relámpago y trueno

El
relámpago
es una descarga eléctrica potente que suele ocurrir
en las nubes o entre la nube y el suelo, produciendo una
luz intensa casi instantánea. En contraste, el
trueno es el sonido que escuchamos después y
proviene de la rápida expansión del aire alrededor del rayo, al
calentarse a temperaturas de hasta 30,000 °C.

Ambos surgen prácticamente al mismo tiempo durante una tormenta,
pero toman caminos distintos para llegar a los sentidos humanos. El
relámpago permite ver la electricidad desatada en el cielo,
mientras el trueno permite oír cómo el aire sufre una explosión
súbita por el calor. El rayo ilumina por medio de la emisión de
fotones, y el trueno es generado por ondas
sonoras
. La electricidad, la luz, el calor y el aire
actúan juntos, pero la diferencia en cómo viajan hacia nosotros
define la experiencia.

La
velocidad de la luz frente a la velocidad del sonido

La diferencia clave entre ver primero el relámpago y oír después
el trueno radica en la diferencia abismal entre sus
velocidades
. La velocidad de la luz es de casi
300,000 kilómetros por segundo (exactamente
299,792 km/s), mientras que el sonido recorre apenas 343
metros por segundo
en el aire.

Lo que esto significa en la práctica es que el ojo puede
percibir el destello del relámpago casi al instante de producirse,
independientemente de la distancia a la que ocurra. El sonido, en
cambio, necesita “viajar” por el aire hasta nuestros oídos. Cuanto
más lejos cae el rayo, más tiempo tarda en escucharse el trueno
correspondiente, porque la velocidad del sonido es mucho menor que
la de la luz. Esta diferencia se puede comparar con correr una
maratón en segundos frente a caminarla en varias horas.

Personas en todo el mundo juegan con esta diferencia para saber
si deben preocuparse o si pueden seguir viendo el espectáculo en
calma.

Foto Freepik


¿Cómo usar el retraso entre destello y sonido para medir
distancia?

Saber calcular la distancia de una tormenta no solo es
interesante, sino que es una herramienta útil para la seguridad.
Para hacerlo basta con contar los segundos que
pasan desde que se ve el relámpago hasta que suena el trueno.
Luego, hay que dividir ese número entre tres para estimar, en
kilómetros, cuán lejos está la tormenta.

Por ejemplo, si desde el destello del
relámpago
hasta el trueno pasan 6 segundos, el rayo cayó
aproximadamente a 2 kilómetros. Si solo hay 3 segundos, está a 1
kilómetro, por lo que antes de que el conteo llegue a cero, lo más
sensato es buscar refugio. Esta práctica sencilla se ha convertido
en una referencia universal en parques, escuelas, centros
deportivos y zonas rurales.

Te podría interesar:

Contar no solo ayuda a medir la distancia sino
también a tomar decisiones en tiempo real sobre la
seguridad personal, la de la familia o incluso la
de todo un grupo de personas.

Aspectos curiosos
sobre rayos y truenos

Los rayos pueden parecer impredecibles, pero siguen ciertos
patrones. Hoy se sabe que en todo el mundo caen entre 50 y
100 rayos por segundo
y cada año hay miles de personas
afectadas por sus impactos. El récord del rayo más largo
documentado supera los 700 kilómetros, y algunos duran hasta más de
16 segundos, desafiando la percepción habitual de que solo duran un
instante.

El sonido del trueno a veces resulta breve y en otras ocasiones
se alarga o se divide en varias fases. Esto sucede por la forma en
que las ondas sonoras rebotan en edificios, montañas o árboles, y
por la propia estructura de la atmósfera en ese momento. De ahí que
un trueno suene como crack seguido de una serie de retumbos
alejados.

La seguridad no es menor: nunca conviene refugiarse bajo
árboles, ya que la electricidad favorece los puntos más altos para
descargar. Los expertos recomiendan buscar refugio en
edificios cerrados y vehículos metálicos, y evitar
lugares abiertos o zonas elevadas.

Cada tormenta ofrece un nuevo ejemplo de cómo la física y la
naturaleza se encuentran en un juego constante de luz y sonido,
siempre con consecuencias directas en la vida de quien está
cerca.

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