El peronismo vuelve a demostrar su resiliencia: la amarga lección de Milei

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Por Abril Peña

El peronismo argentino ha demostrado una vez más su capacidad de sobrevivir, reinventarse y adaptarse a los tiempos. A diferencia de otras fuerzas políticas, no depende exclusivamente de un liderazgo puntual: sabe mimetizarse, cambiar de piel y ropaje según la necesidad. Por eso ha sobrevivido más de siete décadas y se mantiene por encima de las figuras que lo han conducido.

La reciente elección en la provincia de Buenos Aires lo confirma. Axel Kicillof se impuso con claridad, respaldado por una maquinaria política que no muere ni se fragmenta con facilidad. Y, paradójicamente, Cristina Fernández de Kirchner, aun con causas judiciales que la han llevado a enfrentar la cárcel, sigue siendo el altar al que muchos dentro y fuera de la militancia acuden a rezar.

La amarga lección para Milei

Javier Milei, que llegó al poder con la promesa de fórmulas mágicas y un discurso incendiario contra la política tradicional, se ha encontrado con un despertar amargo. Gobernar no es lo mismo que encabezar un movimiento disruptivo, y la política argentina no se cambia a golpe de motosierra.

Su gestión económica, basada en un ajuste fiscal brutal, terminó golpeando con más fuerza a quienes él consideró simples números: los trabajadores, los jubilados, las familias que ven cómo su poder adquisitivo se evapora. Milei olvidó que son justamente esas mayorías las que votan, las que sostienen o derriban gobiernos, las que ponen y quitan presidentes.

Razones de la derrota libertaria

La caída de La Libertad Avanza en Buenos Aires se explica en una combinación de factores:

Economía impopular: inflación persistente, desempleo en alza y pérdida de ingresos en los sectores más vulnerables.

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Escándalos de corrupción: las denuncias que rozaron a su hermana Karina Milei erosionaron el relato de transparencia.

Fragilidad legislativa: un Congreso que le cerró el paso, rechazando vetos y limitando su capacidad de maniobra.

Unidad peronista: a pesar de diferencias internas, el peronismo supo cohesionarse alrededor de Kicillof, con el respaldo de líderes históricos como Massa y la propia Cristina.

El poder de la gente

Milei creyó que con un plan económico podía reemplazar la política. Olvidó que la democracia se sostiene en la gente, y que los pueblos no votan fórmulas matemáticas ni promesas de equilibrio fiscal: votan esperanzas, certezas y, sobre todo, dignidad.

El resultado en Buenos Aires es un recordatorio de que, en Argentina, la política no muere en los laboratorios de la economía. El peronismo, con sus luces y sombras, entendió esa lógica hace mucho tiempo. Milei apenas empieza a comprenderlo.







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