#Salud: 5 remedios naturales que realmente pueden marcar la diferencia

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La artrosis sigue siendo una de las causas más habituales de
dolor y limitación en las articulaciones, especialmente en personas
adultas y mayores. Aunque la medicina convencional ofrece
tratamientos efectivos, cada vez más estudios publicados en 2025
demuestran que algunos remedios naturales pueden
ayudar a reducir los síntomas en casos leves y moderados.

Cinco remedios naturales que pueden ayudar en la artrosis

La investigación actual señala varios remedios de origen natural
que, cuando se usan de forma responsable, contribuyen a mejorar la
movilidad y disminuir el dolor articular. La elección informada y
el asesoramiento de un profesional son clave para evitar riesgos y
aprovechar sus beneficios potenciales.

Cúrcuma (Curcumina)

La cúrcuma se destaca por su contenido en
curcumina, una sustancia antiinflamatoria y
antioxidante que ha despertado el interés científico por su
capacidad para aliviar el dolor articular. Estudio tras estudio, la
curcumina produce mejoras en la movilidad y disminución del dolor
en personas con artrosis
de rodilla. Para obtener resultados, es frecuente el uso de
extractos estandarizados con 500 a 1000 mg diarios, combinados con
pimienta negra (piperina) para multiplicar la
absorción. Añadir cúrcuma en comidas, usar suplementos o preparar
infusiones son las opciones más utilizadas. Se recomienda especial
precaución en personas con problemas de coagulación o que toman
anticoagulantes, ya que puede potenciar sus efectos y aumentar el
riesgo de sangrados.

Jengibre

El jengibre es conocido por su capacidad para
reducir la inflamación gracias a los gingeroles, unos compuestos
bioactivos con actividad similar a ciertos analgésicos. Estudios
recientes destacan que el jengibre ayuda a disminuir el dolor y la
rigidez en artrosis, y su efecto antiinflamatorio puede incluirse
tanto en la alimentación diaria (por ejemplo, infusiones o rallado
fresco) como en suplementos. No obstante, su uso
en combinación con medicamentos anticoagulantes requiere
seguimiento médico, ya que puede elevar el riesgo de
hemorragias.

Foto Freepik

Omega-3 (Pescados azules y semillas)

Los ácidos grasos omega-3, presentes en
pescados como salmón, sardinas y en semillas de chía o lino, han
demostrado en diversos ensayos clínicos que disminuyen la
inflamación sistémica, mejorando síntomas de la artrosis. La
suplementación con omega-3 puede acortar el tiempo de recuperación
física, reducir el dolor y mejorar la calidad de vida en personas
con molestias articulares persistentes. Consumir
pescado azul varias veces por semana, aceite de linaza o cápsulas
concentradas permite obtener estos beneficios. Las personas con
alteraciones en la coagulación o que toman ciertos medicamentos
deben consultar antes de incorporar suplementos de omega-3.

Árnica

El árnica es una planta reconocida por su
tradicional uso tópico sobre zonas doloridas o inflamadas. Los
geles y cremas de árnica se aplican directamente sobre la piel para
ayudar a reducir el dolor articular, gracias a sus
principios activos antiinflamatorios como la
helenalina. Aunque su absorción sistémica es baja, conviene no
aplicar sobre heridas abiertas o piel irritada, y suspender su uso
si aparecen reacciones alérgicas locales. El árnica no debe
ingerirse en ninguna forma, pues puede ser tóxica por vía oral.

Boswellia serrata

La resina de Boswellia serrata, utilizada en la
medicina tradicional de la India, contiene ácidos boswélicos con
potente acción antiinflamatoria. Estudios recientes han mostrado
que el consumo de extractos estandarizados (con al menos 60% de
ácidos boswélicos) en dosis de 300 a 1000 mg diarios beneficia la
movilidad articular y reduce el dolor, especialmente en artrosis de
rodilla. Su uso más frecuente es en cápsulas o tabletas. Al igual
que otros remedios, puede interactuar con
anticoagulantes o medicamentos
antiinflamatorios.
La consulta médica es imprescindible
antes de comenzar una terapia con Boswellia.

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Otras estrategias naturales y autocuidado para las
articulaciones

La gestión integral de la
artrosis
va mucho más allá de los suplementos. Las estrategias
de autocuidado fomentan el bienestar y promueven
una mejor calidad de vida. El ejercicio de bajo impacto, como
caminar, nadar o practicar yoga suave, fortalece los músculos
alrededor de las articulaciones sin generar sobrecarga. Realizar
estas actividades de forma regular favorece la circulación,
disminuye la rigidez y previene el deterioro funcional.

Mantener un peso saludable es otro pilar, ya
que el exceso de peso aumenta la presión sobre las articulaciones,
en especial de las rodillas y caderas. Un plan nutricional
antiinflamatorio, rico en frutas, verduras, pescado, aceites
saludables y bajo en ultraprocesados, puede ayudar a reducir la
inflamación crónica.

Aplicar calor local por las mañanas, mediante
bolsas térmicas o baños tibios, disminuye la sensación de rigidez y
facilita el movimiento articular. Los masajes suaves pueden aliviar
la tensión muscular y mejorar la percepción de bienestar, pero
deben adaptarse a la tolerancia individual.

La acupuntura ha sido reconocida en algunas
guías como una terapia complementaria de bajo riesgo para el manejo
del dolor articular, mientras que las técnicas de
relajación y manejo del estrés (como la
respiración profunda y la meditación) afectan positivamente la
percepción del dolor y la calidad del sueño. Cada persona puede
necesitar diferentes combinaciones de estas medidas, de acuerdo con
sus síntomas y recomendaciones profesionales.

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