En los comienzos de la historia de la Fórmula 1, todos se centraban en la lucha por el título de pilotos, pero con el paso de los años, los constructores empezaron a ganar nombre, y el 8 de septiembre de 1963 comenzó la leyenda de uno de los equipos más laureados del campeonato. En el Gran Premio de Italia se vivió una auténtica fiesta en el garaje de Lotus, que por primera vez se alzó con la corona mundialista, lo mismo que otro mito del automovilismo, Jim Clark.
El domingo en el trazado de Monza, la parrilla se enfrentó a un total de 86 giros, con lo que se completaron casi 500 kilómetros de carrera. En la época, los héroes que se jugaban la vida en cada curva llegaron a rodar con una media por encima de los 200 km/h durante cerca de dos horas y media de competición.
Se trataba de la séptima ronda del calendario, con todavía otras tres citas más pendientes, pero el británico sentenció el que sería el primero de sus dos títulos mundiales tras remontar desde la tercera plaza y superar a Graham Hill y John Surtees. El piloto del Cavallino Rampante partía como favorito tras lograr la pole position por más de un segundo con respecto a su inmediato perseguidor, pero pronto perdería la cabeza de la carrera, porque su compatriota lo superó en los primeros metros.
Sin embargo, a lo largo de toda la cita se fueron intercambiando las primeras posiciones al frente, hasta que en la vuelta 16, el motor del Ferrari dijo basta y dejó al de BRM y el de Lotus peleando por la victoria. Tanto Graham Hill como Jim Clark estaban con opciones de conseguir el triunfo, aunque uno de ellos ya estaba demasiado lejos en la batalla por el campeonato, y los ojos se centraban en si Richie Ginther podía evitar el alerón del líder.
La dura pelea hizo que el embrague del que defendía el título dijera basta y todo se quedara en un mano a mano entre los dos pilotos que mandaban en el campeonato en los últimos treinta giros. Por detrás, la dureza del ‘Templo de la Velocidad’ hacía caer a muchos pilotos más, y se empezó a separar la batalla por el podio, que finalmente se llevó Bruce McLaren en uno de sus últimas veces descorchando el champán antes de fundar su propia escudería.
Desde el abandono de Graham Hill, el gran protagonista de la jornada se fue distanciando hasta cruzar la línea de meta con casi un minuto y medio de margen con respecto a Richie Ginther, con lo que certificó su primer campeonato con 51 puntos, un total de 27 unidades más que el estadounidense, aunque acabaría perdiendo el segundo lugar al final del año y estaría empatado con el de BRM.
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