#Salud: ¿Deberías lavar siempre la ropa nueva antes de usarla?

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El momento de estrenar ropa recién comprada suele ser
emocionante. Muchas personas sienten la tentación de ponerse esa
prenda nueva nada más llegar a casa, ignorando por completo el
clásico consejo del primer lavado. Es común pensar que la ropa
salida de la tienda está limpia, pero lo cierto es que existen
razones de peso, avaladas por expertos, para no saltarse este
primer paso.

Sustancias y
residuos en la ropa nueva

Durante la fabricación textil, la
ropa
pasa por diversos procesos químicos que influyen
directamente en el producto final. Se utilizan
tintes, blanqueadores,
lubricantes, resinas como el
formaldehído
, agentes antimicrobianos y otras sustancias
para dar color, mejorar la textura, evitar arrugas y proteger
contra hongos. Estos productos, aunque invisibles, pueden quedarse
adheridos a las fibras.

La exposición a estos químicos puede causar
molestias en la piel, especialmente en personas con sensibilidad o
tendencia a alergias. Destacan afecciones como enrojecimiento,
picazón e irritación en zonas de contacto directo, como en
camisetas, ropa interior y medias. Los niños y los bebés corren más
riesgo porque su piel es más fina y absorbente.

Fuera de la fábrica, la ropa entra en contacto con agentes
externos durante el transporte y almacenamiento: polvo, suciedad,
hongos e incluso insectos pueden instalarse en las fibras. En los
puntos de venta, la manipulación por parte de empleados o personas
que se la prueban suele dejar restos de gérmenes y microorganismos.
Antes de estrenar una prenda, esa historia invisible puede viajar
contigo si no pasan por agua y jabón.

Beneficios
de lavar la ropa nueva antes de usarla

El primer lavado elimina gran parte de los residuos químicos que
vienen de fábrica. Quita tintes sueltos, excesos
de blanqueadores y otros compuestos empleados
durante la producción. Esto reduce el riesgo de reacciones cutáneas
inexplicables y previene la transferencia de residuos a la piel,
sobre todo en ropa que estará en contacto prolongado, como pijamas,
camisetas interiores y prendas para bebés.

Un beneficio extra, que muchas personas notan de inmediato, es
la desaparición de los olores desagradables que
algunos textiles presentan al desembalarlos. También se gana en
sensación de frescura y suavidad, mejorando la
experiencia al estrenar la prenda. El lavado previo contribuye a
que la ropa esté libre de polvo o partículas recogidas en el viaje
desde la fábrica hasta la tienda.

En ropa interior, calcetines o prendas infantiles, este hábito
disminuye la probabilidad de infecciones y mejora el cuidado de la
piel sensible. Como medida de higiene, el simple paso del primer
lavado resulta clave para reducir el contacto con bacterias y
microorganismos ajenos.

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Foto Freepik

Consejos
prácticos para el primer lavado de ropa nueva

Antes de meter esa prenda en la lavadora, conviene prestar
atención a unas recomendaciones básicas para proteger la ropa y la
piel. Separar los colores claros y oscuros ayuda a evitar que los
tintes aún no fijados pasen de una prenda a otra, sobre todo en la
primera lavada. Revisar las etiquetas es esencial porque indican la
temperatura y tipo de detergente recomendado por el fabricante.

La mayoría de la ropa admite un lavado con agua
tibia
y detergente suave para remover residuos sin dañar
los tejidos. Para prendas delicadas como seda o lana, se recomienda
un lavado a mano o ciclos especiales de lavadora, siempre con
detergentes hipoalergénicos si la piel es sensible. Para bebés, lo
ideal es usar productos sin perfumes ni colorantes.

Lavar la ropa del revés ayuda a proteger colores y estampados.
Evitar suavizantes en el primer lavado es útil, ya que estos pueden
dejar restos en la tela y reducir la capacidad de eliminar
contaminantes presentes desde el origen. Finalmente, secar al aire
libre y a la sombra preserva mejor la integridad de la ropa
nueva.

Ser
consciente, la clave para cuidar la piel y la ropa

Lavar la ropa nueva antes de usarla no es una cuestión de
costumbre anticuada. Los motivos que respaldan esta recomendación
van desde la protección de la piel hasta la simple mejora del
confort y la higiene personal. Adoptar este pequeño hábito es una
inversión en bienestar y en el cuidado de cada prenda. La próxima
vez que compres algo nuevo, vale la pena pensarlo dos veces antes
de estrenarlo sin pasar por la lavadora. La salud de la piel y la
vida útil de tu
ropa
pueden beneficiarse de este sencillo paso. ¿Y tú, ya lo
haces parte de tu rutina?

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