Desencanto nacional: La República Dominicana a oscuras

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Por Franklin Mercado. El pueblo dominicano vive un momento de profunda frustración. Un malestar generalizado se apodera de la población, alimentado por una tormenta perfecta de crisis: inestabilidad eléctrica, encarecimiento desmedido de la vida y sensación palpable de inseguridad. Los ciudadanos no se sienten seguros ni en casa. Esta amalgama de problemas ha provocado que la confianza en el gobierno se desplome, dejando a la población con la sensación de que el cambio va en reversa. Como diría Juan Luis Guerra, esta situación está muy difícil. El descontento tiene un rostro: la oscuridad. A pesar de las promesas de cambio, los apagones constantes se han vuelto un fantasma que persigue a hogares y negocios por igual. Esta intermitencia energética no solo interrumpe la rutina diaria, sino que también afecta la economía, asfixiando a pequeños y medianos comerciantes que luchan por sobrevivir. Mientras las luces parpadean, los precios suben sin piedad. El alto costo de la vida se ha convertido en una carga para miles de familias. El salario se esfuma como agua entre los dedos, incapaz de seguir el ritmo del aumento en alimentos, gasolina y dólar. A pesar de que los salarios deberían ser indexados según la inflación desde hace más de 8 años, esto no sucede. El poder adquisitivo se desvanece, obligando a elegir entre necesidades básicas, un dilema que agrava el descontento. A esta crisis económica se suma una epidemia de inseguridad. La delincuencia se ha desbordado, y las calles, que antes eran espacios de encuentro, ahora están teñidas de miedo. Robos y atracos se han vuelto constantes, y la percepción de impunidad carcome la fe en el sistema. Lo más reciente fue el famoso «Chuky» del caso David Ortiz, condenado a diez años pero estaba en las calles. Los ciudadanos se sienten desprotegidos. La reforma policial es hasta ahora un fracaso, en un entorno cada vez más peligroso. Frente a este escenario, el gobierno parece perder terreno. La falta de soluciones tangibles a problemas tan acuciantes ha provocado un quiebre en la relación con el pueblo. La gente se siente traicionada; la esperanza se ha desvanecido y la crítica, que antes era susurrada, ahora resuena con fuerza. La popularidad del gobierno se encuentra en caída libre, atrapada en una espiral de desaprobación que parece no tener fin. La entrada Desencanto nacional: La República Dominicana a oscuras se publicó primero en El Pregonero. REDACCIÓN FV MEDIOS

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