Reflexiones, avances y mitos que aún persisten

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Este 4 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Salud Sexual, una fecha que busca promover el bienestar físico, emocional y social en torno a la sexualidad, reconociéndola como un derecho humano fundamental. Aunque se han logrado avances en educación y acceso a servicios, persisten mitos y tabúes que limitan el ejercicio libre y saludable de la sexualidad.

Mitos que afectan la salud sexual Aún hoy, muchas creencias erróneas siguen circulando en distintos entornos sociales y culturales:

“La salud sexual solo importa en la juventud”: Falso. El bienestar sexual es relevante en todas las etapas de la vida.

“Hablar de sexo promueve la promiscuidad”: Estudios demuestran que la educación sexual integral reduce riesgos y fomenta relaciones responsables.

“El placer es exclusivo de los hombres”: Este mito perpetúa desigualdades y silencia el derecho de las mujeres al disfrute.

“La orientación sexual se puede cambiar”: La evidencia científica respalda que la orientación sexual no es una elección ni una conducta modificable.

«No debo ir a ginecólogo sino estoy sexualmente activa»

Tabúes que aún limitan el diálogo

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El silencio en torno al placer, el consentimiento y la diversidad sexual sigue siendo común en familias, escuelas y medios de comunicación.

En muchos contextos, hablar de salud sexual se asocia con vergüenza o inmoralidad, lo que impide el acceso a información confiable y servicios adecuados.

Las personas con discapacidad, adultos mayores y miembros de la comunidad LGBTQ+ enfrentan barreras adicionales para ejercer sus derechos sexuales.

Expertos en salud y derechos humanos coinciden en que derribar estos mitos y tabúes es esencial para construir una sociedad más justa, informada y empática. La educación sexual integral, basada en evidencia científica y valores de respeto, es clave para avanzar hacia una cultura del bienestar.



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