En los últimos tres meses, República Dominicana ha registrado hechos que deberían ser intolerables en cualquier sociedad civilizada. Una niña de siete años fue torturada hasta la muerte por sus cuidadores. Un padre asfixió a su hijo de un año y ocho meses, justificando su crimen con “voluntad de Dios”. En Santo Domingo Este, una madre envenenó a sus tres hijos antes de quitarse la vida. Una joven de 21 años denunció haber sido drogada y violada por seis hombres en Villa González, caso que salió a la luz tras circular un video en redes sociales.
A estas atrocidades se suma que, en lo que va de año, 48 mujeres han sido asesinadas por violencia de género: 36 por parejas o exparejas y 12 por miembros de cuerpos armados. Solo en julio, los feminicidios triplicaron la cifra del mes anterior.

Este proceso de degeneración social no comenzó recientemente ni es culpa exclusiva del gobierno actual. Se trata de un deterioro progresivo de más de cuarenta años. Todos los actores que han gobernado, sin importar colores políticos, tienen responsabilidad en la degradación institucional, la profundización de la desigualdad y la dilución de la identidad nacional.
El fenómeno es global pero se acentúa en países como República Dominicana, donde no existe una protección efectiva de la historia ni esfuerzos sistemáticos por cultivar identidad nacional. Los jóvenes carecen de orgullo y conocimiento de lo propio, adoptando culturas foráneas que erosionan la familia, normalizan las drogas y banalizan la sexualidad.
Se observa un Estado ausente, incapaz de proteger o educar; un empresariado voraz que prioriza ganancias sobre bienestar social; y una clase política corrompida entregada a intereses particulares y foráneos. Pareciera existir un plan deliberado para mantener a la juventud en la ignorancia, anestesiada con entretenimiento vacío y redes sociales.
Este es un asunto de urgencia nacional. Todavía existe oportunidad de revertir la decadencia, pero el tiempo se agota. Es necesario revalorizar lo bueno y enviar mensajes claros desde los sectores llamados a dirigir la nación: Gobierno, empresarios, iglesias, partidos y medios de comunicación.
De lo contrario, llegará un momento en que será demasiado tarde y solo quedará el recuerdo de lo que fuimos como nación.
**REDACCIÓN FV MEDIOS**


