Misión secreta de la Guerra Fría que culminó con el hallazgo de los restos del Titanic

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El Titanic, quizás el barco más famoso de la historia, sigue causando fascinación a más de un siglo de su hundimiento. En su época fue el barco de pasajeros más grande del mundo y se hizo tristemente célebre al hundirse en su viaje inaugural entre la noche del 14 y la madrugada del 15 de abril de 1912. En la tragedia murieron más de 1.500 personas.

Ahora se sabe que la historia de cómo fue encontrado es igual de cinematográfica, gracias a la desclasificación en 2018 de documentos por parte del gobierno de EE.UU. Una expedición liderada por Robert Ballard descubrió los restos del Titanic en 1985.

Ballard, quien participaba en misiones secretas de la marina estadounidense, se atrevió a emprender la aventura de su vida: hallar los restos del Titanic. Así se lo comunicó a Ronald Thunman, entonces vicejefe de operaciones navales. «¡Eso es una locura!», fue la primera reacción de Thunman, quien recordó el episodio en una entrevista con el canal CBS.

Thunman aceptó la petición de Ballard, pero con una condición: la marina le proporcionaría los medios necesarios para buscar el barco, solo si Ballard utilizaba esos mismos recursos para localizar dos submarinos nucleares estadounidenses hundidos en el Atlántico durante la década de 1960. «Trato hecho», recuerda que dijo Ballard en entrevista con CBS. «Tú me dejas hacer lo que yo quiero, si yo hago lo que tú quieres».

La misión secreta fue ordenada por el propio presidente Ronald Reagan y comenzó en septiembre de 1985. La excusa de la búsqueda del Titanic era perfecta para evitar que los soviéticos y la prensa sospecharan que en realidad buscaban los submarinos hundidos.

El hallazgo del Titanic se logró en el marco de la Guerra Fría entre la antigua Unión Soviética y EE.UU. La primera fase de la misión fue un éxito: Ballard localizó los submarinos USS Thresher y USS Scorpion. Finalmente, pudo dedicarse a buscar el Titanic.

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El desafío era que solo disponía de 12 días para hallarlo, ya que la embarcación que utilizaba había sido alquilada posteriormente por otros investigadores. Gracias a la experiencia adquirida en la búsqueda del Scorpion, Ballard encontró el Titanic en solo 8 días. «Había equipos que lo buscaron durante 60 días sin éxito», relata Ballard.

Los exploradores hallaron la embarcación a 4 km de profundidad, a 600 km de la costa de Terranova, en Canadá. Ballard recuerda el momento de euforia al divisar los restos, aunque la alegría se desvaneció rápidamente. «Caímos en cuenta de que estábamos bailando en la tumba de alguien», evoca. «Nos sentimos avergonzados. Nos volvimos serios, calmados y respetuosos, y prometimos no tomar nunca nada del barco, tratándolo con el máximo respeto».

En aquel entonces, los exploradores declararon que no tenían planes de rescatar el barco ni explorar su contenido. No obstante, años después, la fascinación por el Titanic impulsó numerosas expediciones, cuyos hallazgos hoy se exhiben en exposiciones alrededor del mundo.

Para Ballard, el descubrimiento del Titanic también dejó un mensaje inquietante: «La mayor parte de la Guerra Fría se libró bajo el agua, y el público estadounidense nunca llegó a enterarse».

**REDACCIÓN FV MEDIOS**