#Salud: por qué es mejor evitar quemarlo con demasiada frecuencia en casa

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Por
qué el incienso altera la calidad del aire en casa

Al quemar incienso se produce una combustión que libera al
ambiente una mezcla de partículas muy finas y compuestos químicos
tóxicos, como monóxido de carbono, benceno, formaldehído e
hidrocarburos aromáticos policíclicos. Estas sustancias también
están presentes en el humo de cigarrillos, pero los niveles por el
uso continuo de incienso pueden incluso superarlos en
espacios cerrados y mal ventilados. En especial,
las partículas PM2.5 preocupan a los especialistas por su tamaño
microscópico, ya que logran penetrar en lo más profundo de los
pulmones, provocando daños a nivel celular. Si la ventilación es
escasa, estos contaminantes se concentran aún más, generando un
ambiente menos saludable y potencialmente dañino para quienes
habitan el hogar.

El
incienso y la exposición a partículas dañinas

Cuando se prende una varita o cono de
incienso
, se dispersan en el aire partículas ultrafinas capaces
de alcanzar los alvéolos pulmonares. Al entrar en el sistema
respiratorio, estas partículas provocan estrés
oxidativo
y aceleran procesos inflamatorios en todo el
organismo. Estudios recientes advierten que la exposición frecuente
puede desencadenar episodios de inflamación sistémica, debilitando
a largo plazo las defensas naturales del cuerpo y aumentando la
susceptibilidad a infecciones y enfermedades crónicas.

Composición
química y sustancias peligrosas

Entre los componentes del humo de incienso figuran el
formaldehído, el benceno y
metales pesados como plomo y
cadmio. Estas sustancias tienen efectos
reconocidos sobre la salud respiratoria y cardiovascular,
incrementando el riesgo de alteraciones en órganos clave y
favoreciendo la aparición de enfermedades graves. Además, los
residuos que deja el incienso tras su combustión pueden contaminar
el aire y el polvo de casa, haciendo que la exposición a estos
contaminantes sea continua y difícil de eliminar de los
interiores.

Efectos
del incienso en la salud: quiénes son más vulnerables

La exposición constante al humo de incienso se asocia con un
mayor riesgo de sufrir irritación de ojos, garganta y vías
respiratorias, así como enfermedades como el asma
o la EPOC. Estudios recientes vinculan el uso frecuente de incienso
con mayor incidencia de enfermedades pulmonares y cardiovasculares,
especialmente en personas ya sensibles o propensas a problemas
respiratorios. Niños, adultos mayores, personas con asma y mascotas
resultan particularmente vulnerables, pues sus
sistemas respiratorios son más delicados o se encuentran en
desarrollo.

Foto Freepik

Repercusiones
a largo plazo en el organismo

La inhalación prolongada de sustancias tóxicas del incienso
puede aumentar el riesgo de trastornos severos como el
cáncer de pulmón y enfermedades neurológicas.
También se han observado efectos negativos en la reproducción y el
desarrollo, con impactos durante el embarazo o la niñez, incluyendo
alteraciones neurológicas o problemas en el desarrollo cognitivo.
La exposición durante años acentúa daños acumulativos, ya que las
toxinas inhaladas permanecen un largo tiempo en el organismo y
pueden modificar la respuesta inmunológica frente a infecciones o
agresiones ambientales.

Factores
que agravan el riesgo en espacios cerrados

Las viviendas modernas suelen tener espacios más herméticos y
ventanas que se abren poco tiempo durante el día. Esta falta de
ventilación provoca que los productos químicos y las partículas
originadas por el incienso permanezcan en el ambiente interior. La
acumulación diaria puede convertir la casa en un espacio menos
seguro para respirar, incluso llegando a superar la contaminación
de avenidas transitadas. La repetición del hábito incrementa las
posibilidades de efectos adversos, sobre todo si hay personas
vulnerables en casa y no se adoptan medidas de control como
ventilar tras el uso del incienso.

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Uso responsable y alternativas más seguras para perfumar el
hogar

Quemar
incienso
puede disfrutarse de vez en cuando, pero solo con
moderación y siempre en espacios bien ventilados. Es preferible
usar productos naturales, libres de pegamentos,
colorantes o fragancias sintéticas, ya que suelen liberar menos
compuestos peligrosos. Limitar el uso a ocasiones especiales
protege el ambiente interior y previene la acumulación de
contaminantes.

Existen alternativas menos riesgosas para dar buen aroma al
hogar. Los difusores de aceites esenciales, las
velas de cera vegetal o incluso colocar unas gotas
de aceite esencial en agua caliente permiten perfumar espacios sin
añadir residuos tóxicos al aire. Mantener abiertas las ventanas y
renovar el aire varias veces al día es la acción más simple y
efectiva para mantener una atmósfera saludable.

La limpieza y la pureza del aire en casa influyen directamente
en el bienestar físico y mental de la familia. Elegir soluciones
más seguras, reducir los agentes contaminantes y apostar por aromas
discretos, pero saludables, son pasos sencillos que ayudan a
proteger la salud y disfrutar de un hogar más acogedor y
seguro.

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