Miles de personas bañarán la ciudad de Buñol de rojo con pulpa de tomate este miércoles, lanzándose la fruta unos a otros en el 80º aniversario de la famosa Tomatina de España. Para la batalla callejera, que dura una hora, se transportarán 120 toneladas de tomates demasiado maduros a esta localidad del este de España, donde edificios protegidos con lonas flanquearán a una multitud de hasta 22.000 participantes esperando su munición.
Los asistentes no locales pagan 15 euros (17,50 dólares) por entrar. Proceden de países de todo el mundo o de ciudades a apenas un viaje en autobús de distancia.
“Cuando ocurre, es sólo una nube de tomates”, declaró Adrian Columb, de Irlanda, quien asistió en 1999. “Fue súper divertido”.

**Conmemora el aniversario de una pelea de comida espontánea**
El evento se inspiró en una pelea entre niños locales que se lanzaron tomates unos a otros en 1945 y se celebra el último miércoles de agosto.
Después de convertirse en tradición anual, la Tomatina fue prohibida brevemente en la década de 1950 por el dictador Francisco Franco, decisión que provocó protestas locales. La atención mediática en los años 80 la convirtió en evento nacional, atrayendo finalmente a público internacional.
En 2002, España reconoció oficialmente el festival como atracción turística internacional. Desde entonces, solo se ha suspendido dos veces (2020 y 2021) debido a la pandemia.
**Los tomates no son comestibles**
Los tomates lanzados no proceden de cultivos tratados para alimentación. Se cultivan exclusivamente para el festival, según explicó el teniente alcalde de Buñol, Sergio Galarza.
“Si la Tomatina no existiera, estos tomates no se cultivarían porque no serían necesarios”, afirmó Galarza.
El suministro de este año proviene de Don Benito, localidad situada a más de cinco horas de distancia.
**Solo hay una regla**
No hay equipos, puntos ni árbitros, pero existe una norma fundamental: para evitar lesiones, se exhorta a los participantes a aplastar los tomates antes de lanzarlos (y abstenerse de lanzar cualquier otro objeto).
Aun así, muchos participantes usan gafas de natación y tapones para los oídos como protección.
Cuando Columb asistió, recordó que un amigo terminó la batalla con dos ojos morados. “Pero sé que es bastante alto, así que tal vez fue un blanco fácil”, comentó.
“Acabas reventado”, admitió Galarza, quien creció asistiendo al festival antes de convertirse en concejal. “Acabas hecho polvo de brazo, de todo, de moverte y lanzarlo todo”.
La lluvia de proyectiles deja a los asistentes “sumergidos hasta los tobillos en puré de tomate”, describió Columb.
Cuando termina la hora, marcada por un cañonazo, la multitud se dirige a duchas comunitarias para lavarse, mientras las calles se limpian con mangueras.
Aunque las manchas en la ropa suelen ser irreversibles, el ácido cítrico de los tomates actúa como eficaz agente limpiador en el pavimento. Tres o cuatro horas después, las calles quedan a veces más limpias que antes.
**Otros países se han inspirado**
Festivales similares se han celebrado en Florida, Londres, Ámsterdam, el municipio colombiano de Sutamarchán y, más recientemente, en Hyderabad, India.
Sin embargo, para Galarza, nacido en la ciudad originaria del festival, la Tomatina es sinónimo de Buñol.
“La verdad es que es emocionante porque año a año ves cómo crece y evoluciona la Tomatina”, afirmó, “y puedes disfrutar de una fiesta que es súper sana”.
**REDACCIÓN FV MEDIOS**


