Quiero estar indignado; quiero estar encantado. Quiero enfurecerme contra los últimos pilares de la tradición siendo destruidos; quiero suspirar aliviado de que ya no estamos atados a los vetustos estándares de ‘siempre lo hemos hecho así’.
Estoy en conflicto. Una mitad de mi cerebro está furiosa por el globo de ensayo que Rob Manfred lanzó el fin de semana pasado en Williamsport, Pensilvania, cuando sugirió que la inevitabilidad de una expansión a 32 equipos podría necesariamente traer la realidad de una realineación profunda. La otra mitad dice: Es hora, que el cisma de la Liga Americana/Liga Nacional nació estrictamente del comercio y no de la inspiración divina, y así debería ser su disolución.
Hagamos un breve viaje juntos para poder hablar de esto.
**1961-62:** La Liga Americana, seguida por la Liga Nacional, se expande de ocho equipos a diez. San Luis, sin salida al mar (a menos que cuentes el río Mississippi) en el medio del país, era considerado la costa oeste, a pesar de estar a 1,850 millas al este del Océano Pacífico.
**REDACCIÓN FV MEDIOS**