#Salud: Nueve formas sencillas de aumentar la ingesta de proteínas

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Una ingesta adecuada de proteínas es
fundamental para conservar la masa muscular, mantener un
metabolismo activo y fortalecer el sistema inmunológico. Las
proteínas no solo construyen y reparan tejidos, sino que también
ayudan a regular las hormonas y a generar sensación de saciedad, lo
cual facilita el control del peso.

Cambios
prácticos en la rutina diaria para sumar proteínas

Incorporar más proteínas en las comidas
cotidianas
es más accesible de lo que muchos piensan.
Alternar entre ingredientes de origen animal y vegetal es una
manera inteligente de diversificar la dieta. Así se obtienen
diferentes aminoácidos, y se protege el medio ambiente al disminuir
el consumo exclusivo de productos animales.

Elegir carnes magras como pollo, pavo o pescado proporciona
proteína de alta calidad y menos grasas saturadas. Optar algunas
veces por alternativas vegetales, como legumbres, tofu, frutos
secos o semillas de chía, enriquece el menú y brinda fibra,
vitaminas y minerales extra. Cambiar el modo de preparar las
comidas y elegir diferentes fuentes de
proteínas
cada semana ayuda a mantener el interés y aprovechar
los beneficios completos de una dieta variada.

Empezar el
día con opciones ricas en proteínas

Un desayuno lleno de proteína contribuye a una
mayor energía y saciedad hasta el almuerzo. Consumir
huevos es una opción clásica que aporta nutrientes
esenciales como colina y vitamina D. El yogur
griego
, mucho más concentrado en proteínas que el yogur
estándar, se puede combinar con frutas frescas o frutos secos para
añadir sabor y variedad.

El queso fresco en tostadas integrales, o un
batido con proteína en polvo, alguna fruta y una cucharada de crema
de cacahuate, mantienen el hambre bajo control. Estas elecciones
favorecen la concentración e impiden los antojos repentinos a media
mañana.

Aprovechar
los snacks para completar el aporte proteico

Tener siempre a mano snacks ricos en proteínas
cubre las necesidades diarias sin dificultad. Semillas de calabaza,
nueces, almendras tostadas o edamames cocidos son opciones que no
requieren preparación y son fáciles de llevar.

El hummus con palitos de zanahoria, rebanadas
de jamón cocido o cubos de queso convierten cualquier tentempié en
un momento nutritivo del día. Estos alimentos también ayudan a
evitar carencias y a mantener el consumo de proteínas distribuido,
lo cual es clave para aprovechar cada gramo de proteína
ingerida.

Foto Freepik

Sustituir
ingredientes comunes por alternativas más proteicas

Cambiar productos habituales por versiones con más
proteínas puede transformar una comida sencilla en
un plato más equilibrado. Sustituir el arroz blanco por
quinoa o agregar lentejas a una ensalada son
ejemplos prácticos y sabrosos.

El pan integral o de centeno contiene más
proteínas y fibra que el pan blanco clásico. Elegir lácteos
altos en proteína
como yogur griego o queso cottage mejora
el perfil nutricional tanto de desayunos como de meriendas y cenas.
Estos pequeños ajustes suman significativamente sin alterar
demasiado los hábitos.

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Adaptar recetas y hábitos para maximizar los beneficios
proteicos

No solo es importante la cantidad de proteínas,
sino cómo se reparten a lo largo de la jornada. Un consumo uniforme
ayuda a mantener los músculos fuertes, el metabolismo acelerado y
acelera la recuperación tras ejercicio o enfermedad. Además,
combinar fuentes animales y vegetales puede mejorar la asimilación
de todos los aminoácidos, esenciales para quienes no consumen carne
en cada comida.

Distribuir la
proteína en todas las comidas

Lo mejor para aprovechar la proteína es incluir entre 20
y 30 gramos en cada comida principal
. Para el desayuno,
los huevos, el yogur griego con semillas o la leche junto a copos
de avena permiten cubrir este rango. Al almuerzo pueden ser pechuga
de pollo a la plancha, pescado asado o un plato de lentejas con
verduras.

En la cena, el atún en conserva, una tortilla de espinacas o un
wok de tofu aseguran una cena ligera y rica en proteína. Mantener
este patrón varias semanas repercute directamente en el bienestar
general y la composición corporal.

Combinar
proteínas de origen animal y vegetal

Unir
proteínas
de distintas fuentes, como carne magra con
lentejas
, pescado con tofu o huevos con semillas, mejora
el perfil de aminoácidos. Para quienes son flexitarianos,
incorporar más vegetales a la dieta protege los músculos y
beneficia también al entorno.

La variedad alimentaria impulsa la diversidad bacteriana del
intestino y contribuye a una digestión más eficiente. Además,
alternar fuentes baja la huella ambiental, ya que la producción
vegetal requiere menos recursos que la ganadera.

Utilizar
suplementos de proteína de manera inteligente

Los suplementos de proteína pueden ser útiles
para personas muy activas o en períodos de recuperación, pero
siempre deben complementar, no sustituir a la comida real. Un
batido posterior al ejercicio o una cucharada de proteína en polvo
en el batido matutino ayudan a satisfacer las necesidades sin
recurrir siempre a carnes o huevos.

Leer etiquetas, elegir productos con pocos ingredientes y
priorizar la calidad hacen la diferencia porque no todos los polvos
o barras proteicas son iguales. Los batidos pueden simplificar la
rutina, pero mantener la base en alimentos
naturales
resulta más saludable a largo plazo.

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