#Salud: 9 errores que debes evitar para no caer en estafas en línea

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La mayoría de los usuarios navega por internet casi todos los
días, desde la comodidad de su hogar o el móvil. Sin embargo,
incluso quienes se consideran experimentados caen en trampas
digitales por simples descuidos. Los estafadores perfeccionan sus
métodos y aprovechan cada error, por pequeño que sea, para obtener
datos o dinero.

Errores
frecuentes que facilitan las estafas digitales

Las
estafas digitales
no siempre son sofisticadas. Muchas veces,
los ciberdelincuentes logran su objetivo gracias a hambres,
hábitos inseguros
y a la confianza desmedida de sus
víctimas. Pequeños descuidos, como abrir mensajes sospechosos,
confiar en enlaces de remitentes desconocidos, o usar siempre la
misma contraseña, facilitan mucho el trabajo de los delincuentes en
línea.

Aceptar solicitudes de amistad en redes sociales sin revisar el
perfil y compartir detalles personales sin pensarlo dos veces,
también expone a la persona. Este exceso de confianza, combinado
con la falta de verificación, se vuelve el punto débil que los
estafadores buscan. Además, la urgencia al tomar decisiones,
atraídos por una oferta demasiado buena o por la presión de un
mensaje alarmante, puede llevar a actuar sin analizar la situación.
Es común bajar la guardia y olvidar la importancia de
cuidar la seguridad de dispositivos y cuentas.
Dejar el ordenador o teléfono desbloqueados, o instalar
aplicaciones sin revisarlas, abre la puerta a software malicioso y
robo de información.

Compartir
información sensible sin verificación

Uno de los errores más graves es entregar datos
personales o bancarios
sin verificar la legitimidad del
destinatario. Los mensajes de phishing, smishing (a través de SMS)
y correos electrónicos que simulan ser instituciones confiables
buscan que los usuarios compartan contraseñas, números de tarjeta o
datos de acceso. Si una empresa solicita un cambio de clave o pide
confirmar información privada a través de un correo inesperado,
conviene desconfiar de inmediato y buscar confirmación alterna.

Sitios web que empiezan con “http” en vez de “https”,
direcciones de correo con pequeños cambios o logotipos ligeramente
alterados son señales claras de posible fraude. La falta de
atención a estos detalles lleva a entregar información a manos
equivocadas, dejando la puerta abierta a robos y estafas de gran
magnitud.

Dejarse
guiar por la urgencia o las ofertas tentadoras

Los estafadores dominan el arte de la presión psicológica.
Suelen enviar mensajes urgentes que insisten en una acción
inmediata, como “actualiza tu cuenta ahora o será cerrada” o “has
sido seleccionado para recibir un premio exclusivo”. El objetivo es
despertar miedo, emoción o avaricia, anulando el sentido
común
por un instante y provocando acciones
impulsivas.

Ofertas que prometen dinero fácil, regalos, inversiones con
retornos imposibles o descuentos masivos suelen ser la carnada.
Estos mensajes suelen contener enlaces a páginas infectadas o
formularios que recolectan datos privados. Tomarse el tiempo para
analizar la propuesta, revisar el remitente y buscar opiniones en
línea ayuda a evitar convertirse en víctima.

Foto Freepik


Ignorar detalles y señales de advertencia en comunicaciones
digitales

Un error sutil pero frecuente es no prestar atención a
detalles sospechosos en mensajes, correos
electrónicos o sitios web. Elementos como errores ortográficos,
traducciones mal hechas, colores o logotipos extraños, y cambios
pequeños en la dirección web pueden indicar que algo no está bien.
Los estafadores copian la imagen de bancos, tiendas y compañías
conocidas, pero rara vez logran replicar todos los detalles a la
perfección.

Las solicitudes de pago a través de métodos poco habituales,
como tarjetas de regalo, criptomonedas o transferencias a cuentas
personales también suelen ser una bandera roja. La costumbre de
saltar estos “pequeños” signos de alerta termina costando caro.

Prácticas
seguras para reducir el riesgo de fraude en línea

Adoptar hábitos sólidos es la herramienta
principal contra las estafas digitales. El simple hecho de
detenerse a pensar antes de hacer clic, revisar el origen de los
mensajes y cuidar la configuración de seguridad de los dispositivos
marca la diferencia.

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La creación de contraseñas robustas y únicas es esencial. Nada
de usar el nombre de la mascota, la fecha de cumpleaños o la típica
“123456”. Una contraseña fuerte mezcla letras, números y caracteres
especiales, y se cambia periódicamente. El uso de la autenticación
en dos pasos agrega una capa extra de protección ante accesos no
autorizados.

También resulta clave, siempre que sea posible, evitar
conectarse a redes Wi-Fi públicas sin protección, ya que estas
conexiones facilitan el robo de información sensible. Descargar
aplicaciones y programas solo de fuentes oficiales y mantener el
software actualizado ayuda a bloquear vulnerabilidades que los
delincuentes explotan.

Proteger accesos y
dispositivos

La seguridad digital empieza incluso antes de conectarse a
internet. Mantener dispositivos bloqueados con
PIN, patrón o reconocimiento biométrico reduce las posibilidades de
acceso no autorizado. Compartir pantalla con desconocidos o
instalar programas sugeridos por soporte técnico ajeno puede dejar
abierta una puerta para el robo de información.

Actualizar sistemas operativos, antivirus y aplicaciones, así
como hacer copias de seguridad de los datos importantes, previene
tanto el acceso externo como la pérdida de información en caso de
fallos o ataques.

Actuar
con cautela ante solicitudes o transacciones

Ante cualquier solicitud de información privada o
dinero
de desconocidos, la actitud correcta es la
desconfianza hasta comprobar lo contrario. Cuando alguien pide un
depósito, transferencia o datos bancarios sin motivo claro,
conviene buscar señales de estafa y evitar compartir datos sin una
verificación rigurosa de identidad y propósito.

Quienes actúan con calma, confirman los datos por vías
alternativas y nunca ceden ante la presión del momento suelen
evitar experiencias dolorosas. Es preferible perder una
“oportunidad imposible” que arriesgar la seguridad financiera y
personal.

El valor de la vigilancia y la práctica constante de estos
hábitos transforma la experiencia digital en un espacio más seguro.
Cada usuario aporta a la seguridad colectiva rechazando fraudes,
reportando intentos sospechosos y manteniéndose informado. Las

estafas
evolucionan, por eso, la educación y el sentido común
nunca pasan de moda en el mundo online.

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