#Salud: Estos son los alimentos que retardan el deterioro cognitivo después de los 60 años

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Alimentación
neuroprotectora: nutrientes y patrones clave

La relación entre dieta y función cerebral se ha vuelto
incuestionable. Muchas investigaciones demostraron que lo que se
consume afecta a la memoria, la velocidad de procesamiento mental y
la capacidad de adaptarse a nuevos desafíos. Patrones como la
dieta mediterránea y la dieta
MIND
destacan porque priorizan alimentos con propiedades
protectoras, reducen la inflamación y favorecen el equilibrio entre
los distintos nutrientes.

El cerebro necesita un suministro estable de
antioxidantes, ácidos grasos
omega-3
, vitaminas del grupo B y E,
polifenoles, magnesio,
selenio y glucosa de calidad.
Consumir estos nutrientes en equilibrio ayuda a proteger las
neuronas y refuerza la capacidad de formar nuevas conexiones. Los
antioxidantes, presentes en frutas y vegetales frescos, combaten el
estrés oxidativo. Los omega-3, que se encuentran en pescados grasos
y semillas, fortalecen las membranas neuronales y regulan los
procesos inflamatorios. Las vitaminas del grupo B, abundantes en
cereales integrales, huevos, vegetales de hoja verde y legumbres,
contribuyen al metabolismo energético y a la síntesis de
neurotransmisores esenciales.

Las fuentes naturales de estos nutrientes son variadas y
completas: pescados azules, nueces, aceites vegetales, aguacate,
espinaca, brócoli, frutos rojos, legumbres, semillas, cítricos y
cereales integrales. Mantener una dieta amplia y colorida es vital
para recibir todos los elementos que necesita el cerebro en esta
etapa.

Antioxidantes,
omega-3 y vitaminas esenciales para el cerebro

El cerebro utiliza un alto porcentaje de oxígeno para funcionar,
lo que facilita la formación de radicales libres y acelera el
envejecimiento. Incluir antioxidantes en la dieta
contrarresta este desgaste natural. Las frutas rojas como
arándanos, fresas y frambuesas, los vegetales de hoja verde y los
frutos secos como nueces y almendras aportan compuestos
antioxidantes que fortalecen las defensas neuronales.

Los omega-3 son grasas saludables que el cuerpo
no sintetiza en cantidad suficiente, por lo que resulta esencial
incluirlas a través de pescados azules como sardina, atún, caballa
y salmón. El aceite de oliva virgen extra, los aguacates y las
semillas de chía aportan grasas monoinsaturadas y antioxidantes
como la vitamina E, asociados a una mejor memoria y menor riesgo de

deterioro cognitivo
.

Las vitaminas del grupo B, como la B6, B12 y
ácido fólico, ayudan a reducir los niveles de homocisteína, un
marcador relacionado con daño neuronal y mayor riesgo de demencia.
Se encuentran en huevos, legumbres, carnes magras y vegetales de
hoja verde. Consumir estos alimentos a diario puede hacer la
diferencia en el mantenimiento de la mente joven.

Foto Freepik


El impacto de los alimentos en la plasticidad y las
conexiones neuronales

El cerebro adulto aún tiene capacidad de crear y reforzar nuevas
conexiones. Este potencial depende mucho del combustible que
recibe. Los cereales integrales, las
legumbres, las semillas y
alimentos ricos en polifenoles estimulan el
desarrollo de circuitos neuronales y apoyan los procesos de
aprendizaje y memoria.

Los polifenoles, presentes en el cacao puro, el té verde, las
uvas y los frutos del bosque, no solo combaten la inflamación sino
que también mejoran la comunicación entre neuronas. El magnesio y
el selenio, minerales disponibles en frutos secos, semillas,
espinaca y brócoli, contribuyen a la transmisión adecuada de
señales en el sistema nervioso y a la estabilidad emocional.

Por otro lado, la glucosa de buena calidad
procedente de frutas, verduras y cereales enteros proporciona
energía constante al cerebro, sin los altibajos que generan los
azúcares refinados. El cerebro se beneficia así de nutrientes que
llegan de manera sostenida, necesarios para mantener la atención y
la velocidad mental en el día a día.

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60 años

Para mantener la función cerebral es clave elegir alimentos
frescos y poco procesados. Las verduras y frutas
aportan vitaminas, minerales y antioxidantes indispensables. Dar
prioridad a los pescados azules, tres veces a la
semana, y a las legumbres al menos dos veces,
protege las conexiones neuronales. Los frutos
secos
y los aceites saludables ofrecen grasas beneficiosas
para la salud mental y ayudan a conservar la plasticidad del
cerebro.

Mantenerse hidratado es fundamental: el agua favorece la
concentración y la correcta función de los neurotransmisores.
Conviene reducir al máximo el consumo de alimentos ultraprocesados
como pastelería industrial, frituras, carnes rojas y embutidos,
productos con grasas trans, bebidas azucaradas y alcohol. Estos
productos promueven la inflamación y el deterioro de las células
cerebrales, acelerando el envejecimiento mental.

La baja actividad física, la falta de sueño y el estrés
contribuyen también al deterioro cognitivo. Por eso, el bienestar
cerebral debe abordarse de manera global, integrando una
alimentación de calidad con hábitos saludables.

Cómo
construir un menú diario para proteger la salud
cerebral

Organizar un menú diario que cuide el cerebro empieza eligiendo
productos de temporada y de origen natural. Es recomendable incluir
varios colores en cada comida: verduras de hoja verde, tomate,
zanahoria, calabaza y berenjena. Los frutos rojos, cítricos y
manzanas inspiran variedad y vitalidad en el plato.

El pescado debería estar presente dos veces a
la semana, preparado al horno o a la plancha, evitando frituras y
salsas pesadas. Las legumbres pueden alternar con
platos de cereales integrales, como quinua, arroz integral y avena.
Las semillas de chía, lino o girasol se añaden
fácilmente a yogures o ensaladas, proporcionando ácidos grasos
esenciales y antioxidantes.

El consumo regular de frutos secos no solo
aporta energía sostenible sino también polifenoles y vitamina E,
que actúan como escudos frente al
deterioro celular
. El aceite de oliva virgen extra debe ser el
condimento principal, usado siempre en crudo para preservar sus
propiedades.

Reducir productos industriales y preferir alimentos caseros
beneficia tanto al cerebro como al cuerpo en general. Preparar
comidas con ingredientes frescos y naturales fomenta la protección
cerebral y ayuda a mantener la independencia y la vitalidad a
cualquier edad.

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