#Salud: Estos son los cinco medicamentos que pueden causar pérdida de audición

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La audición marca el ritmo de nuestra vida diaria. No solo nos
conecta con la voz de quienes amamos, también nos mantiene
orientados y seguros. Lo que muchos no saben es que varios
medicamentos de uso común pueden poner en peligro nuestra
función auditiva, a veces de forma irreversible.
Reconocer estos riesgos se vuelve clave para preservar la salud del
oído, sobre todo si se deben tomar tratamientos prolongados o
combinados. La ototoxicidad, el término técnico
que engloba este daño, puede condicionar la calidad de vida de
manera tangible.

¿Cómo
algunos medicamentos afectan la audición?

La palabra ototoxicidad refiere al daño en el
oído interno provocado por ciertas sustancias, entre ellas medicamentos
cotidianos y algunos de uso hospitalario. Este daño afecta áreas
delicadas como la cóclea (clave para oír) y el
sistema vestibular, que regula el equilibrio. Los síntomas
iniciales suelen ser acúfenos (zumbidos),
sensación de oído lleno, pérdida de los sonidos agudos, episodios
de vértigo y, en casos extremos, desequilibrio que puede llevar a
caídas.

No todas las personas tienen las mismas probabilidades de sufrir
estos efectos. Factores como la dosis del fármaco,
la duración del tratamiento, la combinación de varios medicamentos
ototóxicos, la edad avanzada, antecedentes familiares de sordera o
problemas renales, y la predisposición genética, pueden aumentar el
riesgo de daño auditivo. Algunos efectos son temporales, mientras
que otros se mantienen aunque se suspenda el tratamiento, sobre
todo si no se detecta de manera precoz.

Cinco
medicamentos frecuentes asociados a pérdida de audición

Los medicamentos no afectan a todos por igual, pero existen
algunos cuyo impacto sobre la audición está bien documentado.
Aquellos que requieren más vigilancia incluyen ciertos
antibióticos, fármacos contra el cáncer, analgésicos muy usados,
diuréticos empleados en insuficiencia cardíaca o renal, y hasta
algunos antibióticos recetados en infecciones respiratorias
comunes. Exploramos aquí cómo actúa cada uno.

Aminoglucósidos

Los aminoglucósidos, como gentamicina o
tobramicina, se usan para tratar infecciones graves, a menudo en el
entorno hospitalario. Aunque pueden salvar vidas al combatir
bacterias resistentes, su principal inconveniente es su alto
potencial de causar daño irreversible en el oído
interno. Estos antibióticos pueden afectar tanto la audición como
el sentido del equilibrio, provocando pérdida permanente en
frecuencias altas, zumbidos y vértigo. Resultan especialmente
peligrosos en quienes reciben tratamientos extensos o con
insuficiencia renal, ya que el medicamento se elimina más
lentamente y permanece más tiempo en el organismo, aumentando su
toxicidad.

Foto Freepik


Fármacos quimioterapéuticos a base de platino y su impacto
en la audición

El cisplatino y el
carboplatino constituyen el pilar de muchos
tratamientos oncológicos. Estos compuestos de platino, al atacar
las células tumorales, pueden también dañar las células sensoriales
del oído. El daño suele ser bilateral y
progresivo
, es decir, afecta ambos oídos y tiende a
empeorar conforme avanza el tiempo o se acumulan las dosis. En
algunos pacientes, los síntomas pueden aparecer tiempo después de
la finalización de la quimioterapia, complicando la detección
temprana. Mezclar estos fármacos con radioterapia en cabeza o
cuello aumenta de manera notable la posibilidad de sordera
permanente, sobre todo en niños o en personas mayores.

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Analgésicos
y antiinflamatorios de venta libre

El uso regular de analgésicos como la aspirina,
el ibuprofeno y el paracetamol
puede pasar desapercibido, pero no está exento de riesgos
ototóxicos. Los acúfenos y la pérdida de agudeza auditiva son un
efecto colateral poco conocido de estos medicamentos cuando se
abusa de ellos, sobre todo si se consumen en dosis altas o durante
largos periodos. A menudo, la pérdida auditiva asociada a estos
analgésicos es reversible si se interrumpe el
tratamiento a tiempo, pero las exposiciones repetidas o en personas
especialmente sensibles pueden dejar secuelas.

Diuréticos de asa

La furosemida, muy utilizada para aliviar
edemas o controlar la presión alta en insuficiencia cardíaca y
renal, es otro medicamento con reconocido efecto ototóxico. Su
acción sobre el equilibrio de líquidos también altera el
funcionamiento del oído interno, produciendo desde zumbidos hasta
pérdida de audición temporal o, en algunos casos,
permanente. El riesgo crece si se administran dosis elevadas de
forma rápida por vía intravenosa o cuando se combina la furosemida
con otros fármacos ototóxicos en tratamientos intensivos, como
suele ocurrir en hospitales.

Antibióticos
macrólidos

La eritromicina y la
claritromicina destacan entre los antibióticos
macrólidos usados para combatir infecciones respiratorias. Aunque
menos frecuentes, los casos de afectación auditiva por estos
medicamentos existen, en especial en personas mayores o con
problemas renales. Los síntomas pueden incluir acúfenos, sensación
de oído taponado y, en ocasiones, pérdida auditiva
temporal.
La ototoxicidad se atribuye a picos elevados de
concentración en sangre o a tratamientos prolongados, lo que
resalta la importancia de ajustar la dosis y monitorizar a los
pacientes vulnerables.

Detección precoz y
prevención

Conocer los riesgos de los
medicamentos
ototóxicos ayuda a los pacientes y profesionales a
tomar decisiones más seguras. Mantener una vigilancia audiológica
durante el tratamiento, avisar al médico ante síntomas como
zumbidos, mareos o dificultad para escuchar, y buscar alternativas
cuando existan puede marcar la diferencia. La prevención y la
detección temprana representan el mejor escudo para preservar la
audición, permitiendo ajustar la terapia y proteger un sentido tan
importante para la calidad de vida. La información y el control
regular se convierten en aliados imprescindibles para quienes, por
necesidad médica, deben enfrentarse al uso de estos fármacos.

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