#Salud: ¿Por qué las mujeres suelen cruzar las piernas al sentarse? Un gesto de origen sorprendente

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Sentarse con las piernas cruzadas parece un movimiento pequeño,
casi automático, pero esconde más de lo que imaginamos. Este gesto,
típicamente asociado con la feminidad y la elegancia, invita a
muchas preguntas. ¿Por qué las mujeres lo prefieren tanto? ¿Es solo
por comodidad o hay algo más profundo detrás? La verdad es que
cruzar las piernas tiene raíces fisiológicas,
psicológicas y socioculturales
que siguen influyendo hoy en la forma de sentarse y en la imagen
que proyectan las mujeres.

El cruce de piernas en las mujeres: una perspectiva física,
psicológica y cultural

La costumbre de cruzar las piernas ha recibido muchas miradas y
hasta normas sociales. Aunque parece una simple elección de
postura, es el resultado de factores muy variados, desde la
estructura del cuerpo hasta la presión cultural que indica cómo
“debe” sentarse una mujer. Este gesto también destaca por su
diferencia con típicas posturas masculinas, como el llamado
manspreading“, que suele asociarse con ocupar más
espacio y demostrar confianza.

Factores fisiológicos y consideraciones para la salud

El cuerpo humano busca siempre el equilibrio.
Al sentarse, muchas personas cruzan las piernas por instinto para
estabilizar la pelvis y encontrar comodidad, sobre todo si
permanecen largas horas en una silla. Los estudios actuales
muestran que 62% de la población prefiere cruzar
la pierna derecha sobre la izquierda, mientras que un
26% lo hace al revés, y un pequeño porcentaje
alterna.

Cruzar las piernas tiene efectos positivos y
riesgos para la salud. Por un lado, aporta
estabilidad a las articulaciones y puede ayudar con ligeras
diferencias en la longitud de las piernas. En prácticas como la
meditación, mejora la postura y el enfoque mental. Sin embargo, si
se mantiene mucho tiempo, puede afectar la
circulación, elevar la presión arterial y
favorecer la aparición de várices por la
compresión de los vasos sanguíneos. También puede generar
desalineaciones en las caderas y la columna, compensaciones
musculares y hasta dolor lumbar crónico. El consejo de los expertos
es alternar la postura, moverse cada poco tiempo y no abusar del
cruce de piernas.

Significado psicológico: lenguaje corporal, emociones y
actitudes

El lenguaje corporal es una clave poderosa para comunicar cosas
sin palabras. Cruzar las piernas puede ser una señal de
confianza cuando una mujer se siente cómoda y
segura en un entorno. En ambientes formales o desconocidos, la
misma postura puede funcionar como una especie de barrera
protectora
o indicar inseguridad. También
puede reflejar control, elegancia o, en otras
situaciones, cierta distancia emocional.

Algunas investigaciones interpretan que el cruce de piernas
reduce el espacio corporal, lo que puede relacionarse con el deseo
de evitar la exposición. Otras teorías creen que puede mostrar
disposición o apertura, dependiendo de la dirección del cruce y la
posición del torso. De cualquier forma, el gesto nunca es sólo
físico: expresa emociones, actitudes y cómo nos situamos en
relación con los demás.

Las raíces sociales y culturales del gesto

Cruzarse de piernas es también un resultado de la
educación y las normas de género.
Desde pequeñas, muchas mujeres escuchan frases como “siéntate
bien”, “cierra las piernas” o “así es más femenino”. La sociedad
premia las posturas discretas en las mujeres, y sanciona las que
ocupan más espacio o resultan “vulgares”. En contraste, el
“manspreading” está más tolerado entre los hombres, asociado a
poder y libertad.

La postura femenina al cruzar las piernas se ha vuelto parte del
imaginario social de elegancia, recato y respeto.
Pero detrás hay una presión constante que marca la diferencia
respecto a las conductas masculinas. Las mujeres, muchas veces,
cruzan las piernas no solo por costumbre o comodidad, sino también
porque la cultura espera que controlen su cuerpo y su espacio
público.

Te podría interesar:

El cruce de piernas en la historia y su impacto en la
percepción social de la mujer

Este gesto no es nuevo: tiene una historia larga que atraviesa
la etiqueta, la moda y los medios. Su significado ha cambiado según
la época y la cultura, pero siempre ha estado relacionado con la
imagen pública de la mujer.

Evolución histórica: del protocolo al lenguaje corporal
moderno

Antes, cruzar las piernas se relacionaba con la buena
educación
y la “decencia femenina”. En manuales de
etiqueta del siglo XIX y XX, se enseñaba a las niñas a sentarse
“correctamente”, es decir, con las piernas juntas o cruzadas al
nivel de los tobillos o las rodillas. La postura se entendía como
una prueba de discreción y modestia, cualidades muy valoradas en la
época.

Con el tiempo, esta norma se fue relajando, pero mantuvo su
carga simbólica: sentarse con las piernas cruzadas siguió siendo
visto como un gesto de elegancia, condición social
e incluso deseo de agradar o seducir sutilmente. El cine y la
televisión ayudaron a consolidar esta imagen, mostrando a actrices
icónicas en posturas cruzadas que combinan sensualidad y
misterio.

Cruzar las piernas: estereotipos y conciencia de género en la
actualidad

Hoy, muchas mujeres buscan resignificar este
gesto, decidiendo cómo sentarse por comodidad y no solo para
cumplir con expectativas externas. También lo usan, a veces, como
símbolo de independencia y fuerza, o deciden rechazarlo para romper
estereotipos. El cruce de piernas puede ser una manera de tomar
control sobre el propio cuerpo y espacio, apropiándose de una
postura tradicional desde otra mirada.

Aun así, la presión persiste. Se juzga rápidamente a una mujer
por cómo se sienta, y ese escrutinio es parte del debate actual
sobre la igualdad y la libertad de expresión en el espacio público.
Hablar abiertamente sobre estos gestos ayuda a visibilizar cómo los
estereotipos de género operan en las cosas más
cotidianas. Las mujeres, cada vez más, reivindican la posibilidad
de elegir y desafiar normas que durante tanto tiempo parecían
inamovibles.

Cruzar las piernas en posición sentada es mucho más que un
simple movimiento automático. Encierra capas de
significado
que cruzan la biología, el lenguaje corporal y
la cultura. Este pequeño gesto nos invita a reflexionar sobre la
comodidad, la identidad y la manera en la que la sociedad construye
el género desde los detalles más cotidianos. Entender sus raíces
ayuda a desarmar estereotipos y a promover el respeto por la
diversidad en la forma de sentarse, defender la comodidad personal
y celebrar la libertad de elegir cómo expresar el propio
cuerpo.

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