#Salud: Las razones por las que un perro puede morder a su dueño

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La mordida de un perro hacia su propio dueño suele generar
sorpresa, preocupación y hasta miedo. Este comportamiento, más
común de lo que parece, responde a una variedad de causas. Entender
por qué ocurre es el primer paso para proteger tanto al
animal como a quienes conviven con él.
Muchas familias no
identifican a tiempo las señales de incomodidad o agresión, lo que
incrementa el riesgo de incidentes. No se puede responsabilizar a
una raza ni a un solo factor.

Factores
que pueden llevar a un perro a morder a su propio dueño

Varios elementos influyen en el desarrollo de la
agresividad canina. El miedo, el
dolor, la edad avanzada,
enfermedades, la protección de
recursos
, la falta de socialización y
experiencias de maltrato son algunos de los más frecuentes. El
comportamiento de un
perro
no es aleatorio, responde a causas que, en muchos casos,
pueden prevenirse o corregirse si se comprenden a tiempo.

El miedo y la agresión
defensiva

El miedo es una de las razones más frecuentes
por las que un perro puede llegar a morder. Cuando siente que su
espacio está siendo invadido o percibe una amenaza, reacciona para
defenderse. Esto puede suceder ante ruidos fuertes, movimientos
bruscos o la presencia de desconocidos. Incluso un aviso
malinterpretado, como un gruñido, puede pasar desapercibido y
escalar en una mordida. En perros mayores o con deficiencias
sensoriales, el sobresalto al ser tocados mientras duermen puede
desencadenar una respuesta agresiva inmediata.

Dolor, enfermedad o
malestar físico

El dolor transforma el comportamiento de un
perro, incluso en aquellos con temperamento dócil. Una lesión, un
proceso inflamatorio o alguna enfermedad pueden
hacer que el animal reaccione bruscamente al ser tocado o
manipulado. Cambios repentinos como evitar el contacto, gruñir al
ser acariciado o aislarse casi siempre alertan sobre algún malestar
físico. Aquí la observación es fundamental, porque un perro enfermo
necesita atención inmediata y manejo cuidadoso, ya que tiende a
protegerse incluso de sus propios dueños.

Falta de
socialización y experiencias negativas

Un perro que creció sin suficientes experiencias
sociales positivas
es más propenso a mostrar
comportamientos agresivos. La socialización
temprana, desde cachorro, enseña a los perros a interactuar con
personas y otros animales, a tolerar estímulos nuevos y a controlar
sus reacciones. Animales que han sido víctimas de
maltrato o negligencia pueden ver la mordida como
un mecanismo de defensa ante lo desconocido. En estos casos, su
confianza se ve afectada y los hace menos predecibles en
situaciones cotidianas.

Protección
de recursos y agresión territorial

El comportamiento de protección de recursos
aparece cuando un perro defiende comida, juguetes, objetos valiosos
o su espacio. Esta reacción no obedece a caprichos, sino a un
instinto básico de supervivencia. Si siente que algo importante
para él está en peligro, puede recurrir a la agresión para
protegerlo. Lo mismo ocurre con la agresión
territorial
. Perros con fuerte sentido de propiedad pueden
percibir a una persona, incluso a su propio dueño, como un intruso
si invade su espacio en ciertos contextos, especialmente durante el
periodo de descanso o al cuidar de sus crías.

Foto Freepik

Otras causas y factores
de riesgo

No todas las mordidas tienen el mismo origen. Existen otros
factores vinculados al carácter, el entorno familiar y aspectos
biológicos que aumentan el riesgo de incidentes. Entender estos
aspectos ayuda a anticipar situaciones problemáticas y a mejorar la
relación con el animal.

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Frustración,
sobreexcitación y dominancia

La frustración aparece cuando un perro no
consigue lo que desea, ya sea salir a pasear, alcanzar un objeto o
interactuar con otro animal. Esta sensación puede intensificarse si
el perro está atado o limitado. En ocasiones, la energía acumulada
lleva a una agresión redirigida, donde el animal
muerde a quien tiene más cerca, aunque no sea el responsable de su
malestar. La sobreexcitación durante el juego,
especialmente con niños, puede resultar en mordidas no
intencionales. En algunos perros, la lucha por el liderazgo en la
casa (dominancia) refuerza conductas agresivas hacia los miembros
de la familia si perciben una amenaza a su posición dentro del
grupo.

Problemas
neurológicos y enfermedades

Las enfermedades neurológicas alteran el
comportamiento canino y, en casos puntuales, generan mordidas
espontáneas. Lesiones cerebrales, convulsiones, infecciones o
tumores afectan el control de impulsos y pueden modificar
completamente la personalidad del perro. Si el animal muestra
confusión, desorientación o reacciones agresivas sin motivo
aparente, es necesario consultar a un veterinario para descartar
causas físicas o neurológicas.

Influencia
de la raza, edad y factores estadísticos

Aunque cualquier perro puede llegar a morder, existen datos que
muestran mayor incidencia de mordidas graves en
razas como Pitbull, Rottweiler y
Pastor Alemán. El tamaño, la fuerza mandibular y
los antecedentes genéticos influyen, aunque no determinan por sí
solos el comportamiento. Perros jóvenes, en especial menores de
cuatro años, presentan una mayor proporción de episodios de
agresividad. La mayoría de las víctimas de mordidas graves suelen
ser niños y adultos mayores,
quienes, por desconocimiento o limitaciones físicas, tienen
dificultades para reconocer el lenguaje corporal o reaccionar a
tiempo.

Estrategias
para prevenir mordidas de perros a sus dueños

Reconocer las primeras señales de incomodidad en
un perro
, como lamerse los labios, mostrar las orejas hacia
atrás o adoptar una postura baja, puede evitar situaciones de
riesgo. La socialización temprana y continua,
junto con un adecuado adiestramiento sin castigos físicos, reduce
notablemente los episodios de agresividad. Supervisar las
interacciones con niños y respetar los espacios del perro,
especialmente en momentos de descanso, contribuye a la
seguridad familiar.
Ante cualquier cambio de
comportamiento, el acompañamiento de profesionales en conducta
canina y veterinaria representa una medida clave para proteger a
todos los miembros del hogar.

Estar atentos y bien informados ayuda a fortalecer el vínculo
entre humanos y perros, promoviendo la confianza y el respeto
mutuo. Un entorno positivo, educar a los niños sobre cómo
comportarse cerca de los perros, y consultar a expertos ante
cualquier signo de amenaza crean una vida en común más segura y
feliz.

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