#Salud: Más de 15 millones de casos de cáncer estarían relacionados con esta bacteria común

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El cáncer de estómago se sitúa como la quinta causa principal de
muerte por cáncer en todo el mundo. Lo sorprendente es que casi el
76% de esos casos están ligados a una causa tangible y prevenible:
la infección crónica por la bacteria Helicobacter
pylori
, un microorganismo que persiste silencioso en más
del 50% de la población global. Estudios recientes calculan que
entre personas nacidas de 2008 a 2017, al menos 15,6
millones
llegarán a desarrollar cáncer gástrico, y la
vasta mayoría podría haberse evitado con estrategias de detección y
eliminación de esta bacteria.

La
relación entre bacterias comunes e incidencia de cáncer

Distintas investigaciones han confirmado que las
infecciones bacterianas crónicas no son un factor
trivial en la génesis del
cáncer
. Al contrario, el papel de microorganismos en la
transformación celular y en la estimulación constante del sistema
inmunitario resulta clave para comprender por qué ciertas personas
desarrollan tumores.

La más reconocida de estas bacterias, Helicobacter
pylori
, actúa como un enemigo silencioso, generando años
de inflamación crónica en la mucosa gástrica. Pero no está sola:
otras bacterias, como Streptococcus gallolyticus,
Bacteroides fragilis o Fusobacterium
nucleatum
, también se asocian a tipos de cáncer como el
colorrectal e incluso la resistencia a algunos tratamientos.

Estas bacterias no simplemente provocan infecciones pasajeras;
logran modificar la respuesta inmunológica y afectan a las células
del entorno de manera que preparan el terreno para la
transformación maligna. Existen mecanismos complejos en los que
participan toxinas, alteraciones en genes celulares y creación de
ambientes inflamatorios sostenidos donde las células sanas pueden
perder el control y comenzar a crecer sin freno.

Helicobacter
pylori: del estómago al cáncer gástrico

Helicobacter pylori ha sido clasificada como un
carcinógeno de tipo I por la Organización Mundial
de la Salud. Cuando esta bacteria coloniza el estómago, induce una
inflamación persistente. El resultado es el daño progresivo de la
mucosa gástrica y la aparición de lesiones precancerosas, como la
gastritis crónica y la metaplasia intestinal.

Uno de los instrumentos más dañinos de esta bacteria son las
llamadas islas de patogenicidad. Se trata de
fragmentos de ADN bacteriano especializados en codificar toxinas,
como el famoso factor CagA. Estas toxinas alteran
señales celulares, provocan aumentos en la metilación de genes que
deberían limitar el crecimiento y, con el tiempo, facilitan que
células anormales prosperen. El desenlace puede ser un
adenocarcinoma gástrico o un linfoma
MALT
, tumores ambos vinculados directamente con la
presencia prolongada de la bacteria.

Otras
bacterias implicadas en la carcinogénesis

La carcinogénesis relacionada con bacterias no termina en el
estómago. Microorganismos como Streptococcus
gallolyticus
y Bacteroides fragilis han
mostrado una relación directa con el cáncer de colon. Sus productos
metabólicos pueden dañar el ADN de las células intestinales,
mientras que la inflamación continua perpetúa los cambios en el
tejido.

El papel de Fusobacterium nucleatum merece
especial atención. Esta bacteria se encuentra frecuentemente en
tumores colorrectales y parece promover tanto el crecimiento como
la capacidad invasiva del tumor. Hay pruebas de que
Fusobacterium nucleatum ayuda a las células
tumorales a eludir la respuesta del sistema inmune y puede incluso
dificultar la acción de fármacos quimioterapéuticos, reduciendo sus
efectos y favoreciendo la resistencia a los tratamientos.

Foto Freepik


Impacto de la detección bacteriana en el diagnóstico y
tratamiento

El avance de las técnicas moleculares ha permitido identificar
la composición específica del microbioma en tejidos tumorales,
incluso diferenciando entre los microorganismos de un tumor y los
de tejido sano. Estos hallazgos han abierto una vía hacia
diagnósticos más precisos y la posibilidad de tratamientos
adaptados a cada paciente.

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La identificación del ADN microbiano y la caracterización de la
flora asociada a distintas neoplasias ofrece información valiosa
para seleccionar el enfoque terapéutico más adecuado y reconocer,
desde etapas tempranas, los tumores de mayor riesgo de progresión o
de peor respuesta a ciertos medicamentos.

Las oportunidades son enormes, pero también presentan retos: la
gran diversidad del microbioma, su variabilidad entre individuos y
los posibles efectos secundarios de manipularlo requieren
investigación y prudencia. No obstante, la idea de modificar la
flora bacteriana para mejorar la respuesta a tratamientos
tradicionales o incluso para prevenir el cáncer es
cada vez más convincente.

La metagenómica y
el microbioma tumoral

La aparición de la secuenciación masiva
(next-generation sequencing) ha revolucionado el análisis del
microbioma tumoral. Hoy es posible detectar hasta pequeñas
cantidades de ADN bacteriano en tejidos cancerosos, lo que permite
descubrir microorganismos que escapan a técnicas clásicas.

La metagenómica abre la puerta a entender la
interacción entre genes microbianos y el ambiente celular de los
tumores. A través de esta tecnología, los investigadores pueden
crear un “mapa de microbiomas” personalizado. Esto podría llevar,
en el futuro, a ajustar el tipo de tratamiento médico según la
firma bacteriana presente en cada persona y en cada tipo de cáncer,
haciéndolo más preciso y efectivo.


Nuevas perspectivas para la prevención y el tratamiento
oncológico

La prevención pasa por la erradicación
bacteriana
en personas con riesgo. Tratar infecciones por
Helicobacter pylori mediante antibióticos adecuados es hoy
una de las medidas más eficaces para disminuir la incidencia de
cáncer gástrico, sobre todo en regiones con alta prevalencia.

La investigación va más allá y estudia cómo los
probióticos y algunos compuestos capaces de
modular el microbioma pueden ayudar a recuperar el equilibrio
intestinal y reforzar la eficacia de ciertas terapias oncológicas.
Al modificar la flora bacteriana, se potencia la respuesta
inmunitaria y se reducen los factores que favorecen el crecimiento
tumoral. La idea de “acompañar” los tratamientos médicos con una
gestión activa de los microorganismos es ya una realidad en algunos
ensayos clínicos.

El microbioma se ha convertido en una frontera
prometedora para la medicina del
cáncer
. Los tratamientos serán más personalizados a medida que
conozcamos mejor el papel de los microorganismos en cada paciente.
La batalla contra el cáncer deja de ser solo una lucha biológica y
se convierte también en una cuestión de ecología celular, donde el
equilibrio entre bacterias y células humanas puede marcar la
diferencia.

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