#Salud: esta fue la señal que me salvó la vida”

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A menudo se asume que los ataques cardíacos solo afectan a
personas mayores con estilos de vida poco saludables. Sin embargo,
la historia de Channing Muller demuestra que esta creencia es
errónea. A la temprana edad de 26 años, Muller sufrió no uno, sino
dos infartos de miocardio, convirtiéndose en un
recordatorio de que las
enfermedades cardiovasculares
pueden afectar a cualquiera,
independientemente de la edad o el estado de salud.

La experiencia de Muller es excepcional, ya que la edad promedio
para un primer
infarto
es de 65,6 años en hombres y 70 años en mujeres, según
la Asociación Americana del Corazón (AHA). Sin embargo, su caso
subraya la importancia de estar atento a los síntomas sutiles y
actuar con rapidez, lecciones que podrían salvar
vidas.

Señales de advertencia
inesperadas

Cuando Muller tenía 26 años, se preparaba para su primera media
maratón, sin tener antecedentes familiares de enfermedad cardíaca,
ni hábitos poco saludables como fumar o seguir una dieta
deficiente. Sin embargo, en 2011 comenzó a experimentar síntomas
atípicos de un
ataque al corazón
que inicialmente no pudo asociar con una
emergencia médica.

“La primera señal que tuve fue que mi corazón empezó a
latir descontroladamente. En ese momento no tenía ni la menor idea
de qué pasaba, pero sabía que algo no iba bien”
,
recuerda.

Además de la
taquicardia
súbita y extrema, Muller también experimentó
náuseas y pérdida de color en el rostro. Estos signos, que a menudo
se confunden con condiciones más comunes como la ansiedad o la
indigestión, pueden llevar a un retraso en el diagnóstico y
tratamiento, especialmente en el caso de las mujeres.

“Tenía que ir al hospital porque algo realmente no
estaba bien, no era solo un ataque de ansiedad”
, afirma,
destacando la importancia de actuar con prontitud ante síntomas
inusuales.

Un
diagnóstico sorprendente

Cuando Muller llegó al hospital, los médicos se sorprendieron al
descubrir que había sufrido un ataque al corazón. No solo era
extraño por su juventud, sino también porque carecía de factores de
riesgo evidentes, como antecedentes familiares de enfermedad
cardíaca, tabaquismo o una dieta poco saludable.

Las pruebas realizadas revelaron una obstrucción del 70% en una
de las arterias que llegan al corazón de Muller. Esto demuestra que
los ataques cardíacos pueden afectar a personas jóvenes y
aparentemente saludables
, desafiando la creencia
generalizada de que solo afectan a individuos mayores con estilos
de vida poco saludables.

Interesantemente, Muller también era vegetariana, lo cual se ha
asociado con una reducción significativa en el
riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Esto sugiere
que, incluso con una dieta saludable, pueden existir otros factores
menos conocidos que contribuyen al riesgo de infarto, como el
estrés emocional extremo.

Cuando el corazón vuelve
a fallar

Desafortunadamente, la historia de Muller no termina ahí. Cinco
semanas después de su primer ataque, sufrió un segundo infarto, lo
que acentuó aún más la tensión física y emocional que ya
arrastraba.

“La obstrucción había empeorado hasta el 90%”,
relata. En esta ocasión, el equipo médico le colocó un stent en la
arteria para mejorar el flujo sanguíneo.

Este episodio recalca la importancia de la rehabilitación
cardíaca en la recuperación a largo plazo. Al principio, Muller
apenas podía caminar una
manzana sin sentarse y mantener una conversación sin quedarse sin
aliento. Sin embargo, con el tiempo y el trabajo arduo, logró
recuperar la confianza en su cuerpo y, sorprendentemente,
ha corrido ocho maratones completas, demostrando
una impresionante recuperación.

Foto Freepik

La
clave está en la rehabilitación

La rehabilitación cardíaca desempeñó un papel fundamental en la
recuperación de Muller. Según ella, este proceso le ayudó a
recuperar la confianza
y a aprender a diferenciar entre lo
que era realmente una señal de alarma y lo que simplemente estaba
más allá de su nivel físico actual.

Además, la
actividad física
regular, recomendada por los profesionales, le
ayudó a liberar
endorfinas
, mejorando su estado de ánimo y reduciendo la
ansiedad. Esto fue esencial para que Muller pudiera superar el
trauma generado por sus ataques.

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“Ir a rehabilitación cardíaca me ayudó a recuperar la
confianza, ya que aprendí la diferencia entre ‘esto es difícil
porque está más allá de mi nivel físico actual’ y ‘esto es difícil
porque algo está yendo mal de nuevo’. A partir de ahí, trabajé
mucho en mi salud mental en igual medida que en mi salud
física”
, explica.

Los estudios respaldan la importancia de la rehabilitación, ya
que reduce significativamente el riesgo de muerte
por causas cardiovasculares y tiene efectos positivos tanto en la
salud física como en la mental.

Factores de riesgo poco
conocidos

Si bien Muller carecía de los factores de riesgo tradicionales,
como antecedentes familiares o hábitos poco saludables, existen
otros elementos menos conocidos que pueden contribuir al desarrollo
de
enfermedades cardíacas
, incluso en adultos jóvenes.

Un ejemplo es el síndrome del corazón roto, también conocido
como cardiomiopatía de Takotsubo, una condición desencadenada por
estrés emocional extremo. Algunos estudios
sugieren que las mujeres jóvenes con esta afección pueden tener un
mayor riesgo de sufrir eventos cardiovasculares graves.

Esto plantea la posibilidad de que las experiencias emocionales
intensas que Muller pudo haber experimentado hayan influido en su
caso, aunque ella no haya querido profundizar en ello.

Además, la investigación también ha revelado que las mujeres
tienden a tener síntomas más ambiguos y sutiles durante un ataque
cardíaco, lo que puede retrasar el diagnóstico y el tratamiento
oportuno.

Defenderse a sí
misma

Muller insiste en la importancia de prestar atención a
los síntomas
y de defenderse a sí misma en el
sistema de salud
. Muchas mujeres, incluida ella misma,
tienden a minimizar sus síntomas, lo que puede tener consecuencias
fatales.

“Si sientes que algo no está bien, ve al médico. Si no
te escuchan o intentan restarle importancia y no sientes que estés
bien, ve a otro médico. Tenemos que defender nuestros
derechos”
, enfatiza Muller.

Su experiencia demuestra que, incluso cuando los síntomas no se
ajustan al patrón típico, es crucial actuar con prontitud y no
descartar la posibilidad de un problema cardíaco, especialmente si
se trata de algo que la persona no ha experimentado antes.

Mantener un estilo de
vida saludable

Actualmente, Muller continúa tomando medicamentos y sometiéndose
a chequeos médicos anuales, pero ha logrado mantener un estilo de
vida activo y saludable. Este equilibrio entre la vigilancia médica
y la actividad física es esencial para minimizar el riesgo de
recurrencia.

“Ahora la presión arterial está muy bien”,
afirma Muller, señalando que se siente mucho más tranquila al
consultar con el médico cuando nota cambios o siente algo fuera de
lo normal.

Además, el hecho de que Muller haya logrado completar ocho
maratones es un testimonio impresionante de su recuperación. Según
la ciencia, la participación en actividades físicas de resistencia
puede mejorar la función
cardiovascular
a largo plazo
, siempre y cuando esté
recomendada por un profesional.

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