Errores
frecuentes al exponerse al calor extremo
Cuando el
calor aprieta, algunas costumbres cotidianas se convierten en
trampas peligrosas. Caminar bajo el sol, salir a correr o
simplemente tomar café en una terraza pueden terminar mal si no se
adapta la rutina a las condiciones. Limitar la exposición
al sol, mantener la hidratación constante
y evitar los esfuerzos físicos durante las horas más calurosas
ayuda a cuidar no solo de uno mismo, sino también de quienes
acompañan.

Ignorar la
sensación térmica y el índice UV
El termómetro puede mostrar “solo” 30 °C, pero el riesgo real lo
determina la sensación térmica, el índice
de calor y el índice UV. No basta con
mirar la temperatura ambiente, ya que el nivel de humedad y la
radiación solar intensifican el estrés térmico en el cuerpo.
Prestar atención a estos indicadores permite anticipar posibles
golpes de calor y tomar decisiones seguras sobre cuándo y cuánto
permanecer al aire libre.
Esperar a tener
sed para beber líquidos
Uno de los errores más repetidos es beber solo cuando
aparece la sed. Para entonces, la deshidratación ya está
en marcha. Los especialistas recomiendan hidratarse de
forma constante, con agua o bebidas que contengan
minerales (como electrolitos). Evitar el alcohol y refrescos dulces
es fundamental; estas bebidas, lejos de ayudar, aceleran la
deshidratación. Tener una botella a mano y beber a intervalos
cortos protege el equilibrio del cuerpo incluso en reposo.
Salir en las
horas más calurosas del día
La franja horaria entre las 11 y las 16 horas
concentra el mayor peligro para la salud, ya que el sol y las altas
temperaturas golpean sin tregua. Las actividades al aire libre se
deben planificar para temprano por la mañana o al
atardecer, cuando el ambiente se vuelve más tolerable.
Este cambio de horario, sencillo y efectivo, reduce el riesgo de
sufrir mareos, agotamiento o insolación.
Descuidar la ropa y
protección solar
El vestuario y los accesorios correctos hacen una diferencia
enorme. Optar por ropa ligera, de colores claros y tejidos
transpirables permite que el cuerpo libere el calor más
fácilmente. Proteger la piel con crema solar de amplio
espectro, cubrir la cabeza con un sombrero de ala
ancha y usar gafas de sol fortalece la
defensa contra las quemaduras y mantiene la temperatura bajo
control. No recurrir a estas medidas expone al cuerpo a quemaduras
graves y sobrecalentamiento.

Cuidados
adicionales para una protección completa
El calor extremo no solo afecta por exposición directa. Hay
otros factores y descuidos que aumentan los riesgos, sobre todo en
ambientes urbanos o en quienes tienen condiciones de salud
preexistentes.
Olvidar
las pausas a la sombra y en interiores frescos
Estar largo tiempo bajo el sol, incluso sin moverse, puede
desencadenar un golpe de calor. Los expertos señalan la importancia
de buscar sombra tan pronto como sea posible y de
hacer pausas frecuentes en lugares frescos o con
corriente de aire. Refrescarse con agua, permanecer unos minutos en
interiores y evitar superficies calurosas ayuda a bajar la
temperatura corporal y mejorar el bienestar general.
Exponer a
personas vulnerables y mascotas
Los niños, ancianos, personas con enfermedades crónicas
y mascotas son mucho más sensibles al sobrecalentamiento.
Es clave prestar atención a su estado, mantenerlos en lugares
frescos y nunca dejarlos solos, especialmente en espacios cerrados
como autos. Controlar que tomen suficiente agua, revisarlos por
signos de debilidad o mareo y priorizar su seguridad son gestos que
pueden salvar vidas.
No
considerar la interacción de medicamentos y calor
Algunos fármacos dificultan la regulación
térmica y pueden aumentar el peligro durante olas de
calor. Medicamentos para la tensión, antidepresivos,
antihistamínicos o tratamientos psiquiátricos suelen afectar la
hidratación y la sudoración. Consultar con un médico o farmacéutico
antes de planificar salidas resulta imprescindible si se recibe
medicación regular, para ajustar dosis o recibir recomendaciones
específicas.
Descuidar la
protección contra insectos
El verano activa la presencia de mosquitos, garrapatas y
otros insectos que pueden transmitir enfermedades o
complicar cuadros de salud debilitados por el calor. Usar
repelentes, vestir prendas largas y
ligeras, sobre todo cerca de zonas verdes o agua
estancada, y revisar la piel tras cada jornada al aire libre reduce
el riesgo de picaduras y reacciones alérgicas.
Cuidarse durante una ola de calor requiere atención y sentido
común. Cambiar ciertas costumbres, observar el ambiente y priorizar
la salud permite disfrutar del verano sin exponer el bienestar
propio ni el de los otros. Estas recomendaciones, avaladas por
expertos y respaldadas por la experiencia clínica, marcan la
diferencia cuando el
calor no da tregua.



