Francisco Antonio Escotto Rincón pertenecía a una familia de escasos recursos con firmes creencias religiosas. Esas convicciones fueron claves para que resistiera durante doce horas atrapado entre los restos del techo que se vino abajo en la discoteca Jet Set, donde fue hallado con vida antes de ser trasladado al hospital.
Su nombre no aparece en los registros oficiales de personas que dejaron de vivir en el hecho, ni en el documento de medida de coerción del caso emitido por el Ministerio Público, ni en los informes publicados por Patología Forense. Sin embargo, su caso representa la diferencia entre las 236 pérdidas confirmadas por este medio y las 235 reconocidas por las autoridades.
Durante el tiempo en que permaneció bajo los restos del edificio, Escotto envió un mensaje de voz a su madre a las 2:52 a.m. del martes 8 de abril. En el mensaje expresó: “Mami, ‘tate tranquila, no te preocupes, yo soy hijo de Dios, yo soy hijo de promesa, todo va a salir bien. No te angusties, ni te preocupes, yo te entiendo, pero trata de calmarte, porque si yo sigo escuchando que estás así, va a ser peor para mí. Entonces cálmate, mantén la calma, que yo soy hijo de un Dios grande y poderoso; él me va a sacar en el nombre de su hijo Jesús, tranquila”.
Escotto, conocido por sus seres queridos como Anderson, tenía 39 años en el momento del suceso y estaba próximo a cumplir 40 el 17 de junio. Era hijo de doña Rosa Rincón y hermano de tres jóvenes. Quienes lo conocían lo describen como una persona amable, generosa y cercana.
Trabajaba como conductor en el Ministerio de Educación y también realizaba labores de vigilancia privada. Esa noche asistió al establecimiento acompañado por dos amigos y su sobrino, Moisés Francisco Escotto Domínguez, con la intención de disfrutar la presentación del “artista favorito de su hermana”.
La llamada de su sobrino cerca de la 1:00 de la madrugada alertó a su madre sobre lo ocurrido. Ella recuerda: “Me llamaron al momento, él estaba junto con su sobrino, y él me llamó y me dijo: ‘Mami’, cuando cogí el teléfono le digo: ‘Moisés, ¿qué sucede?’ Y él me dijo: ‘No, que estábamos aquí en el Jet Set, pasó algo, pero tranquila que todo está bien. No, que Anderson se cayó’ Pero no me dio detalles al momento de él llamarme”.
Glenis, hermana del afectado, relató su reacción al enterarse: “Yo, en mi inocencia, busco una cartera y digo: ‘Señor, ¿qué llevo? ¿Llevo un martillo? ¿Llevo unos guantes? ¿Qué llevo?’ Porque yo entiendo que son como unas piedras. Y yo entro unos guantes de cuando yo voy al gimnasio, y digo: ‘Bueno, con esto por si tengo que levantar algo’. Pero cuando nosotros llegamos allí, digo: ‘¡Wao! Yo nunca había visto algo así’. Cuando yo llego, me desplomo, porque digo: ‘No, es que mi hermano no puede estar vivo según lo que yo estoy viendo’”.
Desde los escombros, Escotto le respondió a su hermana con fe: “Mi hermana, ¿usted no es una mujer de fe? Yo no le tengo miedo a la muerte, porque morir en Cristo es ganancia, y yo soy hijo de la promesa. ¡Yo no sabía que Dios me amaba tanto!”. Ella le había dicho: “Agárrate de esa roca fuerte que es Cristo”.
Luego de ser rescatado, fue trasladado por una unidad de emergencia al Hospital General de la Plaza de la Salud, donde los médicos realizaron una cirugía para controlar la inflamación generada por los impactos que recibió. Aunque su familia mantenía la esperanza de su mejoría, los profesionales informaron que su condición era “delicada”.
Finalmente, Escotto dejó de vivir el 10 de abril, dos días después del hecho. Su familia, en medio del dolor, acepta lo sucedido con fe. Doña Rosa expresó que sus hijos han optado por seguir acciones legales contra los responsables del establecimiento, aunque ella se mantiene confiada en la providencia y extiende oraciones por la familia Espaillat.
“Yo solo digo, señor, si le puedes dar paz a ese señor, que se la dé, porque tú sabes que el pecado embrutece. Yo no lo voy a juzgar; muchas personas no quisieran estar en los zapatos de él. Así como oro por las otras personas, también oro por él”, compartió doña Rosa.
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