#Salud: Síntomas físicos de depresión que no son tristeza

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Más allá de la tristeza o el desánimo, existen manifestaciones
físicas que muchas personas pasan por alto o confunden con
enfermedades comunes. Reconocer estos síntomas físicos resulta
fundamental para detectar la depresión a tiempo y buscar el apoyo
adecuado.

La depresión
afecta la mente y el cuerpo de forma conjunta, alterando procesos
físicos a través de cambios en los neurotransmisores que participan
en la regulación del sueño, el dolor y la digestión. Los síntomas a
menudo aparecen en paralelo con el desgaste emocional, pero pueden
surgir aun cuando la persona no se sienta especialmente triste. Las
culturas donde se evita hablar de salud mental tienden a
medicalizar estos signos, retrasando el diagnóstico. Por ejemplo,
dolores persistentes o malestares se consideran muchas veces
problemas físicos aislados, aunque podrían ser la forma en que el
cuerpo manifiesta el sufrimiento emocional.

Fatiga y falta de
energía

En la depresión, el cansancio llega a ser tan intenso que
interfiere en las actividades diarias. Las personas pueden dormir
toda la noche y despertar sin sentir descanso, arrastrando una
fatiga constante a lo largo del día. Esta
sensación no es igual al simple agotamiento por actividad física o
falta de sueño puntual. La energía baja se
acompaña de dificultad para concentrarse,
irritabilidad
y falta de motivación. No es raro que el
cansancio se sienta como una carga que impide hasta las tareas más
simples, generando frustración y apatía.

Dolor y molestias
físicas

Dolores de cabeza, musculares o en la espalda, así como
molestias corporales repartidas sin una causa
médica aparente, son frecuentes en quienes sufren depresión. Estos
síntomas a menudo no responden de manera definitiva a los calmantes
habituales y tienden a reaparecer, sobre todo en momentos de mayor
estrés. El dolor físico se instala en el día a día
y puede llevar a consultas repetidas con médicos, sin encontrar una
explicación clara. Actualmente se reconoce que el malestar en el
cuerpo y la depresión comparten mecanismos, incluyendo alteraciones
en la respuesta inflamatoria y la percepción del dolor.

Trastornos
digestivos y malestar estomacal

La depresión tiene el poder de alterar el aparato digestivo,
causando síntomas como cólicos, hinchazón, náuseas, diarrea
o estreñimiento
. Estos problemas a menudo se atribuyen a
infecciones o intolerancias alimentarias, pero pueden ser señales
de que la salud mental está afectando el intestino. Estudios
recientes han descubierto una comunicación directa entre el estado
de ánimo y el equilibrio de las bacterias intestinales. Cuando
existe un desajuste, es común que se presenten desequilibrios
emocionales junto con malestar gástrico
persistente, que puede agravarse bajo presión o durante episodios
de ansiedad.

Foto Freepik

Alteraciones
sensoriales y visuales

Algunas personas con depresión refieren que su visión parece
borrosa o que perciben menos contraste en el entorno, como si el
mundo adquiriera un tono grisáceo y difuso. Estas
alteraciones visuales no siempre están ligadas a
problemas oculares. Investigaciones han mostrado que los cambios en
el procesamiento cerebral pueden afectar la manera en que la
persona experimenta la realidad visual. Esta percepción menos
nítida y cambios en la sensibilidad pueden sumarse a la sensación
de desconexión y rareza frente al ambiente.

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Por
qué reconocer los síntomas físicos mejora el pronóstico

Detectar los síntomas físicos de la depresión a tiempo permite
acudir al médico antes de que el problema se agrave. Muchos de
estos signos se confunden con enfermedades comunes y llevan a
pruebas médicas innecesarias. Si el origen emocional no se
identifica, el malestar físico persiste y puede empeorar la calidad
de vida. Reconocer la relación entre estos síntomas y la depresión
evita diagnósticos errados y favorece una recuperación más rápida.
Recibir orientación profesional posibilita un tratamiento
específico, con resultados positivos tanto en el ánimo como en la
salud física.

La
importancia de la detección temprana y atención
integral

Observar cambios físicos inesperados ayuda a sospechar
depresión, incluso en personas que no comunican tristeza. La
familia y el círculo cercano juegan un papel estratégico, al
advertir alteraciones en los hábitos de sueño, apetito o energía.
Promover la empatía y el diálogo abierto acerca de la salud mental
facilita que quienes experimentan síntomas físicos pidan ayuda. Un
enfoque integral, donde se atienden síntomas físicos y emocionales,
ofrece mejores posibilidades de recuperación y previene que el
sufrimiento se prolongue o se complique.

Reconocer la
depresión
en sus distintas expresiones, físicas y emocionales,
abre puertas a la comprensión y al cuidado real. Identificar estos
signos es uno de los primeros pasos para tomar el control y
recuperar la calidad de vida.

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