La partida de Ingrid Feliz Feliz ha dejado una profunda huella entre quienes compartieron con ella momentos significativos a lo largo de su vida. Su ausencia marca el fin de una etapa en la que fue recordada como una mujer de valores, humildad y compromiso con su comunidad.
Durante años, Ingrid vivió en el Barrio Enriquillo, donde residía junto al recordado Tito J Vargas. Allí mantenía un colmado que se convirtió en un punto de encuentro para vecinos y conocidos, quienes aún guardan memorias de su trato amable y su forma cercana de relacionarse con los demás.
Quienes la conocieron destacan su forma de ver la vida: como una luz que puede apagarse en cualquier momento, pero que deja huellas en forma de recuerdos y buenas acciones. En ese sentido, Ingrid supo construir un legado de cualidades positivas que hoy se rememoran con respeto y cariño.
“Que Dios te tenga en un lugar especial, mi prima Ingrid Feliz Feliz”, expresa uno de los mensajes dedicados a su memoria, resaltando el impacto personal que dejó entre sus seres queridos. Su vida y su forma de ser continúan presentes en la memoria colectiva de quienes convivieron con ella en su entorno. En cada gesto de generosidad, cada palabra amable y cada acto de entrega hacia los demás, dejó una enseñanza que sigue viva, más allá de su partida.
El recuerdo de Ingrid perdura no solo por su historia personal, sino también por los vínculos que supo cultivar a través de los años. La comunidad del Barrio Enriquillo la recuerda con estima, y su presencia seguirá viva en las conversaciones, anécdotas y afectos que dejó sembrados.